FUTBOLERO SOY YO

O'Rei siempre quiso ser eternamente O'Rei

Enrique Ortego, junto a Pelé. /

Ni Di Stéfano, ni Cruyff, ni Maradona, ni Cristiano, ni Messi... Nunca he visto en mi vida profesional aterrizajes tan espectaculares como los de Pelé. Cuando el '10 de los dieces' llegaba a un estadio, a un hotel, a un escenario... el mundo se paraba a su paso. Era la segunda mitad del siglo XX, pero la puesta en escena nada tenía que envidiar a las actuales. Multitud por delante anunciando su presencia y multitud por detrás para dejar bien claro que había pasado 'O Rei'. Todo era a lo grande. Fastuoso. Desde las limusinas a los guardaespaldas. Desde que pisaba el asfalto, Pelé se vestía de sonrisa y desfilaba levitando entre estrechones de manos y abrazos.

En los 70, en los 80, en los 90, incluso con el cambio de siglo... entrevistar a Pelé, estoy escribiendo PELÉ, podría ser bastante menos complicado que sentarte, o quedarte de pie, hoy cinco minutos con cualquier profesional de la Liga española. Además de las multitudinarias conferencias de prensa que ofrecía a su paso, el brasileño concedía conversaciones individuales, por supuesto, pactadas con semanas de antelación y organizadas al minuto por sus múltiples patrocinadores. Sponsors que oscilaban entre una determinada tarjeta de crédito, un Banco internacional, pasando por toda clase de multinacionales: deportiva, tecnológica o de bebidas... Así sucesivamente por sus innumerables vueltas al mundo por los cinco continentes.

La rivalidad con Di Stéfano

Eran otros tiempos, claro, pero incluso con paciencia, osadía y alguna ayuda humanitaria que siempre se encuentra, o se encontraba, te podías acercar a él en el vestíbulo de un hotel o en la sala de espera de un aeropuerto e insinuarle que le habías hecho una entrevista hacía un puñado de años; que eras amigo de su compatriota Luiz Pereira y 'solo' querías hacerle dos preguntas que, con suerte, se convertían en media docena a nada que Pelé mantuviera la sonrisa y ninguno de su corte de acompañantes se percatara del momento. En el mano a mano, miraba a la cara y parecía tener una respuesta siempre preparada para cada pregunta.

'O Rei' siempre tuvo claro que quería ser eternamente 'O Rei'. Incluso ahora que nos ha dejado huérfanos de goles, bicicletas, caños, sombreros, paredes, fintas y regates inventados. Para ello, se pasó los 82 años de su vida invirtiendo en sí mismo. Primero, en su etapa de jugador precoz para debutar y longevo para retirarse, y, después, en su vida de paisano, como ciudadano de a pie. Edson Arantes vivía para Do Nascimento. Para mantener viva la llama de su imagen, de su semblanza bondadosa siempre adornada por una sonrisa. "Lo mismo que en el cine solo hubo un Chaplin; en la música solo un Beethoven; en el arte solo un Miguel Ángel; Pelé solo habrá uno en la historia". Una vez retirado, con su saco de títulos en el bolsito de mano que siempre llevaba cerca y con el resto de su existencia resuelto económicamente, 'O Rei' siguió jugando partido tras partido. Tantos como se lo permitió la salud.

¿Quién fue mejor Pelé o Di Stéfano? Don Alfredo, harto de que toda su vida le compararan con el brasileño, susurraba a quienes le quisieran escuchar en las distancias cortas, que si él hubiera cuidado las relaciones públicas y el marketing como lo había hecho Pelé, su carrera y su posterior jubilación hubieran sido mucho más aclamadas y veneradas. No era cuestión de envidia, era cuestión de forma de ser. La timidez de Di Stéfano nunca le hubiera permitido ser Pelé y volar por todo el mundo -tenía miedo al avión- vendiendo su discurso. Y menos el de la FIFA. "Los brasileños siempre se supieron vender mejor que los argentinos", zanjaba la 'Saeta Rubia' para cambiar de conversación. Tenía razón, nadie, ninguno, como el de Santos entendió que había un océano de vida en torno al balón. Lo intuyó antes incluso de colgar las botas, cuando se marchó a lanzar el 'soccer' en Estados Unidos, después de haberse negado durante toda su vida en abandonar el Santos, a pesar de que tuvo ofertas de todos los rincones del universo-fútbol.

Aunque Pelé es el único gran jugador de la historia del fútbol que nunca jugó en la Liga, las hemerotecas de los periódicos españoles están plagadas de crónicas de partidos amistosos (torneos de verano) que su Santos disputó por una docena de ciudades españolas y contra todos los grandes clubes patrios. Los primeros fueron en 1959, al siguiente año de ganar el Mundial con 18 años. En ese año natural se asegura que jugó 103 partidos y marcó 127 goles. Uno fue contra el Real Madrid, el 17 de junio. La única vez que Di Stéfano y Pelé se encontraron frente a frente. Se celebraba el homenaje a Miguel Muñoz. Pelé tenía 18 años y marcó un tanto, Alfredo, 31, se conformó con dar tres pases de gol. El Madrid goleó al Santos (5-3). Varios años después, Pelé volvió a Madrid para jugar con la selección brasileña en un Santiago Bernabéu a rebosar con 100.000 aficionados. Fue contra el Atlético de Madrid en un partido organizado por la Asociación de la Prensa. Ganó la 'amarelha' (3-5) y Pelé marcó tres goles (21-6-66).

Irureta marcó a Pelé

Son muchos los futbolistas españoles que pueden decir que jugaron contra Pelé, entre ellos dos rojiblancos. Ufarte e Irureta, compañeros en el Atlético de Madrid. El primero ya había tenido la oportunidad de enfrentarse a Pelé en su etapa en el fútbol brasileño. "Jugando yo en el Corinthians nos vimos las caras varias veces en el campeonato paulista y creo que también una vez cuando yo estaba en el Flamengo. Después, ya en el Atlético, el Santos jugó el homenaje a Rivilla en el 69 y nos enfrentamos otra vez. No puedo decir que tuviera amistad con él, pero sí que las veces que pasaba por Madrid, siempre estábamos juntos, más allá del partido... Yo le decía que era más de Garrincha que de Pelé y él sonreía... La verdad es que siempre sonreía. No se lo tomaba mal y eso que yo era muy pesado con Garrincha".

Irureta se conformó con aquella noche de diciembre, en el citado homenaje a Rivilla, pero le valió para toda la vida. "Es que ese día marqué a Pelé al hombre por todo el campo. Era un amistoso, pero nuestro entrenador, Marcel Domingo no quería que nos metieran una goleada y se lo tomó muy en serio. Me pasé el partido corriendo detrás suya. Me llamaron la atención sus músculos y cómo saltaba. Estaba como una roca. Intenté no chocar contra él, pero si me separaba un poco, Marcel me insistía que me pegara, que me pegara. Nos ganaron (3-1) pero él no marcó, así que no estuvo mal la noche. Siempre podré decir que yo marqué a Pelé. No está al alcance de cualquiera".

Quien esto firma se conforma con haberle entrevistado. También un lujazo.