TERCERA FEDERACIÓN

Diego Rojas, el entrenador "loco" que hace 400 kilómetros al día para entrenar a su equipo

El técnico del Almazán vive en Burgos. Lleva cinco años haciendo viajes de más de dos horas para dirigir a sus jugadores.

Diego Rojas, entrenador del Almazán./RELEVO
Diego Rojas, entrenador del Almazán. RELEVO
Jonás Pérez
Salvador Fenoll

Jonás Pérez y Salvador Fenoll

Hay cosas en la vida que son difíciles de explicar. ¿Acaso alguien es capaz de argumentar por qué es de un equipo?, ¿tiene sentido estudiar una carrera sin salidas solo porque es tu ilusión? Ese remar a contracorriente es lo que nos mantiene con vida. Ese "estás loco". Ese "te vas a equivocar" o "qué estás haciendo". Pues el protagonista de esta historia es el mejor ejemplo de ello. Se llama Diego Rojas y hace 400 kilómetros cuatro días a la semana para entrenar al Almazán. En tiempos de la gasolina por las nubes, se le puede considerar un temerario. Pero está convencido de hacerlo y ni siquiera es una cuestión de circunstancias. Así lleva cinco años y los que le queden.

Relevo viajó a Almazán para conocer el día a día de un equipo de Tercera Federación que se ve las caras con el Atlético de Madrid. Se encontró entonces con una sorpresa. Varios integrantes del equipo hablaban de un "loco". ¿Quién era? Diego Rojas. Hasta entonces, no habíamos visto al entrenador. Llegó poco antes de que empezara el entrenamiento. Desde Burgos. Había que descubrir por qué sus allegados le denominaban así. La realidad superó a la ficción.

"Me dicen loco por el tema del coche. Me hago 400 kilómetros todos los días para venir aquí, pero feliz. Son cinco años en esta segunda etapa, antes estuvo otro año en Almazán. Sí, hay que estar un poco loco, pero Almazán es mi paz, es un sitio donde como entrenador te valoran y eso es muy complicado. He estado en Aranda, en Villaralbo y al final esto lo considero mi segunda casa... Pensábamos que el año pasado se acababa un ciclo. Pero nos eliminaron en Playoff y se nos quedó a todos la sensación de que teníamos que intentarlo otra vez. Y aquí estamos", desveló.

¿Y si nieva?

Reconocemos que hubo trampa. Lolo, segundo entrenador, nos contó una anécdota que nos dejó perplejos. En Soria, es habitual que caiga alguna nevada durante el año. Un día, al equipo le tocaba entrenar y las carreteras se encontraban en muy mal estado. Peor sería a las once de la noche, cuando a Diego Rojas le tocaría volver a su casa. El Almazán entrena a las 20:00 porque la gran mayoría de sus integrantes tienen trabajo además del deporte.

Entonces, Lolo le llamó y le preguntó por dónde iba. Este respondió que ya estaba de camino y su compañero le pidió que se diese la vuelta: no era necesario acudir a ese entrenamiento, él mismo podía encargarse. Era un riesgo para el coche y le complicaba enormemente la vuelta. Los 200 kilómetros de ida y los 200 de vuelta eran un esfuerzo demasiado grande para las inclemencias meteorológicas. ¿Su respuesta? "Que no, que no, que voy". Y así lo hizo.

"Es lo que hago siempre, vengo siempre. Esta es mi obligación. A mí me pagan por estar aquí. El fútbol es algo que me apasiona. No concibo no venir. Otra cosa es que esté cortado y no pueda pasar, pero si puedo pasar, pues voy más despacio. No hay más historia. A veces tiene un toque de locura, pero bueno. Hago lo que tengo que hacer y ya está", cuenta.

Lo que tiene que acabar, se acaba

¿Cuántas veces se repiten el "qué pereza" antes de ir a trabajar o a la universidad? Miles de días, ¿verdad? Es natural, algo inherente a la persona, independientemente de que su felicidad sea plena. Pues a Diego Rojas ¡no le ha pasado nunca!: "Mira, a día de hoy no ha habido ni un solo día que haya dicho en mi casa 'pff, joe, tener que ir a Almazán a entrenar ahora'. Nunca. Ese día será el día que yo lo deje. El día que diga 'irme a entrenar ahora...'. No. Es algo que llevo bien. Ahora tengo mis dos horas de viaje, doy vueltas a muchas cosas, voy escuchando mi música. Soy feliz aquí y me tratan bien. Eso es lo más importante. Que se lo digan al Cholo, la que le está cayendo, cuando más que él no está demostrando nadie. Es así".

Es algo muy meritorio, teniendo en cuenta que se hace 200 kilómetros de ida y 200 de vuelta a diario. Incluso hay veces que conduce por un recorrido más rocambolesco: "Yo trabajo en Burgos. De hecho yo voy mucho a Madrid y muchas veces hago Burgos-Madrid (250km), Madrid-Almazán (200km) y Almazán-Burgos. Eso lo suelo hacer una vez a la semana".

Un hotel para nada

Claro que otra opción lógica, dadas las horas, es dormir en Almazán. Y todavía más cuando el presidente tiene un hotel: "Entrenamos tres veces más partido cuatro. Vengo siempre. Alguna vez les he dicho que me quedo en el hotel de Manolo, pero me he quedado dos noches en cinco años. Al final tengo que volver a mi casa. Al día siguiente, empieza mi jornada: niños al cole, oficina, trabajo, si tengo que viajar... Y luego vengo aquí".

Porque Diego Rojas no vive del fútbol, es un trabajador normal, con sus horarios, su rutina... Dicho de otra forma: no necesita al Almazán para subsistir, lo que le da más mérito a su aventura diaria. Entonces, ¿por qué? ¿Qué tiene el pueblo o el club que le hace tan especial?

