ESCOCIA-ESPAÑA

Escocia, tierra de entrenadores: Busby, Shankly, Stein, que murió en un banquillo al lado de su heredero, Alex Ferguson...

La Selección juega en Hampden Park, a seis millas de donde se jugó el Escocia-Inglaterra, primer partido oficial entre selecciones en 1872.

Alex Ferguson, en un acto de la FIFA. /AFP
Alex Ferguson, en un acto de la FIFA. AFP
Enrique Ortego

Enrique Ortego

La Selección española juega este martes en el mítico Hampden Park. Un estadio construido en 1903 y que llegó a tener la mayor capacidad de todos los existentes en el momento, 100.000 aficionados. Años después, con una posterior ampliación entre la década de los 20 y los 30, llegó hasta los 150.000 espectadores. Hampden fue el escenario donde el Real Madrid ganó su quinta y su novena Copa de Europa y está situado a seis millas escasas del estadio donde se disputó el considerado por la FIFA como el primer partido internacional de selecciones de la historia. Aquel Escocia-Inglaterra (0-0) se jugó, ante 4.000 aficionados, el 30 de noviembre de 1872 en Partick, en los campos de Hamilton Crescent, propiedad del Club de Cricket local, al oeste de Glasgow.

La España de De la Fuente juega su segundo partido oficial, en una de las cunas del fútbol en general y del de selecciones en particular. Escocia es tierra de buenos jugadores (Law, Dalglish, Bremmer, Souness, McStay, Strachan...) pero sobre todo es territorio de grandes entrenadores. Ni siquiera la Prensa especialista británica, tan amante de mantener vivas las leyendas e historietas de su fútbol, ha encontrado nunca una verdadera razón con la que explicar con una base sólida, por qué de 'las tierras altas' han salido siempre tantos técnicos brillantes, que han marcado diferentes épocas en la historia del fútbol del Imperio.

Casi con el comienzo del siglo pasado, en 1909, nació en Orbiston, Alexander Matthew Busby, a quien se puede considerar perfectamente como el primer gran mánager escocés de la historia, aunque hiciera casi toda su carrera, tanto de jugador como de entrenador, en Inglaterra. Vestido de corto triunfó en el Manchester City y en el Liverpool y después prefirió directamente pasarse al enemigo más directo de ambos. En 1945, después de renunciar a una oferta para quedarse ya como técnico en Anfield, se convirtió en el forjador del primer gran Manchester United.

Matt Busby, como siempre se le conoció, fue uno de los supervivientes del accidente aéreo de Múnich, ocurrido el 6 de febrero de 1958, al regreso a Manchester de la expedición del club después de disputar en Belgrado, contra el Estrella Roja, un partido de la Copa de Europa. Fallecieron 23 personas entre miembros del cuerpo técnico, jugadores, periodistas y personal de vuelo. Esa tragedia, a la que sobrevivieron 21 viajeros, destrozó al mejor equipo inglés de la época y al primero en disputar la gran competición continental.

Una vez recuperado de sus múltiples lesiones y una larga estancia en un hospital alemán, Busby, poco a poco, se encomendó a la reconstrucción de su 'gran United' con los futbolistas que también habían sobrevivido al accidente. Eran ocho, entre los que se encontraba Bobby Charlton, a los que rodeó on lo nuevos fichajes recomendados expresamente por él, como Law o Best. Nombrado antes del accidente también seleccionador escocés, apenas pudo hacerse cargo del equipo dos partidos en su etapa de recuperación, dedicándose por completo a su club. De manera sorprendente, diez años después, conquistó la Copa de Europa, convirtiéndose en el primer equipo inglés en conseguirlo. Además, ganó cinco Ligas, dos Copas y cinco Supercopas, con un total de 1.120 partidos en el banquillo del United. Se retiró en 1969. Su vacío fue tal que en 1970 se hizo cargo del equipo otra vez por espacio de seis meses.

Shankly, el Busby del Liverpool

Lo que Busby fue al club de Old Trafford, lo fue Bill Shankly al Liverpool. Nacido cuatro años después que Matts, en 1913, tuvo una buena carrera como jugador del Preston North End interrumpida por la Segunda Guerra Mundial. Cuando el club de Anfield llamó a su puerta estaba en Segunda división y medio en bancarrota económica. En 1959, el entonces presidente del club, Tom Williams, se plantó ante Shankly y le dijo: "Vengo a ofrecerle la posibilidad de entrenar al mejor equipo de Inglaterra que usted puede encontrar". Bill, que acababa de golear al Liverpool (5-0) con el equipo que entrenaba, el Huddersfield, no se cortó. "¿Qué pasa que Busby ha hecho las maletas en el United?"

