ENTREVISTA

Ángel Cappa revive cómo el fútbol le salvó la vida en la dictadura militar: "Llevaba el coche con panfletos, un policía no me registró porque me reconoció"

El técnico argentino compartió banquillo con Jorge Valdano en el Real Madrid que ganó la Liga 94-95 y se entusiasma hablando de los Laudrup, Redondo, Míchel, Zamorano... y de la gran pasión de su vida: la pelota.

Ángel Cappa, en una imagen de archivo./
Ángel Cappa, en una imagen de archivo.
Enrique Ortego

Enrique Ortego

Para un argentino de 78 años, con planta de galán de cine, con la chaqueta cruzada y jersey de cuello alto, que continúa hablando en argentino y pensando como el activista que nunca dejará de ser, 30 años nunca serán nada, aunque sean diez más de los que hablaba el tango de Carlos Gardel. Al fin y al cabo, un soplo de vida, sobre todo cuando se trata de recordar una trayectoria en general y, de paso, una temporada en particular: la 94-95, en la que ganó la Liga con el Real Madrid al lado de Jorge Valdano. Una sociedad técnica-táctica que tomó cuerpo en el Tenerife y se desarrolló en el Bernabéu, para separarse para siempre al curso siguiente.

Se lee en esa Wiki de la que tanto nos quejamos y a la que casi siempre recurrimos que Ángel Cappa, el protagonista de esta entrevista de vida, como se llaman en Relevo a las charlas en profundidad con un personaje, es un exfutbolista, un exentrenador, un filósofo y un psicopedagogo porque esos fueron los estudios que acometió en su juventud. También se recoge su aventura literaria, bastante intensa por cierto, y su vena de articulista y comentarista. Un repaso a su biografía, a sus idas y venidas con el charco de por medido, te coloca ante uno de esos seres humanos que pueden definirse como un parto bien aprovechado.

Cuando, por experiencia que pueda tener, me siento ante un interlocutor que lleva tiempo apartado del mundanal ruido, en un medio anonimato activo voluntario y en el que hace realmente lo que le da la gana, nunca sé por dónde tirar la charla. Soy consciente, además, que estoy ante una cabeza perfectamente amueblada, con tantas batallas pegadas y con un dominio tan exagerado de la palabra que te puede ensimismar. Se trata de llegar al fondo del sujeto a través del cordón umbilical de su existencia y lanzo la primera pregunta al aire como quién echa al café ese azúcar que no has de volver a tomar.

Ángel, ¿por qué no tiene móvil?

Sí que lo tengo. Ahora. No lo uso, no lo llevo encima. Cuando está en casa está en silencio y se me olvida. No tengo ninguna razón en su contra. Es un instrumento necesario para quien lo necesita. ¿Yo para qué lo voy a llevar? Para decirle a mi mujer cuando salgo que ya voy, que eche los fideos... No tiene sentido.

Se le supone, desde hace tiempo, retirado del fútbol activo. ¿Cómo se mide ese retiro? ¿Es un retiro activo, pasivo o mediopensionista?

Activo. Veo fútbol. No mucho. Veo lo que me interesa. Elijo más equipos que partidos. Equipos que me gustan cómo juegan. Por ejemplo, el de este chico que entrenó al Rayo y ahora está en la Premier y no en uno de los grandes. ¿Iraola? Ese, ese. Juegan bien sus equipos. Veo, claro, al City, al Arsenal, al Tottenham que para mí, ojo, para mí, juega bien... El Girona, que también, el Barcelona que, ahora, también juega bien...

No me diga que no ve al Real Madrid todas las jornadas...

Sí, lo puedo ver y lo veo porque entran dentro de esos partidos que se catalogan de interesantes, pero mis prioridades están en los equipos cuyas propuestas me interesan y las que no me interesan no los veo. Se me olvidó el Bayer Leverkusen de Xabi Alonso... también lo veo. Y al Rayo por razones afectivas. Esto se interpreta muchas veces como que digo que el fútbol actual es malo. No. Yo sé el guion de la película del Titanic y como lo sé no me interesa y no voy a verla. No quiero decir que sea mala.

Tampoco me ha dicho nada de que vea al Atleti...

Es que ese no lo veo porque no me interesa. Su propuesta no me interesa y punto. No tengo por qué ver todo. Antes lo hacía un poco por necesidad, pero ahora no la tengo. Es como ir al cine. Voy a ver las películas que me gustan. El cine es maravilloso. Se apaga la luz, la pantalla es grande...

