REAL MADRID

Así es un contrato para un concierto en el Santiago Bernabéu: el Real Madrid gestiona el vip, el catering y se lleva un porcentaje del merchandising

Relevo accede al contrato del concierto de Duki en el que el club blanco impone casi todos los gastos al productor del evento.

Un concierto en el estadio del Real Madrid. /EFE
Un concierto en el estadio del Real Madrid. EFE
Jorge C. Picón
Gonzalo Cabeza

Jorge C. Picón y Gonzalo Cabeza

El estadio lleno con decenas de miles de personas cantando al unísono el mayor hit de un cantante de moda. La idea del Real Madrid era que esa imagen se repitiese con frecuencia en el Santiago Bernabéu, un campo de fútbol que se quería convertir en un gran centro de ocio para la ciudad. Los problemas posteriores, relacionados con el ruido, han desbaratado la historia, pero el club blanco lo tenía muy pensado para optimizar los ingresos posibles por el alquiler de sus instalaciones y evitar cualquier posible inconveniente. Solo hay que escrutar el contrato para el concierto de Duki, celebrado el 9 de junio y al que ha tenido acceso Relevo, para saber que estaba todo planeado al milímetro.

El documento consta de 19 páginas repletas de cláusulas y detalles de interés. El contrato se firma meses antes de la realización del evento y el Real Madrid está representado en el mismo por José Ángel Sánchez como Manuel Redondo como representantes del club. Son los dos ejecutivos más importantes del club y las personas de máxima confianza de Florentino Pérez.

Lo que llama la atención cuando se observan las cláusulas es la capacidad que tiene el Real Madrid para delegar cualquier tipo de gestión o consecuencia sobre el evento en los organizadores del mismo. El club blanco cede la joya de su corona a cambio de unos buenos ingresos fijos y una cantidad también preestablecida por cada entrada (1,5 euros) por el uso del mismo.

En este sentido, es destacable que el Real Madrid se asegura saber exactamente cuántas entradas se venderán. No hay engaño posible pues el club blanco puede requerir directamente a las plataformas que se dedican a la venta de entradas (empresas como Onebox, que trabaja habitualmente con el club, o Ticketmaster, otro gigante de la distribución) los datos actualizados.

En el redactado del contrato se especifica que el productor "garantizará al Real Madrid el permanente y absoluto control informático de todas y cada una de las entradas que se emitan y pongan a la venta". Y establece también que el club tendrá "derecho a solicitar directamente en cualquier momento un extracto por escrito del estado de las ventas". Las compañías especializadas en distribución de boletos quedan obligadas a "remitírselo a la mayor celeridad posible".

La cláusula que establece todo esto señala que es el organizador del concierto el que tiene que aleccionar a esas compañías de ventas y que el Madrid podrá solicitar la información "tantas veces como considere oportuno". El nivel de detalle es tal que hasta se determina que los tickets no podrán tener publicidad de ningún tipo salvo que el productor consiga algún patrocinio, algo que se desarrolla en otro punto del contrato.

El aforo máximo que se refleja en el contrato es de 64.000 espectadores, aunque se establece primero una venta algo menor en la que se especifican el número de entradas por categoría y la cantidad de las mismas. El Madrid se reserva el 1% de ese aforo y en su exigencia incluye las localidades que pertenecen al Palco. Además, excluyen todo lo que está considerado VIP, ya que eso lo explota aparte el propio club y se queda del 80% de lo que se gane con las mismas.

Otros ingresos para el Madrid

Pero está muy lejos de ser el único ingreso que se asegura el Real Madrid. En el punto sexto del contrato al que ha tenido acceso Relevo se explica cuál es la política sobre el merchandising que se venda del concierto. El club se reserva designar las áreas en las que se pueden vender recuerdos del evento, pero no se quedan así, también se aseguran un 20% de las ventas. Es decir, esa camiseta de la gira en la que venían las paradas del tour y la foto del cantante también deja algo de dinero para las arcas del club.

Hay otra pata importante entre los ingresos del Real Madrid. Todo lo relacionado con el catering del evento queda en sus manos, es decir la explotación de los puestos de comida y bebida serán para el negocio del club.

En este punto hay dos detalles curiosos que demuestran el nivel de detalle que maneja el club en sus contratos con un proveedor. Por un lado, en el primer punto especifican que el productor "evitará el acceso del público asistente con envases de cualquier otro tipo, en la medida en la que las autoridades aprueben dicha medida". Es decir, el Madrid no solo quiere vender la comida del evento, sino que se asegura de que nadie pueda meter desde fuera algo para pasar las horas.

El otro detalle curioso es que el Real Madrid dará de comer a los 64.000 espectadores, pero se dejará por el camino al más importante: el propio artista. "Queda exceptuado el servicio de restauración que se pone a disposición del artista y cualquier otro en su backstage y para el personal del montaje del espectáculo", relata el punto 3.3 del contacto. Es decir, si el artista es un poco divo y quiere pedir ostras y faisán, no será cosa del club proporcionarlo.

El montaje

Un concierto de esta magnitud son dos o tres horas de disfrute precedidas de unos cuantos días de montaje. Todo lo relativo a ese momento, el de la creación de un escenario y un entorno correcto para que el artista pueda brillan, está minuciosamente especificado en la cláusula cuarta del contrato.

La empresa que organiza el concierto debe anunciar con 90 días de antelación los planes para el concierto para que el club analice si el proyecto es viable. Desde la firma del contrato, miembros de la empresa productora pueden ir a inspeccionar el estadio las veces que quieran, pero siempre en compañía de algún empleado del Madrid con "conocimiento técnico suficiente" para guiarles.

