Rubiales orquestó la escena de los aplausos: "Llegó de arriba la orden de enfocar mucho al público"
Pidieron a todos los trabajadores de la RFEF que acudieran, cuando no suelen estar invitados: "Y, si no ibas,... estabas jodido".
Los aplausos a Rubiales tras su teatral "¡no voy a dimitir!" y el lamentable discurso sobre el falso feminismo, han dado muchísimo que hablar. Algunos los han matizado, otros, como el seleccionador Luis de la Fuente, se han arrepentido públicamente de ellos, y casi todos han manifestado que les pilló por sorpresa y que reaccionaron como pudieron en ese momento. También hay otros, como el presidente del CTA Luis Medina Cantalejo y los colegiados Gil Manzano, Martínez Munuera y Soto Grado, que han preferido no volver a mencionar su entusiasmo, como si no hubiera ocurrido.
Pero hay más detalles de aquella polémica Asamblea que nunca se habían llegado a contar. A algunos, los más acostumbrados a los eventos de la RFEF, les llamó poderosamente la atención la insistencia con la que se mostraron planos del público y sus reacciones. Muy detallados y muy recurrentes. Relevo ha podido confirmar que no fue una casualidad: "Se dio la orden, de arriba, de que había que enfocar mucho al público", explica una fuente federativa.
Era una retransmisión diferente, no había bombos como en un sorteo, ni nada más allá de la mesa, pero la orden que llegó "de arriba", refiriéndose directamente a Rubiales y a su equipo, fue que lo que llegase a los espectadores en sus casas estuviera muy basado en el apoyo masivo que contaba con recibir.
Invitación 'extraña'
Los trabajadores de la RFEF, aquel día, recibieron un correo electrónico: "Con motivo de la celebración de la Asamblea General Extraordinaria de la RFEF en el salón Luis Aragonés, os invitamos a asistir a la misma. Para poder acudir como invitados deberéis acreditaros en el mostrador de 'organización RFEF e incidencias', a partir de las las 10 horas".
Estaba claro que no era una Asamblea normal porque, a esas, nunca están invitados los trabajadores federativos. "Lo raro de ese mail es que, cuando hay Asamblea, no puedes entrar. Un empleado normal nunca puede entrar. Realmente eso fue lo distinto de aquel día. Y el mensaje estaba claro: como no entres ahí... estás jodido. Si tienes un cargo directivo o la más mínima relevancia, mandan eso, y no vas... ya sabes a lo que te expones", explica a Relevo otra fuente interna de la RFEF.
Acudieron engañados
La gran mayoría del público, sin embargo, había acudido allí pensando que iban a presenciar una dimisión... y esto tampoco fue casual. De crear esa sensación se encargó directamente el equipo directo de Rubiales. De hecho casi todos los grandes medios españoles "adelantaron" el adiós de Rubiales como presidente de la RFEF la jornada anterior. Y no era ni verdad, ni casualidad.
"Había que pinchar mucho al público", insisten. Y así fue: en medio del desconcierto unos, y muy convencidos de lo que hacían otros, Rubiales terminó ovacionado y escenificó el apoyo de la Asamblea que, en su cerebro, pensaba que le iba a bastar para dar carpetazo a todo este asunto. No fue así.
Presión para aplaudir
Pero había más. Muchos trabajadores de la RFEF entraron al salón Luis Aragonés, donde se celebró la Asamblea. Antes de que empezase, corrió la voz de que era mejor mostrar un cierto entusiasmo. "Voy a tomar nota de quién aplaude y de quién no...", era la frase que se citaba en los corrillos aquel día, y que aún ahora mismo se sigue recordando. Pronunciada, presuntamente, por un director federativo con poder suficiente como para que surtiera efecto.
Llegó la Asamblea, Rubiales colocó a su padre y sus hijas entre el público, jugó con su posible adiós y explicó, en un discurso muy cercano al surrealismo, la escena del beso a Jenni Hermoso. El ya tristemente famoso: "Y yo le dije... ¿un piquito? Y ella respondió, vale". Llegaron los ansiados aplausos que crecieron mucho más tras otro triste alegato contra el "falso feminismo" y, ya al final, su quíntuple: "¡No voy a dimitir!".
Todo esto fue el 25 de agosto. Fue una escena orquestada, una pseudoficción... que duró muy poco. Al día siguiente, después de dos comunicados vergonzosos contra Jenni Hermoso y contra el sindicato Futpro, y con el Rubialismo funcionando a toda máquina en defensa de su líder, llegó la realidad: FIFA suspendió durante 90 días a Luis Rubiales en todas sus funciones, nacional e internacionalmente. No hubo aplausos que lo sacaran de ese aprieto.