"Nunca tuve un caso parecido al de Mbappé. Parece que se le terminaron las jugadas. Es increíble. Los penaltis no es que los fallara, es que los tiró muy mal, pero no dudo de que volverá a ser el crack que fue"

Ángel Cappa Entrenador

Con una de las frases de su maestro Menotti, y que usted ha utilizado a lo largo de su carrera medio, solucionaríamos uno de los dilemas que reinan ahora en el fútbol español: Vinicius-Mbappé. «Los mejores adentro de la cancha y después ya veremos cómo nos organizamos».

No se puede dejar afuera a ninguno de esos dos tipos, eso lo tengo claro, y con el respeto infinito que tengo a Ancelotti creo que tiene que haber rotaciones permanentes de los jugadores dentro del terreno de juego. Uno para acá, el otro para allá, ahora cambio, ahora vuelvo. Si Mbappé juega por el medio, rinde menos. Es mi opinión. Está encerrado entre los centrales y ahí recibe menos balones. Lo ideal es que el contrario nunca sepa por dónde va a venir cada jugador y de ahí las rotaciones de las que le hablo.

Y en estas situaciones determinadas, ¿cuánto tiene que poner también el jugador de su parte, no solo el entrenador?

Es como si a un pájaro le abrís la jaula para que vuele... Se la tenés que abrir vos. El pájaro no abre la jaula. Vos la abrís y le decís por dónde tiene que volar. Esa rotación tiene que ser en función del equipo. El entrenador da las pautas, prepara al jugador, entrena lo que hay que hacer... y después se levanta el telón y el técnico se queda fuera.

¿Tuvo que lidiar alguna vez en su carrera con una situación como la que ahora atraviesa Mbappé, un tren de altísima velocidad en vía muerta?

Nunca, nunca... esperá que piense... No, no, nunca. Un bloqueo de este tamaño, nunca. Es difícil de explicar que a un crack le pueda pasar lo que le está pasando. Es increíble. No puede ni regatear a nadie. Pero cómo es posible, parece que se le olvidó todo. Uno que trabajaba conmigo, Fatiga Ruso, del Huracán del 73, era muy ocurrente. Pues teníamos un jugador así, que regateaba mucho y de repente se paró. Me dijo "se le terminaron las jugadas". A Mbappé también parece que se le terminaron las jugadas. Inclusive tiene una falta de confianza descomunal. Esos dos penaltis no es que los falle, es que los tira muy mal. Para saber lo que le pasa habría que estar ahí y conocerlo, pero que un crack, porque él es un crack y me niego a pensar que haya dejarlo de serlo, que no pueda regatear a un jugador cualquiera no es normal. Son momentos en los que como entrenador uno no sabe qué hacer para apoyarlo. No sabés si seguir poniéndolo, si quitarlo... Yo no sabría qué hacer.

A usted el fútbol se le aparece de chaval en su Bahía Blanca natal e inmediatamente se lo toma en serio y juega en equipos federados. Pero hay un momento de su vida en el que el fútbol desaparece de su existencia por circunstancias especiales, la Dictadura Militar en su país. Es cuando se tiene que venir para España en 1976 y aquí hace de todo menos tratar con un balón.

Había que sobrevivir. En Argentina había jugado en clubes modestos y había ganado poco dinero y aquí había que empezar de cero. Llegué a una casa del barrio de Canillas. Cuando llegamos estaba desierta, sólo estaba el teléfono en el medio del salón. Me ayudaron a amueblarla los vecinos. Increíble cómo se portaron. Trajeron colchones, mantas, almohadas, comida... Me tuve que ganar la vida como mejor podía. Traductor, contable, administrativo, vendedor de lámparas, de libros, era un vendedor espantoso... Y el fútbol volvió a aparecer, precisamente, porque no tenía ninguna oportunidad de trabajo medio digna, ninguna. Hasta que un día le dije a mi mujer que donde podía tener alguna oportunidad era en el fútbol. Le dije 'voy a dejar todo y voy a hacer el curso de entrenadores'. El fútbol era mi vocación. Yo nací en un potrero. Ya no podía jugar más, como decía Di Stéfano, y entonces pensé en seguir en ese mundo como técnico. Dejé todo. Mi mujer me ayudó muchísimo. Si hubiéramos tenido que comer arroz todos los días, pues lo hubiéramos comido.

