Simeone se enmaraña, pero le sale bien la última maniobra... Saúl

Este Atlético de Simeone continúa siendo un paraíso para los amantes de la pizarra. Para los de la clásica de tiza de toda la vida; para los que prefieren la magnética de botones y para las que ya apuestan por las de Inteligencia Artificial. Simeone vive en un edén de variantes tácticas. De cambios posicionales... Cada partido es un frenesí de idas y vueltas. Ahora te pongo aquí y dentro de cinco minutos, allí. Al final, ser jugador del Atleti no debe ser fácil. Tienes que estar preparado para todo. Para adaptarse al puesto que te corresponda en cada situación, sea el tuyo natural, o no.
En Villarreal, al Cholo le salió bien la última maniobra. El quinto cambio, Saúl, con siete minutos por delante. Le sobraron tres. Los suficientes para mandar un pase a la red. Maravilloso su gesto técnico con la izquierda, su pierna buena. El canterano que se acerca al final de su carrera como rojiblanco tiró de experiencia y de la calidad que durante tanto tiempo llevó dentro. Solo así se puede explicar que eligiera ese golpeo en un momento tan crítico y rodeado de tantas camisetas amarillas. Un gol que devuelve a su equipo a ese cuarto puesto que ya ha pasado a ser una obsesión más que un mínimo deseo.
Hasta ese último recurso de emergencia, el técnico rojiblanco había estrujado el posicionamiento de sus hombres hasta la extenuación. En la primera apuesta, la del once titular, se agarró a Giménez en defensa y a Barrios y Lino en el mediocampo. Más músculo. Más dinamismo. Más sentido de la profundidad. El suficiente para poder haber sentenciado el partido en la primera media hora. No lo hizo porque no aprovechó las ocasiones que tuvo y, como suele ser normal fuera de casa, acabó a merced de un Villarreal que supo agarrarse el partido por una sencilla razón: en el último cuarto del campo tiene delanteros que además son futbolistas de muchos quilates: Gerard, Sorloth y Guedes.
La primera maniobra táctica de Simeone, en el descanso, tendrá la explicación que el técnico quiera dar, pero no es fácil de entender desde fuera. Ni aunque Riquelme pudiera tener problemas físicos. Una de las suyas. Un central por un carrilero de largo recorrido. Bien es verdad que donde Riquelme se colocó Lino, que lleva toda la temporada jugando ahí, pero para que Savic ocupara el puesto de central derecho, se sucedieron media docena de movimientos posicionales. Witsel pasó de ahí a mediocentro, donde estaba Koke, que se colocó a su vez de volante derecho, posición en la que estaba Pablo Barrios, que se trasladó a medio izquierdo. Y Griezmann que, en la primera parte, se había dejado caer por posiciones centrales, intercambiándose con Lino la zona del mediapunta, pasó a tapar la banda derecha.
Se notaba que el Atlético ya mandaba en el marcador. La reestructuración tenía, como casi siempre, tintes defensivos. El equipo pasó del 1-3-5-2 al 1-5-4-1. El Villarreal pasó a dominar el partido. Lo empató. Y lo podía haber ganado, como el Atlético en el primer tiempo. Asimilando, que es gerundio, que su revolución del descanso no funcionó, en el minuto 65, el técnico argentino consumó otros tres cambios. Otro zafarrancho. Azpilicueta al lateral derecho; Llorente, volante diestro. Koke volvía al mediocentro y Correa se dividía entre la banda derecha para defender y la segunda punta para atacar. Con Morata, que estiró el equipo, no se complicó la vida. Se puso donde Memphis. Mejoró el rendimiento. El Atleti volvió a asomarse al campo contrario y en el intercambio de golpes, el último recurso, Saúl, acertó con grandeza. Posiblemente su entrada al césped iba encaminada a ver si pillaba algún balón aéreo, aprovechando su buen juego de cabeza, o incluso algún remate de media distancia que hiciera bueno su notable golpeo... Lo menos esperado es lo que pasó, que Saúl, para gloria del Cholo, marcara con un pase sutil a la red. Ni de cabeza, ni de remate potente.
¿Saben quiénes fueron los dos únicos jugadores rojiblancos de campo que acabaron en la misma posición que comenzaron? Giménez y Reinildo. Todos los demás o fueron cambiados o variaron su demarcación. Oblak tampoco se movió de la portería. Que conste en acta. ¡Viva la pizarra, pibe!