Nervión grita que quiere Europa League y el Sevilla vapulea al ogro United

Ni el ogro Manchester United. Ni casi cualquier equipo que se hubiera puesto enfrente de esta Europa League. El rey dijo aquí estoy yo. Al son de casi 40.000 almas vestidas de blanco, el Sevilla de José Luis Mendilibar pasó por encima de los millones del fútbol inglés. Un vendaval que ya hacía tiempo que no se veía en Nervión, pero que se disfrutó como en las grandes noches. Los goles de En-Nesyri y Badé sólo hicieron justicia a lo que se percibió en el césped. Ni el regreso de Rashford, al que recurrió Erik Ten Hag tras el intermedio, viró el partido. El Sevilla se agarró como un lobo hambriento a su competición. Que pase el siguiente. Oye, Juventus, el rey ha vuelto.

Si a estas alturas todavía quedaba alguien que dudaba de que el Sevilla es el rey de la Europa League sólo hubiera hecho falta que se acercase al Ramón Sánchez-Pizjuán. Los temblores de los cimientos con 40.000 almas botando al son de su equipo hicieron hincar la rodilla al United, casi un pelele durante muchos minutos. Parece que las advertencias de Ten Hag a sus futbolistas no fueron suficientes. El Sevilla dio otra lección para el continente. Una oleada blanca recorrió Nervión desde primera hora de la tarde y el ambiente de la bombonera así lo sintió. Cinco años después, lleno hasta la bandera. Ambiente de noche grande, de afición que sabía lo que estaba en juego. "Si alguien quiere derrotarnos ya sabe lo que tendrá que sufrir", parecía decir cada cántico, cada protesta, cada grito de ánimo. Y el Sevilla fue una apisonadora.

La mutación del Sevilla tiene buena parte de su responsabilidad en el banquillo. Apenas un mes le ha bastado a José Luis Mendilibar para cambiarle el semblante a sus jugadores y al sevillismo. Equipo con piernas y físico al césped; ideas claras y velocidad, mucha velocidad en las acciones para buscar la espalda de los centrales del Manchester United. El mensaje del entrenador quedó claro. Y si no, bien que lo hacía saber desde el área técnica. Como en el minuto 34 cuando Badé comenzó a dar pasos hacia atrás para sacar una falta en corto en campo propio. El grito de Mendilibar se escuchó hasta en Zaldibar. Nada de concesiones. Balón arriba y a pelear. Que En-Nesyri, ese hombre-gol que ha vuelto, desquicie a Maguire.

Contemplar a este Sevilla deja bien a las claras que no tiene nada que ver con lo de antes. Diferente. Agresividad para recuperar el balón en campo rival. Salidas como aviones nada más tener la pelota. El 1-0 fue una prueba de lo que quiere el técnico. Lamela se lanzó como lobo hambriento sobre Maguire y En-Nesyri definió como el de 2023. Y Mendilibar sonriendo de placer en la banda. Como pudo llegar el 2-0 si el VAR ni hubiera visto un fuera de juego milimétrico.

Si hace apenas ocho días el Sevilla temblaba con un posible descenso, la Europa League lo transforma. Ya sucedió en Old Trafford, con una reacción de casta al 2-0 inicial del United, y de nuevo ocurrió en Nervión. Pero a este Sevilla que nunca se rinde nunca se le puede dar por muerto. "El Sevilla ha superado 30 de las últimas 32 eliminatorias que ha jugado en la Europa League", recogía como dato el tuit de Relevo. Una racha que debía haber servido de aviso para navegantes.

PSV en dieciseisavos de final, Fenerbahçe en octavos y Manchester United en cuartos ya han salido vapuleados del Sánchez-Pizjuán en esta temporada. Sólo hacía falta unir el espíritu del sevillismo con un equipo que ha recuperado el alma. Y más en su competición. En la que para derribarlo hay que dispararle a matar.

A un goleador es mejor no criticarlo, como marcaba una de esas enseñanzas que se aprenden del maestro Sánchez Araujo. En-Nesyri le ha vuelto a dar la razón. Se le pedía a Monchi en enero un delantero, pero el mismo estaba en casa. Sólo había que recuperarlo para que pasara de ese futbolista que no sabe controlar a uno que define como los grandes. Aprovechando el robo de Lamela en el 1-0 o el error de De Gea en el 3-0. Como otras veces ha sido elevándose por encima de todos. Aprendan del maestro. Que por algo la sala de prensa de Nervión también lleva otra frase suya. "No eleven nada nunca a definitivo...". Y menos con este Sevilla.

El Sevilla aprendió la lección en Old Trafford. Concederle espacios a los atacantes del United era tirar la eliminatoria. Las vigilancias eran más importantes que nunca y eso se notó cada vez que recibió Antony. Además de la agresividad de Marcos Acuña, marcando territorio casi en cada acción, Gudelj, Fernando, Marcao primero y Rakitic después… Todos estaban pendientes de ayudar al argentino como una de las claves para frenar ese volumen ofensivo del equipo de Ten Hag.

"Si se corre como en otros equipos que he dirigido…", se le escuchó a decir hace bien poco a Mendilibar en la sala de prensa. No ha faltado demasiado para que el Sevilla aplique ese libreto del técnico vasco, que seguro que se marchó orgulloso a la caseta del trabajo de los suyos. Y ahora no querrá bajarse de esa nube que está siendo este inicio de aventura en Sevilla.

Su trayectoria en la Premier avala al portero, siempre cada temporada entre los mejores de su equipo, pero esa experiencia debió dejarla esta vez en casa. "David, gracias", seguro que le escribiría más de un sevillista a este De Gea que estuvo señalado en los tres goles. Desde la complicación en la que metió a Maguire en el 1-0 -conociendo además las habilidades del central para hacer regalos- a ese extraño salto del 2-0 o el último despeje para que En-Nesyri llevara el delirio a Nervión. Si el portero pretendía tener una oportunidad en la Selección tras el adiós de Luis Enrique, en Sevilla se quedaron muchas de esas papeletas.