INTER DE MILAN - BARÇA

Iván Córdoba desvela cómo el Inter de Milán eliminó al Barça de Messi y Guardiola: "No comprendíamos a Mourinho, pero lo seguíamos, era el líder"

El exfutbolista del Inter repasa la eliminatoria de 2010 ante el FC Barcelona.

Iván Córdoba celebra un gol./UEFA
Iván Córdoba celebra un gol. UEFA
Albert Blaya

Albert Blaya

En 2010 el Inter hizo historia. Ganó la Champions League tras 45 años, eliminó al vigente campeón y se hizo con el triplete. Una temporada que le valió a José Mourinho su fichaje por el Real Madrid como kryptonita de aquel Barça y a Iván Córdoba (Colombia, 1976), su noche más mágica. "Sentimos que nada nos podía parar después de eliminar al mejor equipo del mundo", rememora el central en Relevo. Córdoba jugó los últimos 10 minutos en el Camp Nou justo antes de que Piqué pusiese el 1-0 que dejaba al Barça a solo un gol de la final. "Se nos hicieron eternos", explica Córdoba. Tras el final, el Bayern ya no era rival. Aquel Inter había demostrado su invencibilidad.

¿Es cierto que Mourinho frenó su salida del Inter?

Sí, era el segundo año de Mourinho (la 09/10) y era porque venía de una lesión de cruzados que me la hice en Anfield la anterior temporada. Me estaba recuperando de la lesión. Me iba a ir con Mancini, que se había ido al City en 2008. El primer año de Mou fue de conocer al equipo, de qué le daba el jugador dentro y fuera, era fundamental eso para él. Hacía un filtro y para su segundo año ya tenía claro qué jugadores quería, ya tenía su equipo hecho. Me sentía impotente porque jugaba poco y quería estar en el campo y valoraba seriamente la opción del City, pero él supo del rumor y le dijo al presidente que no me podía marchar. Fue una enseñanza brutal. Muchos años empezaba de suplente porque se firmaban nuevos centrales y los técnicos que llegaban no entendían que un chico bajito de 1,73 fuese central, pero con el tiempo se daban cuenta de qué aportaba. Mourinho siempre valoró todo lo que sumaba y quería mi experiencia en el vestuario. Me quedé y ganamos el triplete.

¿El triplete era algo en lo que pensábais?

Uno se va ilusionando, pero es muy difícil y nos damos cuenta ahora. Aún a falta de seis o siete jornadas no lo piensas, no lo logras realizar. Mourinho en ese sentido tiene una capacidad de gestionar esos momentos brutal, no nos permitía desviarnos de lo que era el partido a partido. Todo era una final de verdad. Recuerdo empatar ante la Fiorentina (2-2) y fue como una derrota. El vestuario era un desastre. Salimos enfadados con Mourinho, él con nosotros… pero todo servía porque teníamos que mantener la concentración. Él sabía cómo había que comportarse porque lo había logrado con el Porto. No lográbamos comprenderlo pero lo seguíamos a él. Era el líder.

¿Cómo es convivir con un entrenador como Mourinho?

Se lleva un año para hacer un filtro. Él llega a conocer muy bien a cada uno de sus jugadores, sabe que si tiene a un futbolista 20 días sin jugar y en una semifinal de Champions lo necesita, lo pondrá sin problemas porque sabe que todos sus jugadores entrenan muy bien. El nivel de intensidad en el día a día es de competitividad total entre titulares y suplentes. Cada jugador le iba a responder en cada momento. Había esa actitud y compromiso hacia el equipo, pero todo por lo que generaba en el grupo. Te exprime. Física y mentalmente. Es así. Te lo juegas todo por el todo para ganar cada partido.

Y llegó el Barça. ¿Cómo recuerdas aquel 3-1 de la ida? El equipo de Guardiola se adelantó.

Ese Barça era impresionante, nos impresionaba a todos. Messi, Iniesta, Xavi, Busquets… jugadores línea por línea que demostraban cada jornada lo fuertes que eran. Creíamos mucho en nuestro grupo y nuestra fuerza, en Mourinho. Él es muy fuerte en ser el imán para todo lo que es externo y que el jugador solo piense en el campo. Absorbía todos los comentarios y críticas y en muchos de los partidos se inventaba polémicas, no sé si a propósito o no, pero todo eso hacía que nosotros no perdiésemos la concentración en el partido. En la ida sabíamos que era la gran oportunidad y empezamos perdiendo. Dentro de todo eso era normal, pero ese gol no nos afectó. Nos hizo sacar más ganas de lograr ganar el partido. Fue una victoria contundente.

Contundente pero no decisiva. ¿Lo sentíais así?

