ATHLETIC - M. UNITED

La afición del Athletic convierte Bilbao en una caldera antes de la noche más especial de la temporada: "El guiri es del Athletic"

La Plaza Moyúa se ha convertido en un auténtico hervidero antes de enfrentarse al Manchester United.

La previa del partido en Bilbao./@AthleticClub
La previa del partido en Bilbao. @AthleticClub
Jonathan Ramos

Jonathan Ramos

El corazón de Bilbao ha vuelto a latir con fuerza. Como manda la tradición, la afición del Athletic Club ha respondido una vez más con pasión y fidelidad absoluta en la previa de un partido histórico. En la antesala de la ida de las semifinales de la Europa League contra el Manchester United, la Plaza Moyúa se ha convertido en un auténtico hervidero desde primeras horas de la tarde. La cita, crucial para las aspiraciones rojiblancas en Europa, ha sido el punto de encuentro de miles de aficionados que, como siempre, han querido estar cerca de los suyos.

Así se vive unas semifinales de Europa League en Bilbao. levo

Desde las seis de la tarde, Moyúa comenzó a llenarse hasta desbordar. Frente al mítico Hotel Carlton, cuartel general del equipo en las grandes ocasiones, una marea rojiblanca tomó la plaza a ritmo de cánticos, bengalas y banderas. El ambiente no tardó en alcanzar niveles de ebullición, Bilbao era una caldera. Padres con hijos, cuadrillas enteras y hasta 'guiris'. En la previa al partido hasta los familiares del United tuvieron su cántico. "¡El guiri es del Athletic!", cantó Moyúa a una persona de apariencia inglesa que se asomó a su ventana en el Hotel Carlton. El 'guiri' se reía mientras mostraba su aprobación con el pulgar.

Los futbolistas tamos tuvieron su cántico. Poco antes de las siete, varios miembros del equipo se asomaron al balcón principal del Carlton. Allí estaban Iñaki Williams, Lekue, Julen Agirrezabala, Mikel Jauregizar y otros tantos ídolos rojiblancos, todos ovacionados con fuerza por una afición que no ha dejado de creer. Sonrisas, saludos, gestos de agradecimiento y miradas cómplices marcaron una conexión profunda entre jugadores y grada.

Minutos después, la plantilla abandonaba el hotel y subía al autobús que, entre una nube de humo rojo partió hacia San Mamés. Los jugadores azuzaron a la afición antes de meterse en el autocar. Desde dentro aporrearon como nunca los cristales, porque la plantilla sabía que el partido ya había empezado.