Tres años de curso. Juvenil, regional y nacional con un mes final en Sevilla. Sin ingresos de ningún tipo.

Tuve de profesor, entre otros, a Clemente. A mí en aquel momento no me conocía nadie y si me decían que tenía que poner en el examen que la pelota era cuadrada, yo lo ponía. Tuve, entre otros, de compañeros a Iribar, un tipo de una sencillez que no se puede creer, una figura mundial que a los cinco minutos era como tipo de tu barrio... Aprobé el curso.

Ya tenía el título de entrenador, ahora se trataba de tener un equipo, de trabajar de verdad.

En el año 80, por medio de gente medio conocida, contacté con César Luis Menotti, que era el seleccionador argentino. Él necesitaba alguien que le hiciera informes sobre los rivales que iba a tener Argentina en el Mundial de España 82 y de los jugadores argentinos que jugaban en Europa. Como a mí no me conocía nadie era el hombre perfecto. Iba para arriba, para abajo. Me metía en los entrenamientos, iba a los partidos. Personalmente, a César le conocí en Londres en un hotel. La selección jugaba un amistoso contra Inglaterra en Wembley y fui a recoger mi entrada para el partido. Le tenía tanto respeto que me pareció un abuso pedirle dos, la otra para mi esposa, que me había acompañado porque ese día era su cumpleaños, el 13 de mayo, y tuvo que ver el partido en el hotel. Esa noche, con 19 años, Maradona hizo la misma jugada que repitió en el Mundial 86. Se fue de todos, pero cuando encaró al portero, en lugar de driblarle, remató cruzado y se fue fuera por muy poco. Wembley se puso en pie. Ese día conocí a Menotti.

Y Menotti, pasado el Mundial 82, le propuso que siguiera con él en el Barcelona. Poco más o menos con las mismas funciones.

Sí, pero también me permitió ver todos los entrenamientos y para mí fue un aprendizaje como entrenador enorme. Primero viví con César en su casa y luego ya me quedé en un departamento. Yo nunca fui trasnochador. A las 12 de la noche ya tengo sueño y Menotti era al revés, a esa hora empezaba a vivir. Así fui conociendo también a los jugadores. A Diego, por ejemplo, que era siempre de los más interesados en leer los informes porque lo quería saber todo, conocer a todos... Aquel equipo jugaba muy bien al fútbol y si no ganó títulos fue por las lesiones de Maradona y Schuster. Menotti me decía, 'mirá que tenemos jugadores en la plantilla, por supuesto no que no quiero que se lesione ninguno, pero se nos van a lesionar estos dos'. Estuve con César hasta que se marchó del Barça al año siguiente. Poco después fue cuando de Banfield, un club argentino que entonces estaba en la Nacional B, contactaron con César para que les recomendara un entrenador. Él les dijo que tenía el mejor, pero que no sabía si querría volver a Argentina... Hubiera ido nadando. Contactaron y allí que me fui. Comenzaba mi verdadera carrera como entrenador. Yo iba donde me llamaban. Luego volví a trabajar con Menotti en Peñarol...

"Cuando Valdano quiso probar como entrenador me llamó y formamos un tándem. Él tenía el nombre y yo tenía la experiencia porque ya había entrenado en Primera. Todos hacíamos de todo"

Ángel Cappa Campeón Liga Real Madrid 94-95

¿Y cómo aparece Jorge Valdano en su vida y la posibilidad de formar cuadro técnico en el Tenerife?

Jorge y yo nos conocimos de una forma original, digamos. Cuando estaba haciendo los informes para el Barça, me tocaba ir 15 días antes a ver los rivales del Barça y justo jugaban siempre contra el Zaragoza, que era donde Jorge jugaba y que por cierto tenía un equipazo. Con Jorge nos veíamos en el hotel y hablábamos. También me hice amigo de Barbas. Pasaron los años y en una etapa en la que yo no tenía trabajo y él había estado trabajando en los medios de comunicación me comentó que quería probar como entrenador, pero no tenía experiencia. Yo ya había dirigido en Primera. Me dijo 'vamos juntos'. Y yo dije 'fenómeno'. Él tenía el nombre y yo tenía la experiencia. Yo propongo que se una al cuadro técnico Ángel Félix, que había jugado conmigo en Bahía Blanca y él a Giráldez, que era el preparador físico.

