BARCELONA 1 - ATALANTA 1

La luz de Lamine Yamal no es suficiente para guiar al Barça a la primera plaza

Los blaugrana cierran una liguilla que rozó el sobresaliente con un partido con tramos grises. Los culers no estuvieron bien en defensa y no les valió con el ingenio del de Rocafonda.

Lamine fue el mejor futbolista del encuentro./AFP
Lamine fue el mejor futbolista del encuentro. AFP
Jordi Cardero

Jordi Cardero

La luz de Lamine Yamal no fue suficiente para hacer brillar el fútbol blaugrana. En un partido con muchos tramos grises, la Atalanta cortocircuitó el juego de los de Hansi Flick. El encuentro tendió más hacia lo que buscaba la Atalanta. Aun poniéndose dos veces por delante en el marcador -y sin tener que mirar el de otros estadios- el Barcelona se dejó empatar dos veces. El Barça cierra una liguilla, posiblemente sobresaliente, con la que volvió a ilusionar a su afición y a ganarse el respeto de Europa.

Propuso Gian Piero Gasperini la siempre arriesgada presión individual que exigía al Barcelona ser valiente para construir. También a Szczesny, al que con los colores blaugrana le obligan a hacer cosas que no hizo en toda su carrera. Ante la Atalanta, jugar lejos de su portería y atreverse todavía más con la pelota en los pies. Con parejas de baile definidas, el planteamiento italiano pedía candidatos a protagonistas, futbolistas sin miedo a tener el balón bajo presión, y delanteros pulcros en el toque para descargar los desplazamientos en largo.

Hansi Flick no esperaba acabar tan bien clasificado la fase de liga de la Champions League. FCB

En una batalla a duelos, nadie se sintió más a gusto que Lamine Yamal. Mientras el Barça buscaba la forma de asentarse en el partido, el de Rocafonda jugaba a caracolear, ajeno a tácticas y pizarras. La Atalanta dejó un par de sustos que salvó Szczesny en dos grandes acciones. Pasaban los minutos y el Barcelona trataba de encontrar la fluidez moviendo sus fichas. Lewandowski se alejaba de su zona, Raphinha maduraba cuando hacía salir de su espacio a Djimsiti y Gavi intentaba ganar la espalda al rocoso Éderson. De Jong, antaño insistente pidiendo balones para conducir y crear ventajas, se disolvió entre el músculo de la Dea. El partido era, sobre todo, un examen a la paciencia culer. Y a la larga, una prueba de resistencia para los italianos.

Lamine, quien mejor entendió el partido

En un partido gris, Lamine marcaba el camino. Cuando el catalán se desenganchaba de la banda, se convertía en un verso libre, en el niño que empezó jugando en la calle, que no entiende ni de flechas ni de consignas tácticas. Las pérdidas de Pedri y De Jong evidenciaban la borrosa hoja de ruta culer, una incomodidad de la que no se despegaban. El aviso más grande fue un gol anulado por fuera de juego, a petición del VAR. Zappacosta había aprovechado la descoordinación defensiva blaugrana. Jugar sin Cubarsí estaba siendo un lujo excesivo. Al descanso se llegó con un empate a nada, en un encuentro envuelto en un cierto clima de relajación, sin la imperiosa urgencia de tener que ganar. Mientras tanto, media Europa se pegaba por clasificarse.

La segunda mitad empezó con la jugada canónica para desactivar la presión de la Atalanta. En una descarga maravillosa y milimétrica de Lewandowski, Raphinha pudo correr a la espalda de su marca y encontró a Lamine al otro lado. El canterano dejó en el suelo al portero Carnesecchi y deshizo el guion con el 1-0. Poco después, provocó la amarilla de su marca, Kolasinac. Las líneas italianas se separaron, sus piezas se envalentonaron y el fútbol blaugrana se iluminaba. Comenzaba a hacer espacio para vertebrar un juego alegre. El segundo lo rozó Lewandowski después de una jugada de Lamine en la que el extremo recorrió 60 metros con la pelota, que no quería despegarse de su zurda.

Araujo, cara y cruz

La Atalanta se había agarrado a la intensidad de Éderson para enrocar el fútbol de los de Flick. Pasada la hora de partido, demostró ser un jugador con más capas. En la frontal del área culer, hizo una croqueta eléctrica, con la sutileza de un mediapunta, y lo remató con un tiro fuerte e imposible para Szczesny. Los italianos apuraban sus esperanzas de colarse entre los ocho primeros. Necesitaba otro gol. Respondió Flick con Cubarsí, Fermín y Ferran. Y con la Atalanta con la flechita hacia arriba, en un córner Raphinha encontró a Araujo para que el charrúa convirtiera el 2-1 y Montjuïc volviera a corear el 'uruguayo, uruguayo'. En la celebración se señaló el escudo y después el suelo. Se queda. Por lo menos, hasta el verano.

No le perdió la Atalanta el pulso al encuentro. Aprovechó que el Barça era incapaz de domar el partido y en un pase alto a la espalda de Araujo, que rompió milimétricamente el fuera de juego, los italianos encontraron a Pasalic en el corazón del área. El centrocampista empató el duelo. Sin una actuación defensiva de sobresaliente, a Flick se le cae el invento. Al Barcelona ya no le quedó oxígeno para buscar el tercero. Cierra la liguilla como segundo, por detrás del Liverpool.

Ficha técnica

  • Barcelona: Szczesny; Kounde, Araujo, Eric Garcia (Cubarsí, min.69), Balde; Frenkie de Jong, Pedri (Casado, min.80), Gavi (Fermín, min.69); Lamine Yamal (Pau Víctor, min. 90+6), Lewandowski (Ferran Torres, min.69) y Raphinha.
  • Atalanta: Carnesecchi; Djimsiti, Hien, Kolasinac (Scalvini, min.55); Bellanova (Cuadrado, min.78), De Roon, Ederson, Zappacosta (Ruggeri, min.78); De Ketelaere (Brescianni, min.87), Pasalic; y Retegui (Zaniolo, min.77).
  • Goles: 1-0, min.47: Lamine Yamal. 1-1, min.67: Ederson. 2-1, min.72: Araujo. 2-2, min. 79: Pasalic.
  • Árbitro: Michael Oliver (ING). Amonestó a Kolasinac (min.51), de Roon (min.90+3) y Ederson (90+7), por parte del Atalanta.