Dejó su vida en España para cambiar vidas en Ghana a través del fútbol: "La FIFA invierte un montón de dinero en África y yo no sé dónde está ese dinero"
Fran Castaño tiene su propia academia en Ghana y ha descubierto talentos que han valido millones de euros: "El fútbol es una excusa. Intentamos que tengan un plan de vida".

Fran Castaño decidió abandonar todo lo que tenía en España para cumplir un sueño. Viajó a Ghana sin nada a lo que agarrarse y, años después, puede presumir de haber descubierto talentos que han movido decenas de millones de euros. Ha trabajado para grandes clubes y federaciones del continente africano, enseñando conceptos futbolísticos que allí ni se conocían. "En España sería uno más, mi valor añadido es que conozco un entorno que casi nadie conoce", asegura.
A día de hoy, tiene su propia academia, African Talent Football Academy, donde describe el fútbol como "una excusa", viendo el verdadero objetivo en dar oportunidades a chicos que jamás las tendrían. Mientras aprovecha su estanc ia en España tras ser padre para visitar a la Real Sociedad, club con el cual su academia tiene un convenio, Fran charla con Relevo sobre su admirable trayectoria.
¿Cómo empieza un chico de Colmenar de Oreja a entrenar en África?
Empiezo entrenando muy joven, a los 16 años en mi pueblo. Yo he jugado al fútbol siempre y como todo el mundo quería ser jugador, pero muy pronto empiezo a combinarlo con entrenar y más tarde empecé a sacarme el curso de director deportivo.
Luego paso por la secretaría técnica del Jaén y el Leganés, trabajando sobre todo en captación y análisis táctico. Pero llegó un momento en el que me cansé. En España había pocas oportunidades, sueldos bajos… y decidí cumplir mi sueño. Siempre me llamó la atención África. Mi madre tenía revistas de Mundo Negro por casa, que era de misioneros, y de pequeño yo ya hacía dibujos de mí entrenando en África.
¿Y cómo se pasa del sueño al salto real?
Lo dejo todo en España para lanzarme a la piscina. Era 2013. Necesitaba un cambio personal también. No tenía ni inglés ni contactos. Conocí a un periodista ghanés por Twitter que me animó a ir. Me propuso reunirme con su equipo, que él trabajaba para el club más grande de Ghana. Empecé como analista táctico, que era algo que casi tenía que explicarles yo a ellos porque no sabían ni lo que era. Yo grababa con mi cámara, analizaba los partidos y se lo enseñaba.
¿Cómo sobrevivías al principio?
Tenía algo ahorrado, pero no me daba para todo. No era fácil. Si en España ya era difícil, imagínate en África. Por las mañanas entrenaba y por las tardes colaboraba con una asociación que me daba alojamiento. Vivía con una señora mayor, ella me daba de comer, vivía en su casa… pero a los tres meses decido irme porque no puedo seguir así. Pero me voy diciendo 'este es mi sitio, aquí yo voy a volver'. Había hecho contactos, me había empezado a mover, había entendido mejor cómo funcionaba todo…
Y así lo hiciste.
Sí. Volví a Ghana y empecé a trabajar y a cobrar un salario llevando toda la metodología de cantera. Luego pasé a otra mucho más profesional, con jugadores en primera división en otros países. Después me llegó la oportunidad de entrenar a la sub-17 de Níger. Luego la sub-20, y pasé por Mauritania. Va todo muy rápido. Me movía mucho y no tenía nada planeado. Pero ya en mi cabeza rondaba la idea de montar algo yo.
Así nace la African Talent Football Academy.
A finales de 2016 consigo un socio que quisiera invertir en el proyecto y abrimos oficialmente en 2017. Volví a Ghana, que era el país que más me gustaba: un país tranquilo y de habla inglesa. Me recorrí todo el país buscando dónde montarla, qué entrenadores fichar, gente de cocina… Todo desde cero.
Empezamos teniendo una casa donde los chicos donde vivían, les dábamos clase y entrenaban. Teníamos un equipo de chicos entre 15 y 18 años, hasta que les dábamos la opción de salir a Europa a los que tenían el nivel. A los que no tenían tanto nivel, les dábamos la opción de ir a Estados Unidos, por ejemplo. Hay chicos que han estado yendo a universidades en Carolina del Norte.

