Todo lo que enseña la victoria más distinta del Barça ante el Real Madrid
Los de Xavi han ganado un partido en el que solo han disparado cuatro veces, dos entre los tres palos.

El Barça que se plantó en octubre en el Santiago Bernabéu tras perder y empatar contra el Inter se estrelló ante un Real Madrid que se limitó a esperar su momento, consciente de que cada pase de los azulgrana llevaba un miedo visible. La estructura defensiva del Barça, aquel día sin Araujo, quedó desnuda y el Barça no supo competir pese a tener la pelota. Xavi tomó nota y ante bajas tan sensibles decidió invertir el orden de las cosas. La pelota no sería el objeto de deseo, sino el control emocional, entregándole así las llaves del partido al Real Madrid. Y funcionó.
Xavi situó a Kessie cerca de Busquets, moviendo a De Jong al otro perfil, más arriba. Buscó que el marfileño se sintiese cómodo, protegiéndole de zonas en las que no se siente cómodo para acercalo a aquellas en las que su fútbol echa raíces. Su partido, marcado por la jugada del 0-1 en una versión llegadora que antes no habíamos visto, fue sobrio, competitivo, inundando de ese valor tan necesario a un equipo que hace no tanto lo había olvidado. El Barça estaría siempre junto, a ratos demasiado, y a diferencia de otros escenarios laureados, lo hizo sin balón.
Aquello que condenó al equipo en Anfield, Roma o París les empujó en Madrid. El Barça entendió de forma natural que el partido pasaba por mirar al rival con cierta distancia, forzando que las dudas germinasen en su interior poco a poco, como en una película que no se da prisa por mostrar el hilo del que tirar. A fuego lento. Dejó que Vinicius recibiese siempre porque delante se encontraría a Araujo, como un punto y a parte tras cada inicio de línea. Kounde lideraría el eje de la defensa, resituado en su mejor posición, demostrando que si su altura fue algún día objeto de debate para ser central, a él le da igual. Anticipó, robó y masacró cada intento de sabotaje. El Barça compitió desde la defensa, haciéndose gigante, pese a que arriba pareciese pequeño.
Y es que sin Pedri el equipo no tenía vías para descansar con balón, como si tras cada pase faltase algo, un mensaje. Ahí De Jong tuvo que empezar a bajar, perdiendo altura y dejando la banda derecha con Raphinha demasiado solo, en un contexto que expuso sus limitaciones a la hora de poder generar en desventaja. El equipo, como de costumbre, encontró en la presión adelantada su mejor aliado, un robo sobre Camavinga propició el único tanto del encuentro. Y es que Xavi entendió que, sin argumentos reales para hacerse dueño del balón ni para amenazar al espacio, le quedaba confiar en aquello que le viene funcionando. Y dio frutos.
La importancia de Xavi reside en que él, como líder de un relato que ha vertebrado la historia del club, sepa ganar de otras formas, validando otras propuestas. Lejos de morir con sus ideas, como dijo Jagoba Arrasate a Relevo, aquí se viene a sobrevivir, y el técnico del Barça aceptó de buen grado el reto, revistiendo a su equipo de un armazón infranqueable (0 disparos a puerta de los blancos) y con un barniz a equipo maduro que era justo lo que necesitaba el equipo en ese momento. El Barça, tras dos derrotas seguidas y sin sus mejores jugadores, no necesitaba ganar en el discurso, sino demostrarse que puede competir de otra forma aunque la voz le tiemble.