PSG - GIRONA

Los 150 segundos en los que el PSG persiguió sombras y el Girona demostró que la Champions no le asusta

Los de Míchel cerraron una muy buena primera parte en la que dejaron una jugada para el recuerdo, en la segunda parte resistieron prácticamente hasta el final.

Bryan Gil fue uno de los principales argumentos ofensivos del Girona en el primer tiempo./AFP
Bryan Gil fue uno de los principales argumentos ofensivos del Girona en el primer tiempo. AFP
Jordi Cardero

Jordi Cardero

No importa el rival. No importa el escenario. Sea en Tenerife o en el Parque de los Príncipes. Hay principios que el Girona no negocia y uno de ellos es jugar bien al fútbol. El himno de la Champions no intimidó, aunque los primeros minutos fueron para el Paris Saint-Germain. Durante el primer cuarto de hora, los catalanes aguantaron y Míchel apenas se inquietó, respetando el proceso de ebullición de los de Luis Enrique.

Pero luego volvió a ser él. Alzó los brazos para protestar no bajar a la transición defensiva, para exigir no regalar balones y ser atrevidos. "Queremos ganar el partido. Solo pido dar nuestra mejor versión. Necesitamos ser un equipo reconocible. Si es así, seré feliz", pedía en la previa. A partir del cuarto de hora, el Girona se convirtió en el Girona y deshizo la presión parisina, una de las más efectivas de Europa.

A la media hora de juego, el Girona encadenó la posesión más larga del partido. Robó en balón en el sector derecho y no lo soltó hasta 150 segundos después. La posesión, como si se tratara de un entrenamiento más en Vilablareix, el pequeño pueblo donde se cocina una de las mejores propuestas del continente, acabó en zona de ataque. Terminó la jugada Miguel Gutiérrez en el pico del área del PSG. El centro, que ya saboreaba la cabeza de Stuani, acabó en las manos de Safonov.

Durante ese puñado de segundos, el Girona robó en campo propio, llegó al del PSG y luego congeló el juego. Apareció Miguel por dentro, donde tanto le gusta corretear, Van De Beek picó al espacio para alargar a los parisinos y Oriol Romeu volvió a ser el de siempre. Con Iván Martín y Tsygankov mezclándose por dentro, el Girona se olvidó del escenario y simplemente disfrutó. El PSG no encontró respuesta a la cadena de pases y el Girona usó el balón de oxígeno.

Gazzaniga, al que por los gritos nerviosos de París pocos parecen conocerle, arriesgó como siempre. Permitiendo al rival acercarse a presionar y sin temblar en ningún momento. Como 24 horas antes, cuando saltó a pasear por el Parque de los Príncipes mate en mano. El Girona superó el reto de los primeros 45 minutos, la prueba del algodón. No aguantó el chaparrón, sino que se impuso. La identidad es el mayor patrimonio de este equipo.

En el segundo tiempo, el Girona perdió el balón y poco a poco se le fue acabando el aire. Apenas pisó campo rival, pero estaba siendo capaz de resistir cerca de Gazzaniga. Al portero, que tantas veces salvó al equipo en jugadas clave, se le escapó un balón por debajo de las piernas que significó el 1-0. El Girona perdió en el resultado pero dejó una imagen representativa.