Cappa, en el banquillo junto a Valdano.
Cappa, en el banquillo junto a Valdano.

Y en el Tenerife no tenéis mejor idea que en dos partidos tontos quitarle dos Ligas consecutivas al Madrid...

No, no. Eso es una leyenda. También le ganamos al Barça esa temporada nada más llegar nosotros al Tenerife, en el segundo partido. El Madrid perdió muchos puntos en la segunda vuelta. No le quitamos ninguna Liga al Madrid. Además, el primer año, nosotros no jugamos bien esa fecha. Jugamos regular. Y nos tenían que haber ganado. No tiene que ver nada con el segundo año, que sí jugamos bien y además si ganábamos nos clasificábamos para la Copa de la UEFA. El Madrid también fue perdiendo puntos, pero bueno, ahí sí puedo admitir que en el último partido les pudimos quitar la Liga porque el Barcelona, de local, ganó el suyo.

¿Y en el Tenerife, en esa primera experiencia, cuál era el rol de cada uno de vosotros en el cuadro técnico?

Jorge estaba aprendiendo en ese momento... Era su primera experiencia. Con Félix preparábamos nosotros el entrenamiento. Él estaba en un proceso de aprendizaje y era nuestra pantalla. Todos hacíamos de todo. No es como ahora, que los cuadros técnicos están formado por cinco, seis, siete personas... qué sé yo.

¿Y cómo fue la llamada del Real Madrid?

Me llama Jorge un día y me dice 'nos llamó el Madrid. ¿Qué te parece?'. 'Vamos, vamos', le dije. Volvemos a casa, qué más quiero. Y fuimos. Y seguimos trabajando igual. No cambia mucho. En realidad, Jorge nunca tuvo mentalidad de entrenador. Estaba probando. Yo creo que no tenía esa vocación pura de entrenador. Las charlas las dábamos los dos...

Vuestra llegada al club no fue fácil. Parte de la afición, una minoría, os recibió con una pancarta que ponía: «No queremos rojos, ni sudacas». Cuándo lo leyeron, ¿qué se dijeron Jorge y usted?

Yo estaba un poco más acostumbrado. En Argentina, las barras bravas son difíciles. En todo caso, pensé que qué bien que nos identifiquen así. Y cuando me preguntó un periodista le dije, que no se olvidaran los aficionados que muchos de esos ladrillos del estadio los había puesto un sudaca, que se llamó Alfredo Di Stéfano.

Y salieron campeones en la primera temporada.

Y salimos campeones con un equipo que jugaba bien. Muy bien. Teníamos las ideas y los jugadores que las interpretaran. Sin ellos las ideas valen menos. Íbamos al ataque, teníamos jugadores de mucho talento y jugaban todos juntos sin el menor problema. Me preguntaban los periodistas que en ese once que poníamos, quién iba a marcar y yo les contestaba que eran los rivales los que iban a tener que marcarnos porque la pelota siempre la íbamos a tener nosotros. Estamos hablando de que teníamos a Redondo, que se lesionó, a Michel, que también se lesionó, pero aparecieron Milla y Luis Enrique. Estaba Laudrup, Martín Vázquez y cuando no, Amavisca... Apareció Raúl. Se dieron todas las condiciones para ganar el título.

"Raúl iba a aparecer tarde o temprano. Esos jugadores no los descubre nadie. Aparecen solos. Nosotros no lo descubrimos, es como si dicen que no sé quien descubrió a Maradona.

Ángel Cappa Campeón Liga Real Madrid 94-95

Raúl, más que aparecer, se le fue a buscar al tercer equipo... No es que él destrozará la puerta desde dentro.

En ese momento, me dio por repetir en el Real Madrid lo que hacía en los clubes argentinos donde había estado, que era trabajar con una selección de los mejores jugadores de la cantera. Eso lo aprendí de Menotti. Entrenábamos un día y al otro jugábamos partidos contra el Leganés, el Getafe, que no estaban donde están ahora... Y en esos partidos aparecieron Raúl, Guti, Víctor Sánchez del Amo, Álvaro, que después se lesionó, García Calvo, Contreras, Riverita, que era muy buen jugador...

La eliminación contra el Odense en la Copa de la UEFA, a pesar del título, les dejó marcados para el curso siguiente... hasta que les despidieron.