"Te soy sincero, en Almazán pueblo estoy muy poco. He ido muy pocas veces. Yo entro por atrás, llego aquí al campo y el pueblo está más alejado. Lo que es pisar el pueblo... No conozco ni a la gente. Vengo y me voy. ¿Pero qué tiene el equipo? Cuando yo he sufrido alguna destitución o he sufrido en algún club que no se me valoraba, pues llegas aquí y piensas en que estás a gusto, que te valoran, que hemos ido creciendo... Luchábamos por no descender, luego dos años sin sufrir y otros dos años intentamos el Playoff y el pasado lo conseguimos", cuenta.

El Cholo Simeone, un ejemplo

Para el entrenador del Almazán, el técnico del Atlético de Madrid es un ejemplo de lo que debe hacer alguien desde el banquillo, aunque no se ve tantos años como él al mando del equipo. Días antes de la entrevista, estuvo curioseando los méritos de Simeone desde que llegó y defendió a ultranza su legado: "Es todo crecimiento. Ha sido hacer crecer al club todo el tiempo. Al final ha sido el primero de la liga de los mortales, que no se nos olvide que están el Madrid y el Barça. Claro que hay que aspirar a ganar una Liga, pero es que son el Madrid y el Barça. Si uno está mal, el otro no. Y aun así ha conseguido ganar Ligas".

Si el Cholo ha logrado tantos éxitos, ¿por qué no seguir Rojas más años y lograr ascensos?: "¿Estar yo tantos años? No. Considero que los ciclos son muy importantes. Tuve claro que el año pasado estuvimos cerca de dejarlo. Para mí hubiese sido acabar un ciclo. Estuve en Aguilar de Campoo (son dos 'o', sí) dos años, siempre fuera de mi casa, a 100 kilómetros. También en Villaralbo, que eran 200 kilómetros. Al final tienes la sensación de que si se ha cumplido un objetivo, pienses 'pues ya está'. El día que me vaya, que la gente me vea y me hable en unos años, pero que no me vaya mal. Si esto tiene que acabar en un mes, dos meses o cinco, que no me vean como una persona que quiere irse, que yo también he hecho por el Almazán y por verle crecer".

Un regalo para el Almazán, aunque el propio técnico tire de humildad y reste méritos a sus logros: "Tengo unos compañeros en la categoría que como entrenadores son buenísimos. Yo estoy a años luz de muchos. Ellos son muy profesionales y las horas que puedo meter yo en el fútbol son las que son. Pero me gustaría que valorasen eso, que yo entrené aquí, que fuimos segundos, que jugamos la Copa con el Atlético. Que se lleven buenas sensaciones todos".

Cinco años: ver crecer

En clubes de Tercera Federación, no siempre se pueden hacer fichajes. Normalmente, los equipos tienen una continuidad a lo largo de los años o, si no, los jugadores no cobran por su labor para poder ir dando saltos de temporada en temporada. Diego Rojas, por el contrario, cuenta con un núcleo estable al que ha visto evolucionar: "Has conseguido crecer, como ha hecho el Cholo. No me quiero comparar. Pero has ido haciendo crecer a un club. Y cuando llegas a ver ese crecimiento, dentro de ti piensas en los chavales que cuando llegué aquí todos eran Sub-23 y tenían 17 o 18 años y hoy les ves y les dices que son hombres. Les veo competir y no tiene nada que ver. Eso nos va a quedar para siempre. El ambiente es muy bueno con los chicos. Cuando yo no esté y ellos vayan dejando el fútbol, siempre nos acordaremos de este Almazán que llegó a donde llegó".

Llega el Atleti

La historia del técnico del Almazán es digna de elogio, pero no es más increíble a que un equipo de Tercera Federación se vea las caras con el Almazán. Un motivo de ilusión: "Estamos muy ilusionados. Nos ha tocado el mejor equipo que podía tocarnos. Para nosotros es una situación totalmente diferente, muy mediático todo. No estamos acostumbrados a esto. Pero estamos muy contentos, queremos disfrutar de esta semana y de un partido que no vamos a olvidar nunca".

¿Cómo se prepara uno para que Simeone, Griezmann y compañía jueguen contra ti? Pues, paradójicamente, no hay especial novedad: "Entrenamos igual que una semana normal. Yo no cambio nada. Adapto un poco el sistema, a lo que vamos a jugar. Con matices, pero viene a ser una semana de tres días, sin hacer nada extraño. Es un partido más".

Eso sí, la plantilla lo analizará: "Yo hago siempre lo de proyectar vídeos. Se los mando a los jugadores, lo analizamos, lo vemos. A mí me gusta mucho el tema scouting, es importante. Desde que nos tocó me he ido grabando partidos: el del Oporto, el del Cádiz, vi el del Espanyol... Estás midiendo que es el Atlético de Madrid, pero siempre buscas dónde puedes hacerles daño y cómo tienes que tener cuidado a nivel defensivos. Sus capacidades técnicas y físicas están a años luz de las nuestras".

La hora de vuelta

Tras una breve charla, Diego Rojas se levanta de la grada de La Arboleda y se despide: "Bueno, que ahora os espera un largo viaje y a mí también". Sí, a él le pasa cuatro días a la semana y encima en horas tardías. Aun así, no pierde la ilusión y no ha tenido ni un solo día la sensación de "qué pereza". Dos horas de ida y dos horas de vuelta por encontrar su paz y estar en el lugar donde quiere estar. Eso es el Almazán para él. Y tú, ¿harías 400 kilómetros al día por amor?