Varsovia: la nueva 'casa' del Shakhtar y de miles de ucranianos
La capital polaca ha recibido a más de 300.000 refugiados y da asilo al equipo de Donetsk.

La última vez que el Real Madrid visitó Varsovia fue en el 2016. Entonces, el equipo blanco se enfrentaba al Legia en un partido que acabó 3-3. La ciudad ha cambiado desde aquello, y el contexto de la visita es también muy diferente. Para empezar, el rival ni siquiera es polaco, sino ucraniano. Y está, la capital y urbe más poblada del país, ha sido asilo de millones de refugiados que han huido del conflicto bélico que asola su territorio. Muchos de ellos estarán mañana en el Estadio del Ejército Polaco, tratando de encontrar una distracción del horror que viven todos los ucranianos.
Se estima que más de tres millones han cruzado la frontera desde que comenzó el conflicto y unos 300.000 se han establecido en Varsovia. Es inevitable ver por la calle grupos de ucranianos que tratan de ayudar a su país desde la distancia. Chicos pasean por el centro con urnas y banderas amarillas y azules para conseguir fondos. David, uno de ellos, asegura que va a ver el Shakhtar-Real Madrid, pero desea que ganen los segundos. Es de Lugansk, uno de los focos más 'calientes' de la guerra. Recuerdo que allí jugó Lunin y, cuando se lo nombro, se le ilumina la cara: "The best", dice con firmeza, haciendo uso del poco inglés que maneja.
Los ucranianos ayudan desde la distancia
Otros se concentran en el Palacio de la Cultura y la Ciencia. Allí hay una gran furgoneta que conducirá Viktor hacia Kiev (más de 10 horas de viaje). La misma va cargada de ayuda para sus compatriotas, como ropa, mantas o comida. Olana y su hija, Anna, han llevado algunas cosas que tenían en su casa. La pequeña se maneja mejor en inglés y me dice que no son refugiadas, ya que llevan en Polonia desde hace años, pero eso no es excusa para no ayudar. Ninguna de las dos parece preocupada por la visita del Shakhtar a Varsovia. Evidentemente, hay cosas más importantes que el fútbol en este momento.

El domingo, un grupo que mezclaba ucranianos y polacos se reunía enfrente del Palacio Presidencial. Pedían la paz mientras cantaban canciones, que sonaban a lo largo de la calle gracias a un altavoz. Portaban banderas y pancartas, manteniéndose firmes durante horas como si de un ejército se tratase.
En las actividades del día a día, los ucranianos también se han adaptado. Damian, que trabaja en una escuela de fútbol en Varsovia, asegura que en cuestión de dos meses se apuntaron más de 70 niños a diferentes equipos. Sin embargo, también recalca que muchos de ellos ya han emprendido el viaje de regreso a su país, a zonas alejadas del conflicto.

No es de extrañar ver banderas polacas y ucranianas juntas en puestos por la calle. Tampoco banderas de ambos seleccionados, fundiéndose el rojo y blanco de un país con el amarillo y azul de otro. Los locales han recibido con un respeto y dedicación ímproba a gente que lo estaba pasando muy mal. La población de la ciudad es ya un 10% ucraniana, pero no siempre es fácil diferenciarlos de los polacos. La comunión es total, lo que habla muy bien del trato que se están dando entre vecinos.
El Legia les abrió la puerta
El Shakhtar ha encontrado en Varsovia un hogar y en el Legia un club amigo. El club más importante del país hizo lo posible para que los de Donetsk pudiesen jugar aquí. "El tema de la programación fue uno de los problemas. No podíamos garantizar seis espacios para partidos en casa porque ya teníamos contratos para otros eventos. Al final, con la flexibilidad de nuestro equipo comercial, se decidieron cuatro posibles fechas que podrían disputarse. La UEFA acordó "ajustar" los partidos en casa en estas fechas específicas , dice Tomasz Zahorski, presidente de la junta directiva del Legia al medio polaco TVP.

El encargado de iniciar las negociaciones por parte del Shakhtar fue el director deportivo, Darijo Srna. Primero hubo una visita para conocer tanto el campo como el centro de entrenamiento, a las afueras de la ciudad. Se formalizó una propuesta, que en un principio incluía también los partidos de la liga ucraniana, aunque el gobierno decidió que estos se disputaran dentro del país. Finalmente, se pudo llegar a un acuerdo.
Mientras todos esperan que este conflicto llegue a su fin (algo que no parece probable), Polonia sigue acogiendo refugiados. Los ucranianos se adaptan a una nueva y cruda realidad mientras cooperan desde la distancia de la manera más solidaria posible. Varsovia se ha transformado en el ejemplo de paz en el que se debe vivir.