Superado el chascarrillo, aceptó y reinventó el club. Consiguió el ascenso a Primera en su segunda temporada y a partir de ahí comenzó a pasear por el camino de los títulos: tres Ligas, dos Copas, tres Supercopas y una Copa de la UEFA y lo que es más importante, dejó un legado en forma de equipo técnico: Paisley (tres Copas de Europa), Fagan (una), Moran, Bennet... Para Anfield esas cuatro 'orejonas' de sus ayudantes siempre fueron como si las hubiera ganado el mismísimo Shankly. Su adiós, en 1974, sorprendió a todos los que con él convivían.

Todavía hoy es el entrenador del Liverpool con más partidos en el banquillo: 783. La idiosincrasia de este club no se entendería sin su filosofía de vida y de juego, que implantó desde el primer día su llegada; sin sus frases lapidarias de sabio minero reconvertido en entrenador y sin la estatua que le recuerda a la entrada del estadio con un único mensaje: "He made the people happy". (Hizo feliz a la gente). Un genio revolucionario que se convirtió en un mesías para el pueblo 'liverpuliano'.

Primer campeón de Europa

Y si Busby creó el Manchester United y Shankly refundó el Liverpool, otro técnico escocés fue profeta en su tierra, Jock Stein. Venido al mundo en 1922 y que murió en el banquillo del Ninian Park de Cardiff, víctima de un infarto fulminante el 10 de septiembre de 1985 cuando era seleccionador de su país y estaba en juego la clasificación de Escocia para el Mundial 86. Precisamente, los Tartan Army (Ejército del Tartán) competían en rivalidad directa con España, que estaba en su mismo grupo. El empate en aquel partido contra País de Gales (1-1) les aseguraba jugarse la plaza mundialista contra Australia a espera de lo que la selección de Miguel Muñoz hiciera días después contra Islandia. España ganó y se clasificó directamente para México'86 como primera de grupo. Escocia hizo lo propio con los australianos.

Jock, que en realidad se llamaba John, tuvo a bien ser el entrenador del primer equipo británico que se proclamó campeón de Europa. Fue en 1967, tras derrotar en la final de Lisboa (2-1) al Inter de Helenio Herrera y Luisito Suárez, que, lesionado, no pudo jugar ese encuentro Tres años antes se había convertido en el primer entrenador no católico del club, en el que había concluido su etapa como jugador. En Celtic Park, pasó los mejores años de su carrera como técnico y amasó diez Ligas, nueve de forma consecutiva; ocho Copas y seis Copas de la Liga. En la selección escocesa cubrió dos etapas, una mínima de siete partidos en 1965, cuando ya era entrenador del Celtic y una segunda más prolífica, desde 1978 a 1985 y que concluyó con su trágico fallecimiento.

Ferguson hereda de Stein

Curiosamente, su mano derecha y sentado en el banquillo a su lado en aquel fatídico partido de Cardiff estaba un Alex Ferguson que comenzaba su brillante carrera como técnico y entonces compartía sus funciones como asistente en la selección con la de entrenador del Aberdeen. En 1983, su equipo había derrotado al Real Madrid de Di Stéfano en la final de la Copa de la UEFA disputada en Goteborg. Ferguson heredó el banquillo de Stein y se hizo cargo de Escocia durante el Mundial 86 no con demasiada suerte. Sin embargo, en el mes de noviembre le llegó la segunda llamada del Manchester United para sustituir a Ron Atkinson y abandonó Aberdeen para escribir una de las historias más brillantes de un entrenador en un mismo club.

Todo lo que le sucedió a Alexander Chapman Ferguson a partir de ese momento, comienzos difíciles incluidos, es de dominio público: 26 temporadas como entrenador en Old Trafford, superando a Matts Busby (1945-69); 1500 partidos; 38 títulos, a los que hay que añadir los 10 conseguidos anteriormente con el Aberdeen y el nombramiento, en 1999, por parte de Isabel II como Comendador del Imperio Británico.