ENTREVISTA AITOR OCIO

Aitor Ocio revive el adiós más difícil al Athletic: "Lloré muchísimo, el propio Heynckes me dijo que no lo entendía"

El excentral repasa su carrera en el club bilbaíno y el Sevilla, las lágrimas de sus salidas de ambos clubes y los dos grandes partidos de su vida.

Un joven Aitor Ocio, en su primera etapa como jugador del Athletic antes de firmar por el Sevilla./Archivo
Un joven Aitor Ocio, en su primera etapa como jugador del Athletic antes de firmar por el Sevilla. Archivo
Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

Aitor Ocio, a simple vista, parece seguir siendo profesional. Alto y muy fino, charla con una cliente en Henao Wellness Clinic, el principal emprendimiento que hoy ocupa su vida, minutos antes de repasar su carrera en una larga entrevista con Relevo. Parece mentira que se retirase hace ya una década, cuando las lesiones le apartaron de una de las temporadas más bonitas de la historia del Athletic. La de Marcelo Bielsa. El relato oficial es que el rosarino le apartó nada más llegar, algo que confirma el ex central, aunque matiza y cuenta "algo que no sabe nadie": Bonini, a petición del argentino, le solicitó reincorporarse pero su cuerpo había dicho basta.

Entonces llegaron las emociones de la despedida por poner punto y final al sueño de su vida. Unas lágrimas diferentes a las que también cayeron en diferentes momentos de su trayectoria. Las primeras, al menos públicamente porque reconoce ser "bastante llorón", sucedieron en verano de 2003, cuando tuvo que hacer las maletas y dejar el Athletic. Algo que dice que ni siquiera Heynckes entendió y que le dolió mucho. Sin embargo, el destino le tenía un gran regalo: recalar en un Sevilla que creció hasta tocar la cima futbolística, ganando dos Europa League, una Copa del Rey y una Supercopa de Europa. El camino fue muy bonito, aunque le costó adaptarse, y volvió a llorar al despedirse para regresar a Bilbao.

Volvió a Bilbao, luchó por títulos y vivió uno de los mejores partidos de su vida. "Aquel 3-0 al Sevilla en Copa lo pongo al nivel de los títulos que gané, aunque se me haya quedado la espinita para siempre de no ganar con el Athletic".

Creo que no me equivoco al decir que Athletic y Sevilla son los equipos de tu vida, pero tu carrera inició con varias cesiones y debutando en Primera División con Osasuna. ¿Qué supuso aquel año?

Era de alguna forma la culminación de un sueño de niño. Yo era un loco, un apasionado y era mi sueño. Y lo recuerdo como muy puro. Hoy, quizá, por toda la información que hay y las cifras que se manejan, el fútbol ha tendido al negocio dejando atrás la parte del deporte. El fútbol hoy puede ser algo aspiracional, pero entonces era vocacional. Nosotros no teníamos ni idea del coche que tenían Goikoetxea, Sarabia o Liceranzu, ni las cifras que se manejaban. Y de hecho muchos de los jugadores que ganaron las ligas con el Athletic han tenido que continuar una vida laboral. Jugábamos al fútbol porque nos divertía, era muy puro y hoy las cosas han ido cambiando.

¿Y cómo recuerdas esos primeros partidos en los que cumplías tu sueño?

Los recuerdo como años muy bonitos. Fiché por el Athletic pero había sido cedido en Eibar y Albacete y cada año tenía que demostrar y dar pasitos. Trabajar, superar lesiones importantes, decisiones adversas o inesperadas, y ahí se produce esa culminación y ese debut con Miguel Ángel Lotina en Osasuna. Tuve la mala suerte de que en un choque con Darío Silva, iba a decir fortuito pero el pobre Darío, que luego fuimos compañeros, sabe que no fue fortuito porque él no hacía nada fortuito. Me fracturó tres costillas, estuve varios meses de baja y la semana que iba a volver a una convocatoria, en un entrenamiento, un compañero, Mateo, me fracturó el pómulo de un codazo esta vez sí de forma fortuita...

