COPA | TENERIFE 0 - MALLORCA 1

Larin rompe el sueño tinerfeño sobre la bocina

El delantero canadiense, a las puertas de los penaltis, rompió el sueño de los locales en un partido que donde imperó el exceso de respeto.

Larin celebra el 0-1 ante el Tenerife./EFE
Larin celebra el 0-1 ante el Tenerife. EFE
Raúl Rodríguez

Raúl Rodríguez

Tras el subidón del derbi canario, el Heliodoro se vestía de gala para arropar otra final por el torneo de la ilusión. Hacía un siglo que el Tenerife no alcanzaba la penúltima ronda del torneo, en tiempos de Jupp Heynckes. Y el 2024 daba ilusión y valentía. Pero el ambiente que prepararon los locales, sin embargo, no acompañó en el verde. Ambos equipos salieron con exceso de respeto, dejando una primera parte donde el balón apenas llegaba al área rival.

Los bermellones, que volvieron a tirar de rotaciones, solo avisaron una vez a Tomeu a través del líder Abdón. Una ocasión que contestaba la única llegada tinerfeña, en el minuto dos, de Enric Gallego. Quemaba el balón en las botas, y el partido ya empezaba a tener aroma de prórroga. Fue una primera parte que pasará al olvido de ambas aficiones.

La segunda mitad parecía arrancar con algo más de vigor, en especial, con el gran arranque del Tenerife. Los de Asier Garitano sí daban ahora gestos de tener la valentía necesaria en partidos de este calado, obligando a que los titulares del Mallorca entraran en escena. Aguirre, desesperado con el escenario de partido, buscaba casi el desahogo con el árbitro.

Y, en el enésimo ejemplo del gran "showman" que es, llegó a sacar el dedo índice al cuerpo asistente. Todo, como reflejo de los nervios y poco control que tenía el encuentro. Porque solo Abdón fue capaz de sumar otra ocasión más a la lista tímida del partido. Porque volvió a la senda de la primera parte, y entre el carrusel de amarillas, pérdidas de tiempo, y más respeto… el cronómetro dictó la prórroga que tanto se anunciaba desde el inicio.

Los canarios se encomendaron en Ángel, el hijo pródigo del Heliodoro que estaba predestinado para cumplir la ley del ex. Pero el exceso de cansancio de ambos equipos dejaba cada vez más claro que el pase estaría en los 11 metros. Tomeu lo peleó con dos grandes intervenciones a falta de diez minutos, desquiciando por completo a un Abdón Prats que no aguantaba más.

Sin embargo, Cyle Larin --pese a no tener una gran noche en cuanto a puntería se refiere--, dictó sentencia en el 119:59. Porque el sueño canario estuvo a un segundo de la épica. En un infortunio de despeje, el canadiense cazó el balón suelto en el área para colocar al palo largo el esférico. En un visto y no visto, la fuerza del grande destrozó la ilusión del 'pequeño'.