REAL MADRID - MILAN

Ancelotti, con el corazón "partío": juventud interista, madurez milanista y longevidad madridista

Carlo se siente 'rossonero' porque pasó allí cinco años como futbolista y ocho como entrenador, pero ha caído en la evangelización madridista.

Carlo Ancelotti a su llegada a Milán para firmar por el AC Milan, donde le espera Adriano Galliani./
Carlo Ancelotti a su llegada a Milán para firmar por el AC Milan, donde le espera Adriano Galliani.
Enrique Ortego

Enrique Ortego

Carlo Ancelotti anda inquieto. No es para menos. Su equipo actual, el que manda y comanda desde el banquillo, sobrevive a las circunstancias sin su habitual poderío. Además, se marcan lentamente las horas previas al partido de su corazón 'partío'. Milanista por la gracia de 13 años vestido de rossonero confeso, cinco como jugador y ocho como entrenador, defiende hoy la dirección del club que le evangelizó en la mitad de su cincuentena, cuando más llegan los mensajes, y del que se ha hecho devoto tifoso hasta el punto de confesar públicamente que hoy por hoy es tan milanista como madridista...

Todo ello, sin olvidar una raíz interista crecida en el seno familiar entre su infancia y su juventud, gracias a la majestuosidad que le imponía Sandro Mazzola y también los goles de Boninsegna. Esa querencia se hizo realidad el día que vistió la camiseta 'nerazzura', aunque fuera casi por casualidad en un partido amistoso en San Siro del que además hay una foto para la eternidad. El partido en cuestión fue en 1978, cuando era jugador del Parma, tenía 19 años y ya comenzaba a llamar la atención de los clubes más pudientes. Fue un amistoso contra el Hertha de Berlín de esos que los clubes realizan entre semana para observar jugadores considerados interesantes.

Carlo realizó dos o tres entrenamientos más con la plantilla del Inter. Finalmente no debió convencer lo suficiente al técnico, Eugenio Bersellini, que finalmente fichó a Evaristo Beccalossi. Él regreso al Parma y a la temporada siguiente fue vendido a la Roma. Como interesado nunca llegó a saber la razón exacta por la que no pasó la prueba. En la Prensa de la época se habló de que el Parma había pedido mucho dinero y de que al jugador no le había gustado mucho tener que pesarse todos los días antes de los entrenamientos, ni que le insinuaran de que si se quedaba tendrían que someterse a una dieta especial.

Nunca contra el Milan en Champions

Hasta que sus dos equipos del alma se miren hoy a la cara sobre el terreno de juego, Carletto lleva varios días jugando el partido de sus recuerdos, que son muchos porque tiene buena memoria. Y los que había podido olvidar o aparcar se los han recordado en las últimas horas los periodistas italianos que le han abrasado a preguntas del pasado, casi todas relacionadas con sus enfrentamientos contra el Milan. Por cierto, ninguno de ellos ha sido en la Champions. Ni como jugador, ni como entrenador. El partido de hoy será, por lo tanto un duelo virgen.

El Carlo futbolista supo lo que era enfrentarse al club que luego colmaría su corazón, el Milan, como jugador de la Roma, 1979-87. Y, por supuesto, entonces era incapaz de adivinar que en el futuro su destino se uniría íntimamente al de los rossoneri después de esas ocho temporadas de giallaroso, con un par de lesiones gravísimas por medio. Entonces, para Carlo, el Milan era un rival más. Se enfrentó en 10 ocasiones al que después sería su club. Siete en la Serie A y tres en la Copa de Italia, con un saldo positivo: cuatro partidos ganados, cuatro empatados y dos perdidos.

Silvio Berlusconi durante una cena en el Restaurante L'Assassino con la portada de La Gazzetta dello Sport tras una goleada del Milan.
Silvio Berlusconi durante una cena en el Restaurante L'Assassino con la portada de La Gazzetta dello Sport tras una goleada del Milan.

Para el Milan le ficha Arrigo Sacchi, que hace una apuesta por él fuera de lo normal. Toda Italia sabía que Carlo había tendido dos graves lesiones y que se había perdido dos temporadas, final de la Copa de Europa contra el Liverpool incluida. Dicen que Sacchi le dijo a Don Silvio, como llamaba el entrenador al presidente, que si le fichaba al tal Ancelotti serían campeones del scudetto. Le fichó y nada más llegar en una charla larga, con Sacchi no se podía dialogar cortito y al pie, el entrenador le dijo al jugador que quería que cambiara su forma de jugar. Y que de ser un jugador libre, con una amplia zona de influencia en el centro del campo, debía pasar a ser un mediocentro posicional que, con el tiempo, tuvo que compartir espacio con un Rijkaard que pasó de central a centrocampista.