¿Te sorprendió que Jupp Heynckes apostase por ti a pesar de las lesiones y no haber jugado tanto en Pamplona?

No, no. Es que en ese momento tenía la ilusión y trabajaba en el día a día sin esperar nada. Lo que me venía lo agradecía y lo valoraba. Debutar en Primera era un sueño pero jugar en el Athletic era lo más. Me levantaba por la mañana y me decía a mí mismo que se había cumplido mi sueño y que había debutado. Era entrar al vestuario y oír, ver y callar. Imagínate con los Urrutia, Carlos García, Larrabazal, Alkorta, Etxeberria... Y el míster, que era un hombre que imponía.

Heynckes da instrucciones a Ocio. Archivo
Heynckes da instrucciones a Ocio. Archivo

Era un poco sargento, ¿no?

(Hace un gesto de afirmación mientras sonríe). Especialmente con los jóvenes. No lo ponía muy fácil. Él era a su manera, era su generación y ponía esos rangos de veteranos, que tenían no privilegios pero sí una libertad, y el joven tenía que demostrar mucho y había una exigencia altísima. Yo estaba encantado, trabajaba ilusionadísimo.

¿Pero eran tan duras sus broncas?

Era un hombre de carácter, pero a mí me parece un grandísimo entrenador y lo demostró aquí en sus dos etapas. Sabía muchísimo de fútbol y dentro de ese carácter también sabía dar el cariño que correspondía.

Ocio habla sobre su primera salida de Bilbao.Relevo

A pesar de la confianza de Heynckes te tocó salir libre de Bilbao. ¿Te dolió?

Indudablemente. Lloré mucho. Lloré muchísimo. Fue una circunstancia un tanto extraña, el propio míster me dijo que no lo entendía y él solicitó al club que me renovara. Yo tenía una de las fichas más bajas, no era un tema de negociación, no tenía ningún tipo de aspiración económica. Yo había cumplido un sueño; estar en Lezama y en el Athletic era lo mejor que me podía pasar. Asumía mi rol, cuando tenía que jugar jugaba y cuando no tenía que jugar, no jugaba. Probablemente era el último del vestuario. Fue el año en el que lamentablemente Javier Uria (presidente del Athletic) entró en un proceso complicado vital -acabó falleciendo- y esa situación se quedó de aquella manera. Llegó el momento, no hubo propuesta de negociación, el míster había hablado conmigo y recuerdo un partido en el que en el minuto 22, que era mi dorsal por aquel entonces, sacaron 30.000 pañuelos pidiendo mi renovación, algo de lo que guardo un cariño terrible porque yo era un jugador de segunda o tercera línea, pero con mi trabajo estaba intentando responder a las expectativas. Pero a pesar de todo no llegó y cuando tuve que admitir que me tenía que volver a marchar dije... 'con lo que me había costado llegar ahora tener que hacer otra vez hacer la maleta'… Fue duro. Pero de estas cosas uno madura y finalmente tomé la decisión de ir al Sevilla y tuve la suerte de vivir una experiencia increíble.

¿Cómo fue el proceso del fichaje? ¿Qué Sevilla te encuentras?

El Sevilla había ascendido un año o dos años antes y yo quedaba libre, estaban con esa manera de hacer de Monchi de política cero y poca inversión. Desde principios de enero tuve llamadas tanto de Monchi como del propio Joaquín Caparrós ofreciéndome el ir allí. Como mi única ilusión era continuar en el Athletic, les daba las gracias pero ni escuchaba. Insistieron y llamaron, querían que Darío Silva y yo fuésemos esas piezas para iniciar un nuevo proyecto que tenían en mente y en el mes de mayo o así, cuando tenía el 100% de que no iba a poder seguir aquí llamé a Monchi y le dije, 'pues vamos'. Fue una etapa bonita, llegó Julio Baptista, Dani Alves había justo firmado en el mercado de invierno anterior, el Sevilla quería dar un paso adelante y dos años después levantamos esa Europa League.

Un entrenamiento de aquel Sevilla en el que militó el central vasco. Archivo
Un entrenamiento de aquel Sevilla en el que militó el central vasco. Archivo

Allí haces un máster de central con Alfaro y Navarro como profesores. ¿Eran tan duros?

