La bengala de la vergüenza no se entierra ni con orgullo ni con un comunicado del Athletic
Roma.- De regreso del Estadio Olímpico a mi hotel, caminando junto al río mientras los camiones limpiaban las calles, los carabinieris se fumaban un cigarrillo y algunos aficionados rojiblancos todavía buscaban taxis con el miedo en el cuerpo, no podía dejar de pensar en lo que acababa de suceder. Rabia y orgullo. Porque el Athletic sacó un punto valiosísimo en Roma, pero lamentablemente la noticia es que algún energúmeno lanzó una bengala contra una grada repleta de personas. La reacción de la entidad, desde todos sus estamentos, estuvo a la altura de lo que se espera de ella, pero yo no me puedo quitar este mal sabor.
¡Qué imagen!@Williaaams45 y Óscar de Marcos pidiendo calma a la afición del Athletic Club al final del encuentro. #LaCasaDelFútbol #UEL pic.twitter.com/oZoCyLugy5
Fútbol en Movistar Plus+ (@MovistarFutbol) September 26, 2024
No dejo de dar vueltas a que en esa misma grada rojiblanca había jóvenes, mayores, mujeres embarazadas y niños. De hecho, hay una imagen de Óscar de Marcos e Iñaki Williams recriminando al grupo de seguidores en la que se ve a un niño sosteniendo una pancarta: "Iñaki, hemos venido a Roma a por tu camiseta". Son los dos mundos. La inocencia de ese chaval, incrustado entre radicales aún con la esperanza de conseguir su premio, resume la vergüenza y, al mismo tiempo, la valiosa reacción del Athletic, sus líderes futbolísticos y de su gente.
Todavía no consigo entender cómo alguien puede viajar a un partido de fútbol para demostrar quién es más malo o más atrevido. Porque lo de ayer fue lamentable con todas las letras, sin excusas, peros ni matices. De igual forma que lo vivido en Trastévere el miércoles noche, con manadas de ultras locales caminando a la caza de aficionados rojiblancos, es también asqueroso. Y ese precedente, de hecho, convierte lo del estadio en aún más grave. Porque estos radicales pusieron en peligro a cientos de aficionados rojiblancos que aún tenían que volver a su hotel. De salir a celebrar el punto ni hablamos con el ambiente que había.
El fútbol, la sociedad, está tan podrida que a veces uno querría volver a ser el niño que sostiene la pancarta y no entender todo lo que pasa a su alrededor. Al fútbol se va a disfrutar. A vivir, sentir y emocionarse. A celebrar que estás de vuelta en Europa. Por eso es tan importante la reacción que tuvo el Athletic poniendo freno a la violencia. Es a lo que hay que agarrarse en una noche triste y con una mancha, como dijo Valverde, que se recordará durante años.
La imagen de los capitanes es icónica y también la rápida condena de Ernesto Valverde, que no quiso ni esperar a ser preguntado. Pero yo me quedo con la de la gente. Con la de la verdadera afición rojiblanca. En esa grada, en la que los cerca de 3.000 aficionados rojiblancos estuvieron retenidos durante una hora tras el encuentro, se vivieron momentos de mucha tensión, pero surgió una condena espontánea que también quedará para la historia. Los gritos de "Hau ez da gure estiloa" (este no es nuestro estilo), "¡Fuera!, ¡Fuera!" y "Diles que se vayan" son también símbolo de valores y una imagen de confrontación muy necesaria. Me reconcilia y me emociona ver los vídeos grabados por los propios aficionados, convencidos de que debían ponerle freno ellos mismos.
Seguramente, alguno de ellos tenía pensado viajar a Bulgaria para animar a su equipo ante el Ludogorets, pero todo apunta a que no podrán hacerlo porque hay precedentes de sanción de UEFA por incidentes similares. Como siempre, pagarán justos por pecadores, de la misma forma que quien recibió la bengala en su asiento nada tiene que ver con la gente que paseó por el Trastévere vestidos de negro, con cascos y a la caza de símbolos athleticzales.
En el camino hacia el hotel también recibí varios mensajes de amigos que no son del Athletic. Todos iban en la misma línea, destacando lo bien y rápido que había actuado el club y su afición. Amansa la rabia, pero aún hay un paso muy importante. El club tiene la obligación de identificar junto a las autoridades a quién o quiénes prendiesen y lanzasen la bengala para asegurarse de que no volverán a disponer de una entrada.
La reacción debe venir acompañada de prevención y ese es el único camino posible. Porque para llegar al Olímpico había que superar tres controles de seguridad, con cacheos e identificación en cada uno de ellos. El Athletic, y me refiero a su gente, quiere disfrutar de Europa y así es imposible. Y el niño quiere su camiseta.