FÚTBOL

El césped artificial tras la muerte del caucho llevará arena, no tendrá microplásticos y, sobre todo, eliminará "los bulos"

Ignasi Senabre, director de Sports & Landscape, explica los mitos en torno al material y cómo se están construyendo los nuevos.

El campo municipal de Torredembarra que es pionero en sostenibilidad. /LIFET4C
El campo municipal de Torredembarra que es pionero en sostenibilidad. LIFET4C
Alberto Martínez

Alberto Martínez

En España se construyeron más de 7.000 campos de fútbol de césped artificial con caucho, esas pequeñas bolitas negras que saltaban continuamente y se iban moviendo por toda la superficie cuando se celebraran partidos, impulsadas por los movimientos de los jugadores, daban igual las edades y el sexo. Se empezaron a instalar en 2007 y sustituían a la arena, el primer material que se utilizó, un avance comparado con las moquetas de los años 90. Pero la Unión Europea decidió prohibirlo en 2023. La moratoria finaliza en 2031, cuando ya no deberá haber campos con ese material. Si bien hay países como Alemania, Francia, Países Bajos o los nórdicos en los que ya no se fabrican y se han sustituido prácticamente en su mayoría, en España cada comunidad aplica sus normas: en Andalucía están ya prohibidos, en Cataluña todavía no.

El principal motivo de esta supresión son los residuos que se filtraban a las aguas y acababan en el mar, como explica Ignasi Senabre, director de Sports & Landscape, con sede en Sant Cugat del Vallès, uno de los pioneros de los nuevos materiales con los que los campos serán más sostenibles. "Era uno de los principales contaminantes del mar. Se llegaban a acumular 42.000 toneladas", explica. Y da los motivos por los que los campos se construían así: "Era por un tema biomecánico. Si no fuera por el caucho, la base sería dura, y con el caucho se amortiguan los impactos. Y ayuda a la hora de disminuir el daño del futbolista". Además, está el aspecto económico al ser construidos con residuos de neumáticos.

Los bulos que rodeaban al caucho y la realidad que acaba en el mar

No obstante, la solución generó varios problemas derivados y algunos "bulos", como trata de resaltar Senabre. "Más allá de la contaminación, las bolas de caucho se repartían por todo el campo, pero se iban moviendo, por lo que generaba que hubiera zonas vacías y otras con más acumulación, de modo que la amortiguación era irregular", apunta. Y añade: "Lo de que el caucho era cancerígeno fue un bulo. El caucho contamina el mar, pero en sí no es tóxico, solo si ingieres mucha cantidad, algo que no tiene por qué producirse". Y prosigue desmintiendo bulos. "El césped tampoco lesiona. Es el calzado, que debe adaptarse bien a cada superficie. Ahora pasa mucho con las botas, que han evolucionado, y el tema está en los tacos. Deben ser redondos para que permitan el giro, si son cuadrados y se clavan, la rodilla se queda parada y entonces se producen lesiones", argumenta y destaca una conferencia en la que participó el doctor Ramon Cugat en la que aconsejaba lo mismo.

Por eso mismo, por contrarrestar ese escenario que se ha ido cociendo desde hace años y después de ser uno de los pioneros en la gestión deportiva, Senabre arrancó junto a su mujer un proyecto en 2017 para unir I+D y buscar un nuevo césped, a través de prueba-error, que fuera más duradero, más ecológico y que protegiera la salud de los deportistas. Y lo logró con una combinación de materiales que ya lucen en el País Vasco, en campos como el del colegio San Ignacio o el Antiguoko, en el campo de Vidreres donde el Girona juega sus partidos de la Youth League, o en más de 500 repartidos por toda Europa. Todos ellos homologados por la UEFA. "Nosotros colocamos una base elástica que sirve de amortiguador y ejerce la misma fuerza en todo el campo y su duración es de 30 años, por lo que ya evitamos uno de los problemas del caucho. Después, utilizamos arena de sílice y estamos pendientes de la meteorología: generalmente en la zona norte se utilizan bases elásticas de 20 milímetros, en Cataluña de 10. Y el césped es de 40mm. Y si antes había entre 7.400 o 9.000 puntadas, ahora ponemos entre 17.000 y 20.000", añade.

El ecolastene es el nuevo material que garantizará la sostenibilidad

La innovación, incluso, le ha llevado a construir un campo en Torredembarra que es neutro en CO2. El césped no tiene microplásticos, sino que está confeccionado con bioplásticos reciclables, lo que lo convierte en un modelo para el futuro y para poder asegurar en 2031 que los nuevos céspedes sean mejores para el cuidado de la capa de ozono. "El futuro para por aquí. Hay una serie de empresas que tenemos ese compromiso y que formamos el programa LifeT4C, que es un proyecto de la Unión Europea, que pretende que los campos estén hechos con ecolastene, que es plástico reciclado", detalla.

Mientras la Unión Europea ha vetado el caucho, el sector se moviliza para convertirse en sostenible con nuevos materiales que, en cuestión de años, se empezarán a ver por todos los campos de fútbol y fútbol base de España.