Indudablemente era un equipo duro en general, no solo Javi y Pablo. Cada equipo tiene un esquema y Caparrós imprimió ese carácter. El equipo estaba consolidado y de hecho yo el primer año tuve algunas diferencias porque me costó entrar en el equipo. Joaquín tenía muy clara esa pareja y yo les preguntaba '¿entonces para qué me has traído?; ¿para qué me has insistido?'. Pablo y Javi eran duros y yo de alguna forma crecí en ese sentido. Cuando yo jugaba en el Aurrera de Vitoria jugaba de líbero, se me achacaba falta de contundencia, pero allí hice un máster en contundencia y cambié un poco mi estilo. Un poco a regañadientes porque me identificaba más con otro tipo de fútbol pero es lo que quería el míster.

Los duros inicios en Sevilla.Relevo

¿Te costó adaptarte a la vida allí?

La vida no, porque es una burbuja irreal. Llegas como futbolista y te abren las puertas de todos los sitios, no es lo mismo que llegar a estudiar o a trabajar... Somos privilegiados, eso no me costó en ningún caso. Sí me costó el cambio, la mentalidad, la manera, el día a día, las concentraciones. Veníamos de Heynckes, muy estricto, no levantabas casi ni la mirada del plato cuando estábamos comiendo y allí se vivía de otra manera porque en Sevilla se vive de otra manera. El tipo de entrenamientos, los partidillos, los rondos... Paquito Gallardo se ríe todavía, 'el vasco no veas cómo se mosqueaba'. Yo estaba acostumbrado que aquí con Heynckes en el típico rondo de antes del entrenamiento no cogía el balón para aplaudir nadie, ya podías llevar 40 pases que los de dentro seguían dando vueltas. Y allí, con la guasa, si al cuarto pase alguien la cogía, se aplaudía y ya está. Y yo pensaba 'cómo es posible, si estamos en Primera División…' Eran maneras distintas. Me frustraba: 'Aitor, estás en dirección contraria. Todos vienen hacia aquí y tú vas para allí'. Yo venía con otra mentalidad y con otra cultura. Me dije: 'date la vuelta y vete en la misma dirección'; y pude disfrutar mucho, pero esos momentos sí que fueron complicados.

En lo deportivo, cuando llega Juande Ramos hay un cambio y se vive una etapa gloriosa con cuatro títulos. ¿Con qué partido te quedas?

El partido es el del Schalke. Yo siempre digo que hay dos partidos en mi carrera y uno es ese y otro es el que jugamos aquí (Bilbao) con el Athletic contra el Sevilla en Copa. Fue increíble lo que se vivió esa noche en el Sánchez Pizjuán. Ha habido muchas noches bonitas, pero esa fue especial. Estábamos haciendo una buena temporada, habíamos superado eliminatorias y estábamos en puertas de una final europea. Aquel jueves de feria ocurrió lo que ocurrió y aquel gol de nuestro querido Puerta nos metió en la final. Fue terrible lo que vivimos. Hablo y se me pone la piel de gallina.

Antes has comentado que lloraste al despedirte del Athletic y también lo hiciste al salir del Sevilla. Imagino, ahora que hablas de Puerta, que también lo harías cuando te enteraste de la trágica muerte de Antonio. ¿Recuerdas el momento exacto?

Soy un poco llorón, la verdad. Cuando hay momentos tan especiales, las despedidas me cuestan y me emociono. La pérdida de un compañero, de un amigo, de esta manera fue dura. Nosotros estábamos volviendo de jugar un partido en Valladolid con el Athletic. Recuerdo perfectamente cuándo me llamaron. Había habido unos episodios en la temporada pasada, había tenido unos desvanecimientos, y yo recordaba que había habido dos antes que este pero aparentemente todo estaba normal. Recuerdo jugar esa jornada en Valladolid, me explicaron lo que había pasado y me temí lo peor. Y a partir de ahí ocurrió la tragedia.

