EL FÚTBOL DE 'MENDI'

A los clubes modestos, a veces, la Copa les estorba y jugarla es más un castigo que un premio

Mendilibar, en una eliminatoria copera como entrenador del Valladolid ante el Nástic, en el José Zorrilla, el 25 de octubre de 2006. /EFE
Mendilibar, en una eliminatoria copera como entrenador del Valladolid ante el Nástic, en el José Zorrilla, el 25 de octubre de 2006. EFE

Del Mundial a LaLiga pasando por la Copa del Rey. Otra vez tenemos que escribir sobre la velocidad del fútbol, Ha sido una semana de emociones fuertes para clubes como el Cacereño que ha recibido un segundo premio gordo. El primero fue eliminar al Girona y el segundo será recibir al Real Madrid. Sobre esta competición, a la que no se le puede negar la emoción, siempre he mantenido unos sentimientos enfrentados: los del corazón y los del cerebro. Por un lado, me pongo en la piel de todos esos clubes modestos que son felices por un día cuando tienen la fortuna de enfrentarse a uno de los grandes del fútbol español y, por otro, me pongo en mi misma piel cuando con el Eibar, el Valladolid, Osasuna o Levante... tenía que enfrentarme a un club de Segunda B o incluso a uno de Segunda, aunque fuera tu misma categoría.

Tengo que reconocer que en bastantes ocasiones la Copa era más un estorbo que una motivación. La vida nos la jugábamos en la Liga, ya fuera porque estábamos luchando por ascender o por no descender y esos partidos entre semana, con sus correspondientes viajes, te provocaban muchos dilemas. No era cuestión de 'tirarlos' descaradamente y, entonces, lo que se intentaba era poner a los que jugaban menos en el campeonato. Como entrenador podía pensar que era un premio para ellos, pero, a la hora de la verdad, me daba cuenta de que también podía ser un castigo o un 'marrón' porque si perdías con un club de menor categoría quedaban en evidencia: no jugabas en la Liga y encima salías en la Copa y perdías. Difícil de digerir, pero, claro, también tenías que dar descanso a los más habituales.

Lo que sí tengo que reconocer es que me gusta este formato de competición a partido único. Incluso lo llevaría hasta la final. Incluiría las semifinales. Lo que no me gusta es que los clubes que juegan la Supercopa de España, que ahora son cuatro, queden exentos en las primeras rondas. ¿Por qué? Si sus fechas no coinciden con las de Copa. Preferiría que todos los equipos entraran desde el principio y así los modestos tendrían más oportunidades de recibir en su casa a uno de estos grandes y me refiero sobre todo al Real Madrid y al Barcelona.

A nivel particular, mis primeros recuerdos de la Copa son de la final que jugaron el Athletic y el Castellón en el Vicente Calderón. Fue en el año 73 y yo tenía 12 años. Me acuerdo que la escuché por la radio. En el Athletic, entre otros, jugaba Txetxu Rojo que acaba de fallecer y me sumo al sentimiento de toda su familia y de la afición bilbaína y en el Castellón estaba Vicente del Bosque. Aquello fue una fiesta para todo Vizcaya. Ganar la Copa para el Athletic era como una tradición. Aquel equipo casi se recitaba de memoria con Iribar en la portería, los Sáez, Larrauri, Guisasola, Lasa, Villar, Uriarte, Antón Arieta...

Con Txetxu Rojo coincidí en Lezama. Él era entrenador del primer equipo del Athletic y yo estaba entrenando al cadete. Ya le tenía en la memoria como jugador porque en aquella época destacaba por su calidad individual. Tenía golpes de genio. Su zurda era de seda, se decía en San Mamés. Tenía un buen regate y un buen golpeo. Era 'un guindilla' para el contrario porque te buscaba las vueltas. El mero hecho de ser jugador de un solo club ya indica su trascendencia en la historia del Athletic, pero también tuvo sus más y sus menos con la afición porque era de esos futbolistas que no se callaba y de vez en cuando algún gesto hacia la grada ya se le escapaba...

Y volviendo a mis experiencia coperas no puedo obviar, aunque sea desagradable y poco edificante, que yo jugaba en aquel equipo del Sestao que se enfrentó al Real Madrid en una eliminatoria de 16avos en la temporada 87-88 (11-10). Como todo el mundo se puede imaginar para nosotros ver a los blancos con la Quinta del Buitre, Camacho, Santillana, Buyo, Hugo Sánchez, Beenhakker de entrenador... en Las Llanas fue un acontecimiento. Estábamos en Segunda. Nos entrenaba Irureta y tenía como compañeros a los Primi, Chato Núñez, Arrien, Ribera, Albístegui, Sabin Bilbao... Un equipo de carácter, peleón, como se debía ser... en aquellos tiempos.

El partido iba empate a cero y estábamos aguantando bien al Madrid. Debían quedar 15 minutos cuando se iba a lanzar un córner contra nosotros y una botella alcanzó a Hugo Sánchez en la cabeza. La realidad es que nos asustamos un poco todos porque le dio de lleno en la zona del parietal. El médico del Madrid entonces era Pirri, el ex internacional, y el árbitro, García de Loza. Tras retirar al jugador en camilla, el partido se continuó jugando. Cuando acabamos, nos enteramos que le habían dado 11 puntos de sutura allí mismo, en el estadio, y que la botella que le alcanzó era grande, de cava. Pasamos un mal rato. Lo que tenía que ser una fiesta casi se convierte en una tragedia. Detuvieron al agresor y al Sestao le sancionaron con una multa económica fuerte (75.000 pesetas) y con el cierre de Las Llanas por tres partidos. En la vuelta, en el Bernabéu, nos metieron tres. No jugué. Me dieron descanso. Entonces nos interesaba más la Liga, lo que hablábamos antes y estamos hablando de los 80...