En esos años de jugador con la camiseta del Milan, 1987-92, mientras ganaba títulos, dos Copas de Europa incluidas, Ancelotti iba formándose como entrenador. Sacchi era el maestro perfecto. Insistente, por no decir extremadamente pesado, con constantes innovaciones tácticas en su cabeza. "Cada día aprendía una cosa nueva y la aprendía como jugador, por lo que luego cuando me hice entrenador no me fue tan difícil transmitírselas a los jugadores". Tanto se identificó con Sacchi que cuando decidió abandonar el fútbol activo se marchó con él a la Squadra azzurra. A seguir aprendiendo, a continuar formándose como técnico, para tarde o temprano regresar al Milan, sin descartar la Roma. De hecho, una de las asignaturas pendientes del Ancelotti aventurero que ha entrenado en Italia; Inglaterra, dos etapas; Francia; España, en dos etapas; Alemania... siempre ha sido la de sentarse en el banquillo del Olímpico romano. Quizás ya sea demasiado tarde.

El Milan le 'roba' Carlo al Parma

Volver a casa, a Milanello, no fue tan fácil cómo él hubiera pensado, entre otras razones por qué tampoco demostró tener prisa. Después de la selección, el Parma. club en el que había sido jugador, le permitió conocer la Serie A desde los banquillos y tras dos temporadas le abrió las puertas de otro de los grandes clubes del calcio, la Juventus. No lo pasa bien en Turín. Algunos juventinos ilustres no le perdonaron que hubiera jugado en la Roma y en el Milan y su etapa en Torino no fue lo que él se hubiera imaginado. Sin embargo, siempre tuvo presente que la puerta del Milan había quedado abierta de par en par y que Berlusconi no había movido su pieza hasta entonces, a pesar de que la etapa post-Capello, con Tabarez, Zaccheroni, Cesare Maldini, Terim... no había sido muy resultadista. Fue ahí, en noviembre de 2001 cuando llamó a su puerta. El equipo no ganó al Torino y el turco Terim fue despedido.

En esos cinco años anteriores, por supuesto, supo lo que era enfrentarse al Milan. Primero con el Parma. Jugó seis partidos contra los rossoneri: dos victorias y cuatros empates, dos de ellos en una semifinal de la Copa de Italia que significaron su pase a la final. Con la Juventus, se enfrentó en cinco ocasiones al Milan con resultados igualados: dos victorias, dos derrotas y un empate.

La operación de su fichaje como entrenador del Milan fue vista y no vista. Carlo Ancelotti estaba a punto de volver al banquillo del Parma, en el que había estado dos temporadas (96-98). La directiva del Tanzi ya tenía decidido sustituir a Ulivieri y fichar a Carletto, cuando Galliani, la mano derecha de Berlusconi, viajó hasta Parma y convenció a Ancelotti para que volviera a casa. Juego de manos, juego de villanos. El Parma fichó a Daniel Passarella, que duró 10 partidos y el Milan se puso en las manos de Ancelotti (7-11-2001) que terminó siendo el técnico que más tiempo sobrevivió a los 31 años de la era Berlusconi: siete años y medio, hasta mayor de 2009, incluida la salvada de la final de la Champions 2005 perdida ante el Liverpool después de ir ganando 3-0 al descanso.

Después de sus 420 partidos en el banquillo del Milan, volvió a quedarse expuesto a ser considerado nuevamente enemigo. En ese sentido, tuvo relativa suerte. Ni con el Chelsea, ni con el PSG, ni con el Real Madrid, en su primera etapa, ni con el Bayern de Múnich se encontró con su pasado. Finalmente, si lo hizo con el Napoli. Cuatro enfrentamientos con un triunfo y dos empates en los partidos de la Serie A y un triunfo milanista en los cuartos de la Copa de Italia. Tampoco después con el Everton, ni con el Real Madrid, en esta segunda experiencia, se había tenido que enfrentar.

Un alivio para Carlo que en estas últimas horas ha tenido que tirar más de mano izquierda que nunca. "Podemos decir que no jugamos el derbi de Europa porque son los dos clubes con más títulos y para mí es un partido muy particular. La primera vez que me enfrenté al Milan como entrenador de otro equipo fue con el Parma en la temporada 96-97. Sacchi era el entrenador del Milan. Ganamos en su campo con un gol de Stanic. La última fue con el Napoli, en la 19-20, que empatamos (1-1)".