Ocio abraza a Puerta en un choque con el Sevilla. Archivo
Ocio abraza a Puerta en un choque con el Sevilla. Archivo

¿Cómo se afronta algo así?

Es difícil asimilar que una persona con toda la vida por delante, joven, su mujer estaba embarazada... un chico extraordinario a todos los niveles, con todo para triunfar y disfrutar... de aquella manera, en un momento y en un campo de fútbol se va. Es un golpe de realidad que te hace darte cuenta de lo que somos, que es nada. A veces nos detenemos en circunstancias y en problemáticas del día a día que no tienen ningún sentido. Fue duro, fue duro, fue muy duro.

Volvamos a lo deportivo. ¿Cómo se da tu regreso a Bilbao?

Fue una situación inesperada. Yo había renovado en el Sevilla, años antes la anterior junta directiva del Athletic inició contactos para volver y a mí me despertó ilusión, pero la forma en que se hizo y se desarrolló fue un poco también decepcionante, o desilusionante, porque las cosas no fueron como parecían que iban a ir y al final tomé la determinación de renovar con el Sevilla con la idea de retirarme allí. Era uno de los capitanes, estábamos bien a todos los niveles, mi hija había nacido allí y tenía esa idea ya. Pero hubo elecciones en el Athletic y se me trasladó el interés de distintas juntas. Y una vez que llegó tampoco lo pensé. A veces creo que se ha valorado injustamente por el desconocimiento. Igual que cuando me marché no tuve ninguna exigencia, tampoco la tuve cuando estuve dispuesto a volver, poquita más. Quizá por ser un proceso electoral se me dio una cierta presión en la que igual yo no manejé bien porque yo consideré que era jugador de perfil medio o secundario...

¿A qué te refieres?

En ese momento pude verme superado por esa situación de tener que asumir un papel... Con un Athletic que años anteriores lo había pasado mal, coqueteando con un posible descenso, y el Sevilla en el que yo estaba había ganado títulos... Pero yo realmente era el mismo de antes con un poquito más de recorrido, pero no me había transformado. Ahí hubo un exceso de responsabilidad.

Por suerte te tocó vivir una etapa bonita, con el mencionado partido de Copa ante el Sevilla. Bilbao se paralizó.

Mi única espinita que tengo en el fútbol es no haber ganado un título con el Athletic porque significaría haber vivido algo inimaginable, aunque espero vivirlo como aficionado. De alguna manera ese partido me compensó. Pongo por delante este partido que los títulos con el Sevilla, lo pongo al mismo nivel que el del Schalke. Por lo que se vivió en la ciudad, porque era en San Mamés, la salida del hotel en Moyua, el autobús... Se me pone la piel de gallina como cuando hablaba del Sevilla. Recordando los balcones, que se habían acabado las telas rojiblancas... Fue increíble lo que podíamos vivir. Con un rival dificilísimo, con un resultado adverso, pero nos los comimos.

El inolvidable partido de semifinales de Copa ante el Sevilla.Relevo

«Nos los comimos». Como dijo Del Nido de comerse al león de la melena hasta el rabo y que se le volvió en su contra. ¿Hablaste con él alguna vez de aquello?

No, no hablé con él. Tengo buena relación con él, en su momento fue una de las personas que apostó por mí, el que lo aprobó. Para mí más allá de ciertas circunstancias del Sevilla fue una persona importante y a mí me trasladó mucho respeto en todo momento, pero aquello era parte de su papel... De hecho he hablado con gente que venía en esa expedición y ellos decían que cuando aterrizaron, ya en el aeropuerto se dieron cuenta de que iban a perder ese partido. Ese partido no lo ganamos los jugadores, ese partido lo ganó la afición, toda la ciudad. Nosotros teníamos un papel de estar en el campo 90 minutos, pero el partido lo había ganado la ciudad antes de empezar. Ellos así lo habían percibido y eso no siempre pasa.

Fueron dos meses hasta la final desde aquel partido. ¿Cómo vive un jugador algo así, con la ciudad paralizada y viviendo solo para ese partido?

