La charla de Steven Gerrard que acabó en la noche más triste en la carrera de Carlo Ancelotti: "Estuvo diez minutos sin parar de gritar en el vestuario"
Paco Herrera, segundo entrenador del Liverpool de Rafa Benítez, revive la final de Champions del 2005 que remontaron al Milan de Ancelotti.
No hay mayor obstáculo para las creencias de un concienciado ateo que presenciar un milagro. Ese hecho, no explicable por las leyes naturales y que se le atribuye a una intervención divina, deja en jaque todos los ideales por los que se rige una persona reacia a la existencia de deidades. El último que un servidor recuerda se obró en Estambul (Turquía), más concretamente en la final de la Champions League del 2005 entre el temible Milan de Carlo Ancelotti y el 'Spanish Liverpool' de Rafa Benítez.
Los italianos marcaron tres goles en la primera parte, dejando así la final casi sentenciada. Una charla técnica, junto a una arenga de Steven Gerrard en el descanso, lo cambió todo. "Estuvo diez minutos sin parar de gritar dentro del vestuario", recuerda 19 años después Paco Herrera. El catalán, aunque extremeño de adopción, vivió una remontada para la historia en primera persona, pues era el Segundo de a bordo de Benítez.
El Liverpool remontó los tres goles en seis minutos de la segunda parte y los penaltis terminaron de sellar una final conocida como 'El milagro de Estambul'. Después de hablar largo y tendido sobre su trayectoria en los banquillos y desvelar una turberculosis que lo exilió a las montañas durante seis meses, Paco Herrera revive en Relevo la noche más aciaga en la carrera de Carlo Ancelotti y los años dorados del 'Spanish Liverpool'. Lo que comenzó con un "me voy a hacer un viaje al fin del mundo y quiero llevarme a los mejores" de Benítez, seguido de un "Rafa, déjate de hostias", es ahora un recuerdo imborrable en la memoria maltrecha de Paco Herrera.
¿Su amistad con Rafa Benítez nació en el curso de entrenadores, verdad?
Nosotros ya éramos amigos porque habíamos hecho el curso nacional de entrenadores juntos. Ese mes y medio que estuvimos en Albacete nos tocó estar como compañeros en la habitación e hicimos una amistad tremenda. Él creció muy rápido y cuando le aparece la oferta del Liverpool me llama y dice: 'Paco, quiero que te vengas conmigo'. Él ya me había llamado antes para otros equipos, pero yo estaba entrenando a un nivel donde me apetecía continuar. Cuando me llamó, y te cito las palabras exactas, me dijo: 'Me voy a hacer un viaje al fin del mundo y quiero llevarme a los mejores'. 'Rafa, déjate de hostias', le respondí. Teníamos esa amistad y cercanía para hablarnos así. Él me salta con un 'que me voy a Liverpool'. Le digo: '¿A qué te vas a Liverpool? Estás de broma'. Él ya había sido campeón de liga con el Valencia. Hasta me quiso llevar con él al Valencia, pero yo tenía la necesidad de entrenar. Cuando me llama para el Liverpool no quería dejarlo pasar. En ese momento le contesté: 'Al Liverpool no te puedo decir que no, Rafa. Me voy contigo'. Fueron dos años maravillosos.
Allí vives una de las finales de Champions más recordadas de la historia. ¿Cómo fue ganar al Milan de Ancelotti después de ir perdiendo 3-0 al descanso?
Yo vi la primera parte desde arriba, era lo que solíamos hacer. Ahora ya tienes un técnico arriba o directamente cámaras para ver las imágenes al descanso. Nosotros no teníamos nada de eso. Cuando bajo, Rafa [Benítez] ya tenía claro los cambios que iba a hacer. Estábamos muy bien organizados, teníamos mucha empatía y confianza. En el descanso no dijo nada especial que no fuera lo que es Rafa, y lo que ha sido, un buenísimo entrenador y muy táctico. Todo lo basaba en eso, en la táctica. Hay entrenadores que son mejores en su comunicación. Rafa lo hacía, pero desde la estrategia. No dijo nada especial, pero lo que pasó es que los jugadores lo convirtieron en especial.
"Steven Gerrard era un líder. No era un hombre que hablara demasiado, pero aquel día estuvo diez minutos sin parar de gritar dentro del vestuario"
Segundo entrenador de Rafa Benítez en el LiverpoolTengo entendido que habló Steven Gerrard.
Dentro del vestuario sí. Estábamos allí sentados, todos muertos, y apareció el de siempre: Steve [Steven] Gerrard. No era un comunicador, era un líder, esa es la palabra. Empezó a gritar allí en el vestuario durante cinco minutos sin parar y los levantó a todos. Fueron las dos cosas lo que le dio la vuelta al partido: la charla de Rafa [Benítez] respecto al trabajo táctico y la charla de Gerrard. Para el equipo, Gerrard era un líder. No era un hombre que hablara demasiado, pero en el campo con cuatro voces lo arreglaba. Sin embargo, aquel día estuvo diez minutos sin parar de gritar dentro del vestuario. Al empezar la segunda parte nos dimos cuenta de que ahí podía pasar algo. Marcamos un gol enseguida y ahí lo veías, va a pasar algo. O nos marcan cuando nos pillan a la contra porque estamos dejando muchos espacios o esto va a más. Lo que ocurrió fue eso. La charla táctica de Rafa fue muy importante, porque sabía que tocando dos cosas podíamos estar ahí. Siempre tuvo ese don y el que lo terminó todo fue Steve Gerrard.