El otro día, estando en el ordenador, me apareció ese partido en Youtube y me quedé a verlo. ¿Por qué? Qué sé yo. Pero las ocasiones de gol que perdimos fueron increíbles. La última jugada, perdíamos 1-0 y les decíamos que no fueran a rematar un córner a favor, que se quedaran atrás porque todavía teníamos ventaja. Ellos no querían perder y en la jugada siguiente nos hicieron gol. Fuera. Eliminados. Y cuando entramos en el vestuario le dije a Jorge, ahora sí que ganamos la Liga. A lo mejor no nos daba para dos competiciones, pero para una, sí. Y esa era la Liga.

De la Quinta del Buitre ustedes no llegaron casi a disfrutar desde el punto de vista de entrenadores.

No tanto como hubiéramos querido, desde luego. Pero yo iba a ver a Butragueño al estadio antes de llegar al Real Madrid. Era un jugador excepcional. Y para Menotti, también. La Quinta estuvo compuesta por jugadores todos excepcionales. El Butragueño que nosotros entrenamos ya no era el mismo, posiblemente por una cuestión física. Antes de llegar al Real Madrid, también iba al Bernabéu, a un fondo, para ver exclusivamente a Hugo Sánchez y cómo definía siempre a un toque. 38 goles. Quería ver con mis propios ojos sus movimientos. Me olvidaba del partido y me centraba en él. Entonces, volviendo a esa temporada, apareció Alfonso y en el primer partido lo lesionaron en Sevilla. Y luego llegó Raúl. Se dan cosas, coinciden un montón de cosas. Raúl iba a aparecer tarde o temprano. Esos jugadores no los descubre nadie. La gente dice 'ustedes descubrieron a Raúl'... Qué vamos a descubrir nosotros. Es como si dicen 'usted descubrió a Maradona'. Esos jugadores aparecen solos. El momento es lo de menos. Antes o después.

Siempre se pensó que Ramón Mendoza desde la presidencia había tenido muy poca paciencia con ese equipo, que ustedes merecían un poco más de continuidad.

Mendoza estaba en otras cosas. Quería que le devolvieran el aval para marcharse. Estaba en eso más que en el día a día del club.

Cappa habla con Valdano.
Cappa habla con Valdano.

Se van del Madrid y la pareja Valdano-Cappa se divorcia y no vuelven a trabajar juntos. Tampoco hubo paciencia por su parte para seguir probando en otra experiencia.

Ya había entre nosotros algunos desencuentros que por otra parte me parecían lógicos. Hasta ese momento, Jorge no tenía tanta... No sé como decirlo para no ofender a nadie... Digamos que ya no escuchaba tanto, ya tomaba decisiones propias y no podía haber dos cabezas. A partir de ahí comenzó la historia. Ya comenzó en Tenerife. Él no estaba de acuerdo con Latorre, un jugador argentino, y yo sí porque lo conocía de Argentina. Tampoco acá ayudó la polémica externa que se formó entre Redondo y Milla. Él ahí comenzó a dudar porque Milla lo hizo muy bien cuando Fernando estuvo lesionado. Yo nunca dudé. Para mí Milla era un gran jugador y Redondo era un crack... Así lo veía yo, lo mismo que Latorre. Son cosas normales, dos opiniones diferentes, pero del día a día. Son cosas lógicas. Es imposible coincidir permanentemente y entonces había que terminar. Ya está. Cada uno siguió con su carrera.

"Jorge y yo no seguimos juntos porque hubo los desencuentros lógicos del día a día, nada extraño. Él, además, creo que no tenía la vocación de entrenador y encontró su lugar más en la parte directiva"

Ángel Cappa Campeón Liga Real Madrid 94-95

Jorge fue luego al Valencia.

Sí y luego encontró más su lugar en la parte directiva que en la de dentro de la cancha. Y si lo digo es porque yo he leído que él lo reconoció así. No tenía vocación de entrenador. Si la tienes, te aguantás todo, es meterte en el barro...

Y usted sí siguió en los banquillos con experiencias buenas y menos buenas.

Yo cada día me sentía más entrenador y estaba más enganchado al banquillo, lo mismo que usted cada día se sentirá más periodista y mejor periodista.

¿Cómo acabó su relación personal con Jorge Valdano?

Bien, hace mucho que no nos vemos porque cada uno siguió con su vida, pero no por otra cosa. No hubo una ruptura total. Hemos coincidido muchas veces...

Usted llegó hasta entrenar a River, uno de los dos grandes del país... Fue lo máximo, el techo de su carrera como entrenador.