Fue muy bonito. Como todo en la vida, a veces el camino es más bonito que la cima. Éramos conscientes de que aquel Barça... Hoy en día al Barça le puede ganar cualquiera, son grandes equipos pero se les puede ganar. Había años que ibas a jugar contra ellos y la sensación era de haber si no nos meten seis. Aquel Barça era una apisonadora. Todos soñábamos con algo como el gol de Endika (ante el Barça en la final de 1985) y cuando marcó Toquero pensé, 'igual sí, ¿no? No sé qué hubiera pasado si no nos hubiesen empatado antes del descanso. Pero bueno, oye, todo lo que vivimos en esas semanas previas, en esos preparativos y lo que vivimos en Valencia, el hecho de que la ciudad se pudiera ilusionar con su equipo... Ya ganar el título hubiera sido... Hubiera cambiado muchas cosas de mi vida por levantar esa Copa con el Athletic.

El Barça de Messi. ¿Qué era jugar contra Messi?

Messi era un poco pensar que no tenga el día. Un jugador tan talentoso, tan hábil, que a pesar de que ves el sitio por el que se va a ir, se va. Hay futbolistas que han hecho una temporada bien o dos bien; Messi lleva rindiendo a un nivel altísimo nivel desde que llegó. Es una cosa... Va a costar mucho volver a ver un Messi. Hay futbolistas buenos, pero Messi está fuera de serie. Hasta metía goles de cabeza. Messi es... Messi.

Ocio habla de la llegada de Bielsa.Relevo

Después de Caparrós llegó Bielsa, con una decisión polémica de apartar a varios jugadores. Tú fuiste uno de ellos. ¿Cómo os lo comunicó? ¿Cómo se digiere algo así?

Yo lo asumí y lo admití, no he hablado mucho de ello y hay una situación que nadie sabe. Yo el año anterior me había operado de una lesión de hombro, una lesión que arrastraba de mi época de Osasuna. A Caparrós no le hizo mucha gracia pero no podía forcejear en el campo, se me salía el hombro hasta en la cama. Era imposible seguir así. La recuperación fue mucho más larga de lo esperado y no participo tanto ese último tramo con Caparrós. Y Marcelo creo que hace un análisis previo, viene con las decisiones muy tomadas y yo ni llego a tener una conversación con él. Sé que tuvo reuniones individuales, pero yo no la tuve. Es verdad que yo tenía también un dolor de cadera, pero como había un cambio de entrenador quise entrenar y lo hacía con muchos dolores. Tenía un desgaste de cadera y el médico decidió operarme, de forma inminente. Esa lesión fue un palo, pero es cierto que cuando estaba entrenando aparte, un día me llamó al vestuario (Luis María) Bonini, su ayudante. Me dijo que me querían reincorporar, pero le dije que tenía ya hora en el quirófano... Por un lado me quedé con esa sensación de que se había comunicado que se me apartó, pero supe que con mi trabajo él se había dado cuenta de que podía contar conmigo. Cuando quiso reincorporarme mi cadera ya no estaba.

¿Pudiste disfrutar del año?

No, no pude. Sí, pero trabajando en una recuperación, solo en abril o mayo pude hacer algún entrenamiento con el equipo.

¿No te sentías parte?

No. Si estás en el equipo, entrenas y asumes un rol, pero yo estaba en un trabajo solitario de rehabilitación. Esa es la parte gris del fútbol, pero me quedo con todo lo bueno.

Los compañeros te hicieron un homenaje manteándote en un partido. Una especie de despedida.

Un gesto bonito que tuvieron con los que terminábamos. Por alguna razón el club no nos permitió que jugadores que íbamos a acabar tuviéramos un momento de despedida. No hablo de un homenaje porque no éramos jugadores que lo mereciéramos como otros ilustres, pero sí poder decir adiós a la afición. Se nos negó. Decir adiós y gracias. Yo solicité una rueda de prensa para dar las gracias. Fueron mis últimas lágrimas porque era un repaso a toda mi vida, cerraba un capítulo y una etapa profesional, de niñez, de juventud, de sueños e ilusiones. No era llorar por dejar el fútbol, era por toda esa ilusión.