CHAMPIONS | REAL MADRID - STUTTGART

Detrás del técnico del Stuttgart se esconde parte de la leyenda negra del Real Madrid: "Tres goles, un 9-1... Fue un partido extraño"

Dieter Hoeness, padre del entrenador del Stuttgart, habla con Relevo sobre la debacle del Madrid ante el Bayern en 1980. Él marcó un hat-trick.

Dieter Hoeness, con el Bayern, en 1980. /GETTY
Dieter Hoeness, con el Bayern, en 1980. GETTY
Sergio Gómez
Nacho Encabo

Sergio Gómez y Nacho Encabo

Cuando Sebastian Hoeness (42 años), entrenador del Stuttgart, se acomode esta noche en el banquillo del Santiago Bernabéu no sería extraño que escuchara un crujido, semejante al rechinar de dientes. A sus espaldas lleva grapado uno de los apellidos con más peso del fútbol alemán y que ha originado pesadillas y animadversión, en medidas exactas, en el aficionado del Real Madrid. Aún hay alguno, incluso dentro del club, para quien nombrar a su tío Uli es mentar a la bicha.

Uli Hoeness fue un fantástico jugador del Bayern de los 70, luego manager, después presidente y ahora presidente de honor de la entidad bávara. Su paso por la cárcel por evasión de impuestos no quebró el respeto que infunde entre sus seguidores y tampoco aplacó su vehemencia. Dice lo que piensa. Siempre lo hizo. Lo saben bien en el Madrid, azotado frecuentemente por el látigo de su lengua. "Un día le cerrarán el Bernabéu por deudas", dijo en 2010, su época de más efervescencia que incluyó, incluso, una amenaza de denuncia ante la FIFA por internar fichar a Ribéry, entonces futbolista del Bayern. Él fue una de las cabezas de aquella bestia europea que el club de Chamartín ha logrado narcotizar en los últimos tiempos con su dominio en la Copa de Europa. No todo fue adverso. El Madrid no le podrá agradecer lo suficiente que empujara a Kroos a dejar Múnich.

Esa influencia fue poderosa para Sebastian. Sin embargo, él nace de otra rama robusta del árbol genealógico. Su padre es Dieter Hoeness, hermano de Uli y uno de los jugadores que dejó grabado su nombre en la historia negra del Real Madrid. En 1979 desembarcó en el Bayern tras pasar por el Aalen y el Stuttgart y se convirtió en un delantero recordado. Marcó 145 goles en ocho temporadas (en 1984 firmó cinco en 21 minutos contra el Braunschweig), ganó cinco Bundesligas, tres Copas y fue máximo goleador de una edición de la Copa de Europa (1982) y de la UEFA (1980). En su hoja de servicios también reluce un hat-trick que contribuyó a una de las derrotas más duras de la historia madridista. Un 9-1 que sigue escociendo en la hemeroteca de Chamartín.

Dieter Hoeness, a la derecha, junto a su hermano Uli. GETTY
Dieter Hoeness, a la derecha, junto a su hermano Uli. GETTY

"Marqué tres goles, un 9-1... No fue un partido normal, fue un partido extraño", señala Dieter Hoeness (71 años) a Relevo en un intento de dar contexto a la leyenda y, de paso, quitarse algún mérito. Esa rareza que apunta Dieter tiene que ver con el carácter amistoso del encuentro. Aunque a esas alturas, la amistad entre Madrid y Bayern ya era peligrosa. El partido se celebró el 5 de agosto de 1980, en Múnich. "Recuerdo que nosotros ya habíamos empezado a entrenar y que ellos estaban en un estado de forma, de preparación, diferente al nuestro. Íbamos un paso por encima. No estuvieron al nivel de rendimiento que uno espera del Real Madrid. Fue un partido extraño por eso. Recuerdo que a Rummenigge, a Breitner y a mí nos quitaron en el descanso y aun así el encuentro acabó 9-1", dice. Al finalizar la primera mitad, el marcador era de... ¡7-0! El hat-trick de Dieter fue acompañado con un doblete de Rummenigge y tantos de Breitner, Niedermayer, Kraus y Rautiainen (Cunningham, de penalti, marcó el gol visitante).

Efectivamente, los estados de forma de uno y otro estaban separados por un abismo. El Madrid sólo llevaba ocho días de pretemporada mientras que los alemanes acumulaban tres semanas de trabajo y el inicio de la Bundesliga aguardaba a la vuelta de la esquina. Sin embargo, el dinero pesó más que la prudencia. El club aceptó el amistoso por necesidad económica y vivió una debacle pocos meses después de conquistar la Liga y la Copa. Ni la actuación caserísima del colegiado Walz ni que puntales del equipo como Del Bosque o Juanito no estuvieran sobre el césped sirvieron de excusa.

