Brahim, un gol, un abrazo y una súplica: "Carlo, póngame más"
Brahim Díaz lleva lo que va de temporada asumiendo lo difícil que es jugar en el Real Madrid. A principio de curso tomó una decisión complicada: quedarse y no aceptar ninguna cesión más. Tampoco el Milan quiso hacer efectiva la opción de compra que tenía. De una vez por todas, quería convencerse a sí mismo que sin Benzema, sin Asensio, sin la llegada de Mbappé, y a pesar del fichaje de Joselu, podía ser útil y jugar en el equipo de los sueños.
"Me quedo". Se lo comunicó a Ancelotti y el entrenador, con buenas palabras, con la experiencia que maneja y el buen tacto que siempre quiere mantener con sus jugadores, le dio a entender que la titularidad iba a estar muy cara y que no podía prometerle nada. De hecho, intentó ser lo más honrado posible para que el jugador no se creara falsas expectativas. Carlo había visto todos los partidos del Milan, de su Milan, de los últimos años y tenía suficientes conocimientos sobre el rendimiento de Brahim. Tenía información privilegiada al respecto. Tanto desde dentro del club rossonero como desde fuera. Con todo el dolor de su corazón, el futbolista malagueño no entraba en sus planes. Pero si decidía quedarse en la plantilla, tendría la misma consideración que cualquier otro jugador.
Conocedor de su polivalencia, de que puede actuar en la mediapunta o arrancar desde la banda izquierda, como hizo contra el Braga, no terminó de encontrarle hueco entre sus elegidos y eso que en el 1-4-4-2 en rombo de principios de temporada, parecía que podía ser el recambio perfecto de Bellingham en el vértice superior de ese rombo. Pasaban los partidos y las oportunidades eran escasas. Solo una titularidad, contra Las Palmas en el Bernabéu en la séptima jornada. Un gol y 57 minutos sobre el campo. Desde aquel día, apenas 17 minutos. En la Champions solo había jugado nueve minutos contra el Unión Berlín en la primera jornada.
Este miércoles era su día. El descanso a Bellingham le abría las puertas de la esperanza. O jugaba contra los portugueses o no jugaba nunca. Jugó. De titular. Y lo hizo bien. En el 1-4-4-2 'hizo' de Bellingham. Para él fue el carril del '10'. Libertad en ataque y la obligación defensiva de tapar la banda zurda. Brahim encaró el choque como lo que podía ser: una 'penúltima' oportunidad. Se ofreció en la fase ofensiva y nunca llegó tarde al repliegue. Además, abrió el marcador con un gol clásico de los delanteros que llegan sin estar. Antes de rematar, combinó la pausa y la aceleración para ejecutar de la mejor manera posible el centro de Rodrygo. En la segunda parte pudo hacer el segundo. Dos oportunidades en la misma jugada. Vio la luz. Un doblete podía ayudar a cambiar su futuro. No llegó, pero en compensación se encontró con un abrazo de su entrenador cuando fue sustituido en el minuto 73. También se vio por detrás a Davide entusiasmado con el malagueño.
A Brahim, en su buen italiano, solo le faltó susurrar al oído de Ancelotti: "Carlo, mettimi in campo e non ti pentirai, sono migliore di quanto tu possa credere. (Carlo, ponme más y no te arrepentirás, soy mejor de lo que tu puedes creer)". Quién sabe si esta noche del 8-11-2023 puede cambiar la vida de Brahim Díaz en el Real Madrid y a partir de ahora Ancelotti se convence de que, en determinados partidos, puede ser un jugador importante. No ya de titular, sino en esos minutos finales en los que a veces no completa los cinco cambios.
Que Brahim tiene gol es algo que se intuye y pensar que podría 'hacer' de Asensio en situaciones específicas no es una aberración. Carlo tiene la última palabra. El jugador este miércoles hizo todo lo que podía hacer para reivindicarse. Su problema es que en el horizonte se divisan dos figuras que le pueden poner aún más caro jugar esos minutos que busca: Arda Guler y Nico Paz.