Los tiempos de montaje como tal son cortos. Cuatro días para colocar la escenografía y un día y medio para retirarla, aunque esto último puede ampliarse a tres días si no hay en el estadio ningún otro evento en los diez días siguientes.

Mientras se monta, por supuesto, el ritmo no para en el Bernabéu. El club informa en el contrato de que el Tour por el estadio se seguirá realizando con normalidad y se cuenta que "intentará evitar en la medida de lo posible" que se tomen fotos por parte de los turistas que estén haciéndolo, pero si eso ocurre mala suerte, no será en ningún caso causa de reclamación para los organizadores.

Algo similar ocurre con los restaurantes del estadio, el Madrid se compromete a que durante el evento estén cegadas las vistas al campo, pero se mantienen abiertos y en ningún caso podrán ir contra el club en caso de filtrarse alguna imagen antes del concierto por culpa de estos espacios.

El contrato que liga al organizador con el Real Madrid tiene una buena verborrea legal para establecer los posibles daños que pueda sufrir el Bernabéu. Como es lógico, el club quiere salvaguardar la integridad de la instalación y es muy detallista en todo lo relacionado con la conversación del estadio. Hay un peritaje previo y el organizador tiene que restañar cualquier daño que no sea el propio del uso habitual. De hecho, en el redactado se especifican algunas de estas cuestiones que no podrá reclamar el Real Madrid: "escapes de agua, pulsadores que no funcionan, cisternas que no actúan correctamente etc".

Todos los gastos para el productor

El séptimo punto del contrato desarrolla el uso de las instalaciones, y en él se establecen casi todas las obligaciones que contrae la empresa que lleva al cantante. Sobre los productores recaen "todos los costes que puedan producidos, sean generados directa o indirectamente por la celebración del concierto".

El Madrid ofrece sus proveedores habituales al alquilado (limpieza, seguridad, acomodación) al precio por hora al que el propio club suele contratarlos para organizar sus partidos u otros eventos. Ahora bien, es responsabilidad del organizador prácticamente todo. Este es un listado de las cosas que tiene que pagar el productor, aunque, como también dice el contrato "a título enunciativo, no limitativo": transporte, montaje, desmontaje, personal de servicio, técnicos, sonido...

Como si al club blanco le diese especial miedo lo que pueda pedir el cantante de turno, le dedica un punto concreto, el 7.3: "Todos y cada uno de los requisitos de adecuación, habilitación o prestación que puedan requerir los artistas y/o sus representantes serán previamente comunicados y autorizados por el Real Madrid y correrán a cargo exclusivo del productor".

En el contrato, lógicamente, también hay un desarrollo pormenorizado de todo lo relativo a la seguridad, que suele ser uno de los puntos candentes en este tipo de eventos. Todo depende de los organizadores, que tienen que presentar al Madrid un plan de seguridad con dos meses de antelación y hacer las gestiones necesarias con las autoridades. El Madrid puede hacer modificaciones del mismo para minimizar el riesgo del evento.

Pero no es solo una cuestión de seguridad física, el Madrid también busca salvaguardarse en la medida de lo posible por el flanco jurídico y, a tenor de lo visto en los meses posteriores, tiene cierta lógica que en el contrato se especifiquen ese tipo de cosas. El Madrid se desentiende del IVA de las entradas y también de la obtención de licencias por derechos como las que pueden derivar de la SGAE.

En esa cláusula, la novena, hay un punto clave para todo lo que se está viviendo estos meses, que es la imposición de la responsabilidad en el organizador: "Será responsable a todos los efectos de tramitar y obtener las licencias y autorizaciones anteriores, debiendo de responder ante cualquier sanción, multa o incidencia que se derive para el caso del incumplimiento anterior, manteniendo indemne al Real Madrid en todo momento".

Es un concepto que se reitera en la cláusula décima, dedicada al "mantenimiento de licencias legales, seguridad social y responsabilidad civil" en el que se habla de la contratación de seguros y las cargas contraidas por las partes en estas materias. También en el fraseado de esta parte el Madrid se cura en salud. "Mantendra indemne al Real Madrid o bien procederá a resarcirle de cuantos daños y perjuicios puedan ocasionársele, por cualesquiera o bien procederá a resarcirle de cuantos daños y prejuicios puedanocasionarle por cualesquiera obligaciones incumplidas por el organizador de sus deberes como empresario, con sujeción en todo caso a los límites y condiciones previstos por la normativa".

Y, por si esos artículos no fuesen suficientes, en la cláusula decimoséptima se hace una prevención más, quizá la más importante: "Si durante la vigencia del contrato, y en caso de que alguna de las actuaciones de la productora o los terceros, proveedores o asociados a él, fuese contraria a derecho y/o fuese contraria a la regulación o la lefislación vigente, ocasionando un perjuicio al Real Madrid en forma de sanciones, ruptura, pérdida de servicios, la empresa será responsable por la totalidad de las pérdidas".

El contrato al que ha tenido acceso Relevo finaliza con un puñado de cláusulas habituales en cualquier documento de este tipo: protección de datos, notificaciones, cumplimiento normativo, causas de fuerza mayor... En esa parte, más estandar, se incluye también una cláusula particular para Real Madrid Estadio SL, la subcontrata que gestiona ordinariamente la instalación, casi para que se de por enterada de lo que se cuenta. De hecho, su consejero delegado es uno de los signatarios del documento junto con Sánchez, Redondo y el representante del organizador del concierto.

Y así, en Madrid, se firma un contrato millonario para que esos miles de fans puedan cantar a coro los mayores hits del artista en cuestión.