Para Mourinho no era suficiente. Mete a Balotelli con la intención de liquidar la eliminatoria, porque con el 3-1 no estaba tranquilo. No era una ventaja enorme, porque con un gol suyo ya volvías a estar nervioso. Mario, por cómo es, no entendió la importancia de su rol en ese momento e hizo todo lo contrario a lo que el técnico le pidió. Fue el último partido que jugó con Mourinho. En el vestuario nos lo queríamos comer todos. Fue una falta de respeto lo de agarrar la camiseta y tirarla al suelo, más allá del partido y su papel. Por cómo se había puesto el partido... había unos espacios y Mario podría haber hecho un gol porque aquella temporada estaba a muy buen nivel.

Más allá de los nombres, erais un equipo muy sólido.

Muy experto. Diego Milito estaba iluminado. Marcaba en todos los partidos grandes. Cuando un jugador marca en todos los partidos importantes denota que su capacidad está por encima, pero en ningún momento le metimos esa presión, él marcaba porque se sentía muy cómodo en el sistema y lo que se le exigía. Mourinho pasó a jugar en 4-2-3-1 y ahí cambia la conformación táctica. Empezó a poner a Eto'o y a Pandev en bandas. Eso fue increíble porque allí le dio una oportunidad de ser más importante a los tres de arriba porque ellos tenían un compromiso defensivo acorde a lo que exigía Mou. Al principio Eto'o no lo quería hacer. Cuando Mourinho se lo planteó, Samu no lo entendía. Una vez empezó a entender el porqué y cómo podía brillar desde ahí, se salió.

Encima antes de la ida erupcionó un volcán.

Lo del volcán fue tremendo (risas). Nos decíamos que esto era una señal de que tenía que ser la nuestra. ¿Cuántas veces puede suceder algo así? Fue increíble. Están pasando cosas que pasan cada mucho tiempo. Se alineaban los planetas.

Y, para la vuelta, vuestra idea fue ir a sobrevivir. Y más con la expulsión de Motta.

Mourinho no estaba nada tranquilo con ese 3-1. Él blinda la zona de Messi y mete a Chivu de extremo, Motta, Zanetti y Samuel. Armó una jaula y fue un partido impecable de cada uno de ellos. Messi tuvo alguna, pero Julio César estuvo fenomenal, sobre todo, en un disparo raso que no entiendo cómo logró atajar. Messi siempre va a generarse una o dos ocasiones y si en esas no te acompañan los que tienen que hacer su trabajo es difícil.

Entraste cuando quedaban 10 minutos. Y llegó su gol.

Con el gol de Piqué no pensábamos que se nos iba. Sabíamos que era muy duro, y seis o siete minutos para quien defiende es mucho. Cuando marca Bojan yo logro entender que el árbitro pita el fuera de juego y me quedo quieto y suerte que lo hice si lo pienso ahora. En ningún momento se nos pasaba por la cabeza que se nos fuera de la mano porque teníamos muchísima fuerza y confianza en el grupo.

¿Fue una final anticipada? Ante el Bayern el Inter fue muy superior.

Era un poco la sensación de final anticipada. Le ganamos al mejor del mundo y ya nadie nos podía prarar. Jugamos muy bien esa final. Cuando llegamos al campo vimos su afición, nos giramos y vimos la nuestra… y ya íbamos ganando. Nos cargó de energía aún más. Fue brutal. Sabíamos que ese era el día por un sueño que era casi imposible. Además, para los que somos creyentes, aquel día se dio una casualidad: Milito era el número 22 el 22 de mayo, que es el día de Santa Rita, la santa de las cosas imposibles. Fue muy especial.

Te lesionaste poco antes. ¿Qué sentiste?

Me lesioné en la final de Copa y estaba muy preocupado. Hacía todo lo posible para estar en la final, terapia, triples entrenamientos… al tercer día de la lesión Mourinho me dijo con la mano en el hombro: "Iván, tranquilo. No te mates para estar. No te preocupes por si te voy o no a tener. Tú y Zanetti sois de los que más merecéis estar. Estarás en el banquillo al lado conmigo". Me quitó un peso de encima enorme. Podía ayudar desde el banquillo. Empecé a calentar y tenía claro que si tenía que entrar me daba igual todo, que si me rompía todo no importaba. Queríamos aquella Champions.

Por lo que cuentas, Mourinho era un gestor fantástico.

Discutí con él el primer año. Sobre todo, una muy fuerte. Pero eso fue una prueba porque todo lo que hacía era premeditado. Tenía que saber cuánta capacidad de aguante tenías o cómo reaccionabas ante ciertas situaciones, necesitaba saberlo. Conocía la situación de cada uno, de su familia, de cómo estaba. Es un entrenador con una capacidad impresionante. Un día le dio por meter a Samuel de delantero centro cuando perdíamos, y marcó el gol de la victoria. Y nosotros nunca le habíamos visto de delantero, pero él ya se lo había comentado anteriormente en el vestuario.