¿Cómo conviven el fútbol y la formación?
En Ghana hay mucha pobreza. Jamás tendrían la oportunidad de ir a la universidad. Muy pocos van a llegar a profesionales, pero el fútbol es una excusa. Intentamos que tengan un plan de vida. Tienen que tener una opción B o C. Algunos se forman como entrenadores, otros trabajan con nosotros como ojeadores. Ahora tenemos un acuerdo con un colegio y van todos juntos.
¿Cómo es un día normal en la academia?
Se levantan sobre las cinco, porque a las nueve ya hace un calor terrible. La vida empieza bastante pronto y anochece bastante pronto. Tienen a las seis entrenamiento táctico, se duchan, van al colegio, vuelven a comer, entrenan con el equipo por la tarde, tienen tiempo libre y se acuestan pronto.
Ahora hemos crecido mucho: tenemos tres equipos, un hotel alquilado entero como residencia y captamos jugadores de varios países africanos. Y tenemos un acuerdo con un colegio y van todos juntos. Antes dábamos clases de español, las daba mi pareja, hasta hace poco que hemos sido padres.
¿Cuál es la mayor dificultad?
La desorganización que tienen. Sobre todo la puntualidad cuesta mucho, es difícil que la entiendan. No hay ligas, no hay planificaciones, no sabes cuándo empiezan ni acaban los colegios. Y cuesta encontrar técnicos preparados para desarrollar talento.
Habéis tenido acuerdos con clubes como el Real Valladolid o ahora con la Real Sociedad.
Sí, eso nos ayuda a promocionar a los chicos. Es la manera de exportar talento. Viajamos, jugamos torneos, como la Donosti Cup, entrenamos con la Real… Normalmente, no nos pagan por los jugadores. Lo que queremos es darles opciones y luego depende del nivel, si lo hacen bien y se les vende, nos llevamos un porcentaje. Y del acuerdo con el Real Valladolid, hace unos años, salió Salisu.
Hablemos de Salisu. ¿Cómo fue su historia?
Salisu es el mayor caso de éxito. Fue extraordinario, super rápido. Fue un caso más de captación que de desarrollo de talento. Estuvo con nosotros siete u ocho meses. Llevaba tiempo buscando un jugador de su perfil para demostrar a mi socio que es un buen proyecto en el que invertir. Llegó a Valladolid, con muchas dudas, y empezó con el juvenil. Víctor Fernández a los 10 minutos me dijo: '¿tú sabes que jugador tienes aquí, Fran?'. Pronto subió al filial y empezó a jugar. Le ofrecieron irse cedido a un Segunda y él lo rechazó, quería quedarse en Valladolid. Y gracias a eso empezó la pretemporada y jugó titular la primera jornada. Yo lo recuerdo como una locura. No me esperaba jamás esa velocidad de vértigo.
También es el típico caso de jugador que está tocado por una varita. Cuando llegó al juvenil casi no había ningún defensa, cuando sube al filial casi no había ningún defensa, y cuando debuta con el primer equipo fue porque no había defensas. Luego es cierto que hay que salir y hay que hacerlo, pero…
¿Seguís en contacto?
Sí. Me sorprendió lo bien que llevó todo y lo bien que lo lleva a día de hoy. Con 18 años, viniendo de donde vienes, que te caigan esas cantidades de dinero… Y lo gestionó genial. Tengo contacto con él e incluso tengo proyectos futuros con él que pronto saldrán. Quiere involucrarse en el proyecto que tenemos aquí. Me gusta porque es como cerrar el círculo. No olvida de donde viene.
¿Qué falla en el fútbol africano para que haya tanto talento pero tan poca estructura?
Faltan infraestructuras, organización, planificación. Todo es un poco mafioso, aunque aquí tampoco estamos para hablar. El fútbol refleja cómo se vive aquí: mucho desorden, viven al día. La selección de Ghana está llena de jugadores en equipos top por los que se han pagado muchos millones de euros, pero cuando se juntan parecen viajeros que no organizan su viaje. Cuando les metes en un grupo más estructurado, funcionan mejor, pero cuando metes juntos a personas que no planifican nada, pues el viaje puede ser un poco un desastre.

¿Y la inversión?
La FIFA invierte un montón de dinero en federaciones, Copas del Mundo… y yo no sé dónde está ese dinero. El centro de entrenamiento de la Federación de Ghana no tiene absolutamente nada. Da casi hasta pena. Luego hay países que trabajan muy bien, como la Federación de Mauritania, que es un auténtico ejemplo, y el desarrollo que han tenido es increíble. Cuando el dinero va donde tiene que ir y se trabaja como ser tiene que trabajar, el desarrollo es brutal. Casi todos los países no tienen nada porque no quieren, porque el dinero se lo llevan.
Tampoco intentaría, que es mi lucha diaria, hacer en Ghana o en África lo que hacemos en Europa. Creo que no todo funciona igual en todos los sitios. Tienen su manera de vivir y no vamos a imponer algo que a nosotros nos funciona. Creemos que nuestro uno más su uno va a salir dos.
¿Te ves volviendo a España?
No. Creo que es lo que me hace diferente y me da valor, mi conocimiento y mi experiencia. En España sería uno más. Y que es lo que me gusta. No creo que tenga un talento especial, simplemente conozco un entorno que casi nadie conoce. Esto es lo que me da valor. Y, además, es lo que me gusta.
Desde Ghana, Fran sigue construyendo. Ha comprado un club en Guinea, quiere montar su propio colegio, mejorar instalaciones, formar más técnicos… Pero su principal victoria ya la ha conseguido y lo sigue haciendo cada día: darle futuro a chavales que nunca habrían tenido una oportunidad. Porque en su academia, como dice él, el fútbol es solo una excusa.