Endrick y Valverde salvan al Real Madrid del siniestro total y dejan al Celta sin premio con polémica
El brasileño por partida doble y el uruguayo marcaron en la prórroga para darle el pase a cuartos al equipo blanco.

Un primer espada y luego un actor secundario. En el Real Madrid nunca sabes quién va a aparecer, porque Mbappé lanzó al equipo a la victoria y cuando parecía tenerla en el bolsillo, el Celta le dio la vuelta sobre la hora para desatar los nervios. En la prórroga, cuando la amenaza de los penaltis sobrevolaba la cabeza de Lunin y Ancelotti, Endrick marcó un golazo y salvó al equipo de la quema. 5-2 para conseguir el pase a cuartos de Copa con muchas dudas, alguna buena noticia y mucha polémica para un Celta que mereció mucho y se fue sin nada. Además del francés y el brasileño (2) marcaron Vinicius y Valverde. Para los vigueses, Bamba y Marcos Alonso.
Antes incluso de que la pelota empezase a rodar, la afición demostró su malestar. Tres principales objetivos en su diana: Lucas Vázquez, Tchouameni y Ancelotti. Aunque los pitos y los abucheos fueron generalizados, se cebaron con los más señalados tras la goleada en el Clásico. Entre esto, la hora y el frío, el equipo salió aturdido al terreno de juego. El once de Carletto, con seis cambios, tardó en caer en el partido. El Celta, con fútbol y fe, se creyó desde el minuto uno que podía meter mano a los merengues y agudizar su crisis. Le faltó acierto, pero no oportunidades para hacerlo.
El Madrid empezó a mandar pasada la media hora de juego y en el 36 sucedió la jugada que cambió el partido. Se pasó de un posible penalti sobre Swedberg, el más incisivo de los vigueses, a un gol de Mbappé en apenas unos segundos. Primero, el sueco se infiltraba en el área rival y tras un rechace, trataba de regatear a Lunin y acababa en el suelo. Parece que el portero lo toca, pero Martínez Munuera lo considera insuficiente para señalar penalti.
Diez segundos después, la pelota caía en los pies de Mbappé en la medular. Algunos jugadores todavía protestaban la acción con el de Bondy montando en la moto. Se escoró a la banda izquierda y a partir de ahí, se volvió imparable. 23 segundos después del posible penalti, regateaba a Javi Rodríguez con facilidad y fusilaba a Iván Villar. Tan potente fue el disparo como la celebración, esto último en sentido figurado. El francés enseñaba el escudo mientras gritaba a la grada y hacía no con el dedo, como queriendo dejar claro que del Madrid no se puede dudar.
El Madrid se marchó al descanso en ventaja, pero enrarecido por lo que había sucedido. Quizás por eso quiso despejar la duda al poco tiempo de salir del vestuario. De nuevo Kylian agarraba la pelota cerca del centro del campo y, tras romper a un rival, lanzaba en velocidad a Brahim que le dejaba en gol en bandeja a un Vinicius que definió a placer. 2-0 para calmar las aguas en el campo y en la grada.
No paró de intentarlo el Celta, que nunca se le podrá acusar de no ser valiente. No cuesta percibir que si el equipo de Giráldez ha enamorado al celtismo no es sólo por la presencia de canteranos o el talento de algunos de sus futbolistas. El de Porriño quiere que su equipo luzca ofensivo a la par que ordenado, y lo consigue. De hecho, siempre consigue complicar al Madrid.
Así consiguió igualar el resultado en los minutos finales. Después de un gol anulado a Güler por fuera de juego de Vinicius, en el otro lado del campo, Camavinga con un grave error y Bamba decidieron ponerle picante al partido. El primero regaló la pelota al rival prácticamente en su área y su compatriota, que tiene un acuerdo con Chicago Fire, anotó 2-1 en el 83'.
Le entraron los nervios al Madrid, que se veía en cuartos y, diez minutos después, se complicó la vida. En el 91' Asencio, agotado por el esfuerzo, cometía un innecesario penalti sobre Bamba, de nuevo protagonista. Marcos Alonso asumía la responsabilidad y como el que lanza en el jardín de su casa marcó el 2-2 con un disparo raso, engañando a Lunin.
La prórroga ponía a prueba la entereza de los de Ancelotti. El temblor de piernas no pasó tras el descanso y Asencio, Camavinga o el propio Lunin estuvieron a punto de protagonizar una desgracia en el primer tiempo. También Rüdiger, al que un fuera de juego le salvó de cometer un penalti por mano.
El hombre que cambió el signo del partido fue Endrick. El brasileño le dio al equipo la garra que le faltaba y el gol que tanto necesitaba con un disparo seco desde la frontal del área. No lo ha pasado bien el brasileño, que se desquitó con un trallazo imparable para Villar. Normal la rabia en su celebración, lanzando por los aires las dos camisetas que llevaba. El don de la oportunidad del ex del Palmeiras es para estudiarlo.
Para sentenciar el marcador, apareció Valverde. El cañón del uruguayo ya acumula ocho goles esta temporada. Llegaba tocado, pero nada le para, y en el segundo tiempo de la prórroga llevó la calma al Bernabéu con un disparo tremendo que se colaba por la escuadra, igual o más fuerte que el de fuerte que el de Endrick. El brasileño, de tacón, ponía el definitivo 5-2.
No se quita las dudas pero si las disimula. El Madrid se mete en cuartos donde esperan Barcelona, Atlético, Osasuna, Getafe, Valencia, Leganés y Real Sociedad. Va a necesitar algo más Ancelotti para calmar las aguas, pero la Copa del Rey puede servir de reivindicación.