"Nunca en mi vida me metieron siete goles", lamentó García Remón. "Los alemanes parecían aviones", manifestó García Navajas. "Al Bayern le salió todo redondo", suspiró Pérez García. Un naufragio ante el que el técnico del Madrid, Boskov, le puso distancia y serenidad: "Prefiero perder un partido por 9-1 que nueve por 1-0". Paul Csernai, entrenador del Bayern, no opinó de igual modo: "Yo jamás hubiese aceptado este amistoso".

Aquella derrota abrió una herida en el vestuario del Real Madrid. Aunque no fuera oficial, la mancha fue de sangre. Rummenigge, en una entrevista en As, dibujó perfectamente el contexto: "Fue una humillación en toda regla. Pero nos equivocamos. Breitner llegó al vestuario después de haber marcado su gol, igual que yo, y dijo: 'Estamos locos. La próxima vez que juguemos en el Bernabéu nos van a matar'. Y ese día llegó. Poco después jugamos el Trofeo Santiago Bernabéu y me vi junto a Augenthaler de central porque, de no haberlo hecho, Camacho me hubiese asesinado de verdad. Allí comenzó todo".

"Jugar en el Bernabéu era único. En Múnich aún teníamos la pista de atletismo alrededor del césped y nunca se pudo crear una atmósfera como la que se respira en el estadio del Madrid"

DIETER HOENESS

Dieter Hoeness, con 44 años de perspectiva, no le da más importancia que la que tuvo. Prefiere resaltar la belleza y la dureza de aquellos duelos al anochecer: "Nos hemos enfrentado al Madrid en partidos fantásticos y siempre eran de un nivel muy, muy alto. En mi última temporada jugamos las semifinales de la Copa de Europa contra ellos. Fue una gran experiencia. Ganamos 4-1 en Múnich y después perdimos 1-0 en la vuelta en Madrid. Y nos metimos en la final contra el Oporto, que perdimos 2-1. Me acuerdo del Bernabéu siempre fue algo muy especial. Jugar ahí era algo único e increíble. Múnich también tenía un buen ambiente, pero en aquella época todavía teníamos la pista de atletismo alrededor del césped y nunca se pudo crear una atmósfera como la que se respira en el Bernabéu o ahora en el Allianz Arena. Para mí fue algo fantástico jugar allí. También jugamos varios años el Trofeo Bernabéu. Lo recuerdo con mucho cariño".

Hoy será su hijo Sebastian, al volante del Stuttgart, quien mire desde abajo a las gradas del coliseo blanco.

Sebastian Hoeness, técnico del Stuttgart.  EFE
Sebastian Hoeness, técnico del Stuttgart. EFE

¿Su hijo ya quería ser entrenador desde pequeño?

Sebastian siempre quiso ser futbolista y llegó a serlo. Contaba con el talento, pero no el cuerpo. Tuvo muchas lesiones y con 26 años, más o menos, tuvo que colgar las botas. Pero es cierto que ya cuando jugaba era de esos futbolistas que son entrenadores en el campo. Se sacó la licencia muy pronto. Así que se formó como entrenador y luego empezó a dirigir con 28 años a un equipo de Berlín en la Bundesliga Sub-19. Luego su camino le llevó al Leipzig, a los equipos Sub-19 y Sub-23 del Bayern y al Hoffenheim. Ahora en el Stuttgart está haciendo un gran trabajo.

Su llegada fue clave.

Sí, sí, totalmente. Es un entrenador que trabaja muy bien. Cogió al equipo cuando estaba último de la clasificación. Era el 18º de la Bundesliga, llegó él y lo salvó. El equipo no descendió ¡y la temporada pasada quedaron subcampeones!

Con estos antecedentes y ese apellido, está obligado a ponerle en dificultades al Real Madrid.

Yo no creo que Sebastian esté pensando eso o en lo que significa una victoria. Lo que quiere es que su equipo haga un buen partido, eso es importante para él. Que su equipo juegue bien al fútbol.

Esa directriz, la del juego vistoso y expansivo, es un pilar del discurso de Sebastian. Con contrato hasta 2027, hay quien en Alemania le ha bautizado como el nuevo Hansi Flick. Tendrá una excelente oportunidad de mostrarse a Europa en la primera participación del Stuttgart en la Champions desde la 2009-10. Dieter, ariete de vocación y, además, padre y agente del técnico del Stuttgart, avisa con uno de los grandes peligros del Real Madrid, Mbappé: "Es increíble. Tiene una velocidad fantástica y una técnica de otro nivel. Tiene todo lo que se le tiene que pedir a un delantero. Es rápido y es técnicamente muy fuerte. Puede disparar con la pierna derecha y con la izquierda. Tiene todas las opciones. Pero es verdad que no es un delantero centro clásico. Viene desde el centro del campo o desde las bandas. Eso le convierte en un delantero diferente y difícil de controlar".

Lo verá desde la butaca de un Bernabéu que encontrará muy cambiado en aspecto pero intacto en mística. Ver al tercer Hoeness pisar ese césped merecía un viaje a España.