REAL MADRID 5 - DORTMUND 2

Un movimiento de Nuri Sahin que se convirtió en el mejor aliado del Real Madrid

El entrenador del Borussia Dortmund hizo un buen planteamiento de partido, pero se estrelló cuando decidió echarse atrás.

Nuri Sahin, en el banquillo del Bernabéu. /EFE
Nuri Sahin, en el banquillo del Bernabéu. EFE
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

La cosa terminó en fiesta blanca, goleada a uno de los cabezas de serie —junto al Liverpool— que le habían tocado en suerte en el sorteo y un recital de Vinicius de esos que refuerzan todos los argumentos de quienes les elogian. Terminó así y se hablará de la épica del Real Madrid, porque algo de eso hay, pero para llegar a ese punto, el de la transmutación del dolor en euforia, algo tuvo que hacer Nuri Sahin.

El técnico turcoalemán lleva unos meses en el Borussia Dortmund, este era su primer gran partido europeo. Sustituyó a Terzic, con todo el riesgo que tiene suceder a un subcampeón de Europa. Como la labor de un técnico es diversa y rica en detalles, en su caso es fácil ver un buen planteamiento y un pésimo control de los nervios. Se puso 0-2 en el Bernabéu y no fue capaz de mantener la calma. Creyó que la manera de llegar con ese resultado al final era armarse más atrás, quitar a los desequilibrantes y meter un poco de cemento.

Entró Waldemar Anton por Gittens y el mensaje se podía leer en las estrellas. Un defensa por uno de los goleadores, un extremo con muy buena pinta que se va, un jugador poco refinado y que solo tiene el físico como argumento.

Hacer cambios es también mandar mensajes, al equipo propio y al rival. Sahin le estaba diciendo al Borussia que lo mejor que les podía pasar era que no se jugase más, que ese 0-2 era lo mejor a lo que podían aspirar. Al Madrid, que es un club muy aplicado, que entiende de estas cosas, le estaba diciendo que se podían preocupar algo menos de lo que les pasaba a la espalda, algo en lo que esta temporada están sufriendo. Dejar vía libre a jugadores como Vinicius para que pierdan el miedo y se desfoguen es como firmar una sentencia de muerte.

A los siete minutos de esa fatídica decisión el Real Madrid ya había empatado la contienda. Y quedaba media hora para seguir remando. Las cartas ya estaban marcadas, los blancos tenían enfrente un equipo algo peor, el Borussia, si quería molestar, tenía que hacer esfuerzos todavía más grandes.

Las siguientes decisiones tampoco sirvieron para mejorar la cosa, el Madrid se había montado en la motocicleta y poca cosa podía hacer el Dortmund para revertir el momento. Entró Pascal Gross —por Malen, el otro goleador— o Emre Çan, jugadores buenos pero que no cambian el rumbo de un partido. Lo que tiene de fondo de armario el Dortmund. El mal ya estaba hecho.

No, no solo fue Sahin, estas victorias no existen si no hay un equipo con talento y coraje, capaz de remontar. No fue solo Sahin, pero desde luego también fue Sahin, una persona que, por unas cosas o por otras, va amontonando malas experiencias en el Santiago Bernabéu.