España ya paga el precio de ser campeona
La primera en la frente. La España campeona de Europa ya paga el precio del título. Y lo peor es que se tendrá que acostumbrar. Casi todos los rivales le van a jugar así a partir de ahora. Como Serbia, con diez hombres por detrás del balón y bien parapetados en la frontal de su área. No le será fácil a la Selección ganar y además jugar bien a partir de ahora. O por lo menos, ganar con claridad, con esa rotundidad demostrada en tierras alemanas hace apenas dos meses. De la Fuente tiene la responsabilidad y el reto de buscarse la vida con nuevas aportaciones tácticas y algún retoque en la elección de sus hombres.
A simple vista, sentado en la redacción, se antoja que la necesidad más inmediata es encontrar un delantero centro capaz de aprovechar todo el juego que descargan Lamine y Nico por las bandas. Y si el partido se pone a centros, como el que nos ocupa, sacarlos bien, sin precipitación. No era la noche de España. Se vio rápido. Demasiados hombres amontonados por delante del balón. Atacantes mal perfilados. Siempre de espaldas a la puerta contraria. Es raro que un futbolista tan inteligente como Dani Olmo no entendiera lo que pedía el juego. No se diera cuenta de que tenía que huir del área para hacerse grande en el centro del campo y montar su estrategia desde atrás, llegando, y no desde arriba, estando.
Al técnico no le salió bien la maniobra de Ayoze como referencia ofensiva. Y que conste que me parecía bien tirada. Un delantero móvil, no clásico, para intentar sacar a alguno de los tres centrales. El equipo nunca conectó con él y pagó el pato antes de la hora de partido. Ahí, el seleccionador insistió con otro atacante 'portatil', de entra y sale, Oyarzábal, pero tampoco encontró el camino. Para cómo ya estaba el partido, con los laterales y los extremos tirando centros por doquier desde las bandas, la figura de Joselu pedía más minutos de los que tuvo.
Y otro tanto se puede decir de Pedri. Un duelo tan cerrado, tan trabado, pedía, exigía, su talento para jugar entre líneas. A la Selección, durante todo el partido, le faltó pase interior de los centrocampistas y desmarques de ruptura de los avanzados, demasiado estáticos y obsesionados con los apoyos en corto.
La actuación en Belgrado del equipo campeón de Europa, así habrá que llamarle hasta el Mundial porque se lo ha ganado a pulso, no fue para cortarse las venas, pero sí para dejárselas largas y que fluyan por ellas una nuevas ideas para superar esos catenaccios que se nos avecinan. Aunque Zubimendi hiciera una notable final contra los ingleses, siempre se podrá utilizar la coartada de que en el 'Pequeño Maracaná' no estaba Rodri. Y la disculpa seguro que vale como animal de compañía. A nadie le corre el balón tanto y con tanto sentido en esa posición tan vital para el juego de un equipo como al del City. Y jugar sin él siempre será diferente a tenerle con la manija para arriba y para abajo.
Lo bueno que tiene este calendario, también el de las selecciones, es que el domingo, los campeones de Europa tendrán una nueva oportunidad para demostrar que lo de Belgrado no fue mucho más de una mala noche de mucho dominio y mínima efectividad. De mucho quiero, pero no puedo. Que Suiza sea mejor equipo que Serbia, que juegue en casa y necesite los puntos después de su derrota en Copenhague, también puede ser una ayuda. No se colgarán de su larguero con tan poca ambición... O sí. Quién sabe. Jugar contra el campeón siempre impresiona.