No, lo máximo fue Huracán en 2009. Fue la gran campaña en la que nos robaron el título en el último partido. Ese equipo jugaba muy bien al estilo argentino. La gente disfrutaba con nosotros. Lo del último partido fue alevoso. Ya antes, con Racing del 98, habíamos hecho una gran campaña, pero como aquella de Huracán, ninguna. Se puede decir que mi carrera de entrenador alcanza el punto más álgido en esos años. Luego fuimos campeón en Perú con Universitario y es una gesta que se recuerda todavía porque nos pagaron un mes. Nada más. Seguimos jugando y ganamos el título. En España, sin embargo, no tuve suerte luego en Las Palmas (97) ni en el Tenerife (2000)...

Cappa, entrenando al River.
Cappa, entrenando al River.

Y acabó en un club peculiar...

Acabé en Universidad de San Martín de Porres, de Lima, un club universitario, que pagaba bien, pero no tenía ni un solo hincha. Era de la gente de la Universidad y los días de partido se iban a sus casas y además eran todos hinchas de los otros grandes de Perú, de Alianza o de Sporting... Ahí acabé con Fernando Signorini, el preparador físico de Maradona, Ángel Félix, y un amigo mío, Cayetano Rodríguez. Todos mayores. Lo catalogué como 'el último concierto de los Rollings Stones'. Era el 2012. Ahí terminé. Ya no quise saber más. Me llamaron de varios lugares, pero ya había decidido que iba a hacer la vida que no podía haber hecho hasta entonces. Para vivir, sin lujos, tengo con lo que tengo en los bancos, si no me roban los bancos, que es otra posibilidad.

Y su partido con el fútbol profesional, ¿cómo quedó? ¿Usted le dio más o al revés?

El fútbol me dio más a mí. Yo soy un chico de Villa Mitre, un barrio marginal de Bahía Blanca, y estuve en lugares que no pensé jamás que podía estar: River, Real Madrid... en canchas históricas. Me dieron homenajes en los clubes por los que pasé. La dimensión del Real Madrid es increíble. La gente me para por la calle y me habla de Laudrup, ¡qué jugador!, de Zamorano, de Amavisca... El fútbol me dio mucho más, me salvó la vida de manera literal. En plena dictadura militar en Argentina, yo llevaba mi coche lleno de panfletos porque yo tenía una militancia ideológica, y en ese momento ser un activista era gravísimo. En un control me paran. El militar me pide el documento, iban a comenzar a registrar el coche y entonces, cuando vio mi nombre, me dijo 'usted es Cappa, el que jugaba al fútbol'. Le dije que sí, y me dijo 'seguí, seguí, está todo organizado'. Ahora entiende por qué le digo que me salvó la vida el fútbol.

"No estoy de acuerdo en nada con las ideas futbolísticas de Simeone, pero las respeto. Además nunca las abandona. Es como yo con las mías. Eso es buenísimo para todos. No veo los partidos del Atlético. No me interesan"

Ángel Cappa Campeón Liga Real Madrid 94-95

¿Se ha sentido un incomprendido en el mundo del fútbol por sus profundas ideas futbolísticas?

Las que aprendí. Me fue bien o mal, pero siempre seguí. No creo que me hubiera ido mejor si en algún momento hubiera abierto la ventana a otra corriente. Por ejemplo. Yo no estoy de acuerdo en nada con las ideas futbolísticas de Simeone, pero sí le respeto muchísimo porque nunca abandona esas ideas. Eso es buenísimo para todos. Él es eso. Perfecto. Le va bien o le vaya mal. Normalmente le va bien. Menotti tampoco renunciaba a su forma de ver el fútbol. Y te va bien y te va mal con los dos conceptos. Mi militancia es constante y coherente. Si me preguntan, yo defiendo mis ideas y en política también, aunque no sea el caso. Los de las otras ideas, también las proclaman. Te dicen 'estos se creen que tienen la verdad'. Y yo digo que ellos se creen que tienen la verdad. Lo que no se puede es ir por la vida dudando. Es mi verdad. No la verdad absoluta. Y la voy a defender. Yo aprendí ese futbol, me gusta, soy feliz porque la gente reconozca a mis equipos, como Huracán del que hablábamos antes. Salimos segundos, pero yo voy a su cancha y no puedo caminar por la calle. Esa fue una gran obra. Y presumir está mal.

