OPINIÓN

Carlo Ancelotti se va del Bernabéu con su 'championismo' puro: la versión del 'ganar, ganar y ganar' de Luis Aragonés

Ancelotti alza la última Champions ganada por el Real Madrid. /EFE
Ancelotti alza la última Champions ganada por el Real Madrid. EFE

Hasta para eso, para predecir su futuro con cuatro años de antelación, Carlo Ancelotti es un iluminado. En mayo de 2022, en una entrevista con Prime Video, confirmó que había sido contactado por la Confederación Brasileña para sustituir a Tite, pero manifestó que no era el momento: "Lo que es seguro es que no estaré en Qatar, pero en la 2026, ¿por qué no? Me gustaría dirigir a Canadá, que lo ha hecho muy bien". Canadá es el país de Miriam, su mujer, y es uno de los tres países organizadores de la próxima cita mundialista junto a Estados Unidos y México. Carlo acertó. Estará en el Mundial, pero con Brasil. Una apuesta bastante más segura que la canadiense.

El primer paso lo da despidiéndose del Real Madrid, donde ya ha escrito 15 páginas en forma de títulos. Como ya lo había hecho en la Roma y, sobre todo, en el Milan tanto de futbolista como técnico. Carlo inventa historia a su paso. Allá por donde va. Y su próximo reto no es otro que hacer campeón del mundo a la canarinha y que de Penta pase a Hexa, como en el Real Madrid pasó de la Decimotercera Champions a la Decimoquinta. Hace unos meses, Sebastiano Vernazza, buen conocedor de Carletto, escribió un artículo en La Gazzetta dello Sport, del que hoy rescato unos párrafos bien definitorios sobre el personaje para que, en la hora de su adiós blanco, sepamos saborear aún mejor quién ha sido y quién es este futbolista masacrado por las lesiones que encontró en los banquillos la recompensa que, en parte le regatearon los terrenos de juego, cuando vestía esos cortísimos pantalones.

Hijo futbolístico del maestro sueco Nis Liedholm y, posteriormente, de su compatriota, el profesor Arrigo Sacchi, del que fue mano derecha en la squadra azzurra, Ancelotti, como entrenador, se fue forjando a sí mismo desde sus propias ideas. Si la historia apunta que Bob Paisley, ganador de tres Copas de Europa con el Liverpool, fue, en Anfield, el heredero directo del mítico Bill Shankly, o que Pep Guardiola bebió de los manantiales de Johan Cruyff, como Johan había bebido antes de los de Marinus Michels y el fútbol total holandés, Carlo siempre supo mezclar bien su vena autodidacta con lo mejor de la escuela futbolística italiana, posiblemente la más rica de siempre desde el punto de vista táctico.

Dice Vernazza en su artículo: "Sus ideas de fútbol no están cerradas en una sopera. No hay nada previsto de antemano. El suyo es un calcio libero (fútbol libre), sin una etiqueta particular, pero sí con muchas etiquetas en general. El 'ancelottismo' no existe como el 'guardiolismo', el 'sacchismo' 'el cruyffismo' u otras corrientes balompédicas. Si acaso, Ancelotti es el líder del championismo…'. De Liedholm heredó la serenidad en el juego y una nueva visión del rol del centrocampista, su posición en sus tiempos de jugador. De Sacchi extrajo el gusto por la estrategia y los sistemas. Asimilando todo lo aprendido, elabora sus propias ideas que desarrolla en un fútbol que huye a las clasificaciones o las etiquetas".

La descripción/reflexión del colega italiano, nos permite añadir que el ancelottismoes la versión mundial del "ganar, ganar y ganar" de nuestro Luis Aragonés. Practicidad absoluta. Apertura máxima. No existe una táctica única mejor que las demás. Existen varias tácticas que te conducen a la victoria por diferentes caminos. Carletto disfruta viendo a su equipo como protagonista del partido, ocupando el campo enemigo, pero no hace ascos al juego de contraataque y a las transiciones veloces de tres o cuatro toques. Pasa de disponer a su equipo en un clásico 1-4-4-2 a hacerlo en un 1-4-3-3 dependiendo del partido o del rival. Su obsesión en el Real Madrid, en las dos etapas, ha sido, más si cabe en la segunda, que el bloque tuviera equilibrio y que defendiera colectivamente. "A estos jugadores no hay que enseñarles a atacar, lo traen desde que nacieron", solía decir en sus eternas explicaciones antes y después de los partidos.

Ciao Carlo, grazie y fortuna.