A esa final se le conoce popularmente como 'El milagro de Estambul', por lo que me dices de milagro no te parece nada.
La primera parte del partido sacaba notas desde arriba y me bajé cinco minutos antes del descanso y le pasé a Rafa [Benítez] todo lo que había visto. Para mí Rafa ha sido uno de esos grandes entrenadores que pasan un poco desapercibidos o que no han tenido toda la suerte excepto en Liverpool. Tiene la sangre fría y sabe comunicar sin ser excesivamente comunicativo. Con todas las correcciones echas, nada más terminar Rafa empieza Gerrard. Rafa no era de arengas, era de sentido común. Al salir marcamos pronto y después del gol, Gerrard coge de los brazos a todos y empezó a tirar del equipo. Al final salió bien.
En ese 'Spanish Liverpool' forjaste muy buena relación con José Manuel Ochotorena [entrenador de porteros].
Sí, porque Rafa [Benítez] tenía en Liverpool a su esposa. Estaba constantemente en reuniones con uno o lo llamaban para no sé qué. Pako Ayestarán [Entrenador asistente de Unai Emery en el Aston Villa] iba a su bola. Entonces quedábamos Ochoto y yo. 'Ochoto, ¿qué hacemos hoy?', le decía. Siempre comíamos en la ciudad deportiva y por la tarde íbamos a darnos un paseo. Nos íbamos a dar un paseo, a ver una película y fuimos aprendiendo un poco más de inglés. Cenábamos siempre juntos los dos, allí en Albert Dock, que es la zona portuaria que está habilitada para los yates y para las barcas. Ese área está llena de restaurantes. Ayestarán iba a la suya, pero esa relación con Ochoto fue muy, muy intensa y muy importante para los dos. Eso era nuestro día a día hasta que el club empieza a utilizarnos a nosotros para sus necesidades. El Liverpool nos veía con esa capacidad y creamos una especie de segundo equipo, porque en Inglaterra se empezó a jugar la liga de reservas. Yo era el segundo entrenador y también el director deportivo, pues desde ese entonces también el entrenador del equipo reserva.
¿Cómo era la liga de reservas?
Se jugaba los miércoles. Jugabas contra los reservas de equipos cercanos, pues a lo mejor el Manchester United, etc. Yo iba en el autobús con los chavales jóvenes y jugábamos los miércoles, entrenaba por la mañana con el primer equipo y nada más terminar, comíamos algo y salíamos con el autocar. Ya sea al sur o al norte de Inglaterra. Jugábamos con los mismos equipos que jugaba el primer equipo y yo era el entrenador de los reservas. A mí me venía muy bien porque yo estaba solo y Ochotorena también se venía conmigo siempre que podía. Dejé de estar ocioso. Me convertí en el segundo entrenador, el director deportivo y el entrenador del equipo reserva.
Eras el jefe de Liverpool.
Yo lo hacía encantado de la vida, porque si no me sobraba el tiempo. No quería que me sobrara el tiempo. Además, agradecía que Rafa [Benítez] tuviera esa confianza conmigo. Siempre me llevaba a Ochoto, que también estaba soltero, soltero quiero decir que estaba sin familia, y se venía conmigo a todos los partidos. Lo pasábamos bien porque salías por la mañana y volvías por la noche sobre las 3:00. El equipo también servía para los lesionados del primer equipo. Si Jaime Carragher, Steve Gerrard, o Xabi Alonso estaban tocados, se venían a jugar ese miércoles para ver cómo se encontraban.
"'Paco, ocúpate tú de esto que no necesitamos a nadie más', me decía Rafa sobre la dirección deportiva. Yo le iba pasando a jugadores y decidíamos por quién apostar."
Sobre el fichaje de Xabi AlonsoCon lo que me dices mucho tiempo no te sobraba.
Como estaba solo, yo pasaba todo el día en la ciudad deportiva y Rafa [Benítez] también. Ochoto o Ayestarán igual se iban después de comer, pero yo me quedaba hasta las 19:00 todos los días. Pasaba todo el día allí y Rafa también. Él ha sido siempre un enfermo de su trabajo y yo estaba al teléfono hablando con España, con Alemania, con los agentes… porque hacía de director deportivo. Rafa no quería otra persona que no fuera yo, no quería tener a nadie de fuera del grupo. Él me dijo: 'Paco, ocúpate tú de esto que no necesitamos a nadie más'. Yo le iba pasando a jugadores y decidíamos por quién apostar. Hablaba con los agentes y cuando ya estaba al 50% le avisaba a Rafa. Él era el encargado de cerrar todo el tema de cantidades de dinero y la decisión final era cosa suya. Allí funcionaba así. Así se fichó a Xabi Alonso o Luis García. 'Tú empieza el primer ataque económico', me decía. En cuanto veía que entraba la cosa seria, les decía: 'hasta aquí' y luego era Rafa el que cerraba la operación.
Erais un binomio bien engrasado.
Nos quedábamos en la ciudad deportiva hasta las 19:00. Nosotros sabíamos que ya se había ido todo el mundo, pero continuábamos allí. Pasábamos diez horas metidos allí y veíamos por la tarde los videos de los posibles fichajes. Antes de entrenar era imposible hablar con Rafa [Benítez], porque estaba siempre al teléfono. Cuando ya terminábamos de comer, era cuando ya yo me acercaba y le decía: 'Rafa, he visto esto, míralo tú para que des el visto bueno'. Yo lo que hacía era la primera toma de contacto, decirle al agente el interés que teníamos respecto a ese jugador. Fue una época maravillosa.