Pues explique 15 años después cómo era aquel equipo para que todos sepan cómo jugaba y cuáles eras sus principios futbolísticos.

La pelota tiene que ser mía. Usar el toque con criterio. No por tocar. El jugador tiene libertad para inventar dentro del funcionamiento colectivo, para tirar un caño, para tirar un sombrero... El error forma parte del juego. Pero claro, si estás en Primera, de diez pelotas no te vas a equivocar en nueve. Si es así es que te equivocaste de profesión. Equivocarte dos veces, no pasa nada. Presionábamos arriba y a veces adelantábamos la línea, pero el fundamento no era el achique, era la pelota. Tenerla. Nuestro Madrid campeón del 95 fue de los equipos menos goleados, como Huracán. Porque la mayor parte del tiempo la pelota era nuestra y como dice Riquelme, si hay una pelota y la tengo yo, el rival no la tiene. Eso llegó al sentimiento de la gente. En la cancha de Huracán nos aplaudían como si estuviesen en el teatro. Le gustaba eso. Jugábamos 1-4-3-2-1. Parecía que teníamos un delantero, pero atacábamos con todos. Lo más antiguo que conozco en el fútbol es la pelota y sigue siendo lo más importante.

El fútbol le hizo feliz.

Sí. Lo más feliz fue jugar. Pero jugué hasta donde pude. Jugué en Olimpo, el equipo más poderoso de la ciudad, en la selección de Bahía Blanca... Siempre fui defensa. En el potrero te ibas acomodando poco a poco. Era uno mismo quien lo hacía. Nadie te decía dónde tenías que ponerte, pero claro, los más talentosos se colocaban de delanteros y los demás nos veníamos para atrás. Si me pregunta si echó de menos algo del fútbol, le diría que jugar. El banquillo te llega porque no puedes jugar más. Ahora no estoy de acuerdo con muchas cosas del fútbol.

Acabo, ¿qué no le gusta del fútbol actual? Hable ahora o calle para siempre.

El negocio se está apoderando de él y lo está cambiando. Por ejemplo, ¿por qué los entrenadores están permanentemente haciendo señas? ¿A quién hacen señas? Aunque no hayas jugado al fútbol en tu vida, sabés que no puedes mirar y jugar. El jugador no te da bola, está a lo suyo. Y si mira tampoco te entiende. Lo hacen para el periodismo y para que la gente le diga, 'mirá, ese técnico cómo está metido en el partido... '.

... He visto diluvios y los tipos, parados, 'mojandosé'... ¿Qué ganan 'mojandosé'? ¿Van a jugar mejor sus equipos?

Otra que me espanta, la salida del balón con los dos centrales y los laterales en la bandas. Dicen que lo inventó Guardiola, yo creo que fue el mexicano Lavolpe, pero da igual. Son 15 entrenadores en cada equipo para pensar, para innovar. ¿Por qué no hacen otra cosa distinta? Una vez salgo así, otra viene el mediocentro, el volante... Qué sé yo. Cambiar. Se comen goles en contra a montones... y siguen jugando todos igual. ¿Por qué lo siguen haciendo?

¿Por qué han cambiado ahora los extremos de banda y juegan todos a pierna cambiada? Y por qué. Una vez está bien, pero todas y todos los equipos, por favooor. ¿Y lo de los córners? Todos los córners y la faltas a pierna cambiada, cerradas, al área chica, acercando la pelota al portero y 'alejandolá' del delantero... ¿Por qué no preguntan a los rematadores? Yo le preguntaba a Fernando Hierro, que fue uno de los mejores jugadores que he visto en mi vida: 'Usted, ¿cómo prefiere que le venga el centro para cabecear? Y él me decía: 'Desde la derecha que lance un diestro y desde la izquierda un zurdo'...

Por ejemplo, Kroos estos años en el Madrid, tiraba desde los lados y recorría metros de una esquina a otra. ¿Y no había otro tipo en el Madrid, estamos hablando del Madrid, que pudiera patear también y no que fuera siempre el mismo? No puedo creer que en el fútbol moderno, con toda la tecnología y medios que tenemos se copie tanto como se copia...

[Acabo agotado la charla de hora y media, un partido completo, y él está fresco como aquel pibe de potrero que llegó a Madrid ya cumplida la treintena y que, afortunadamente, pudo rescatar la pelota y el fútbol para seguir teniendo una razón de vida].