Bakero revisita el legado de Cruyff: "No fue fácil entenderlo, fuimos aprendiendo y sobreviviendo"
El histórico futbolista de Barcelona y Real Sociedad repasa su carrera en Relevo.

José Mari Bakero nació en el corazón del Pirineo navarro, en Goizueta, es el quinto de once hermanos. A los ocho años se mudó a Añorga, donde la cementera, y a los 13, quedó huérfano. Fue campeón de Guipúzcoa infantil de pelota mano, y nunca soñó en la playa de la Concha que acabaría siendo futbolista. Pero lo fue y marcó época: ganó dos ligas imposibles con la Real Sociedad (1981 y 1982) y fichó por el Barça cuando llegó Cruyff, para convertirse en icono del Dream Team. De blaugrana levantó cuatro Ligas, una Recopa, dos Copas y la primera Copa de Europa, con una participación decisiva, marcando un gol trascendental en el minuto 87 del partido de vuelta de la segunda ronda de la competición contra el Kaiserslautern que forma parte de la historia del club.
Fue un excelente llegador. Jugó 287 partidos con la Real Sociedad y metió 91 goles antes de fichar por el Barça y disputar 435 partidos como culer y anotar 114 tantos. Disputó con España el Mundial de Italia 90 con Luis Suárez y el de USA 94 con Clemente. Fue un grande en los campos y lo es explicando cosas mientras comparte unas cervecitas en Sitges, donde vive con Flor, su compañera eterna de viaje.
¿Por qué fue futbolista?
Siempre he dicho que soy de la última generación que hizo deporte porque tocaba, es decir, porque disfrutábamos jugando a fútbol. No tuve nunca el objetivo de ser futbolista; sin darme cuenta fui cumpliendo etapas y de repente estaba en Primera División. Sin más, así de simple.
Pero, ¿iba para pelotari?
Jugaba a las dos cosas, soy de un barrio en el que hay un frontón, un espacio de gravilla y un campo de fútbol en 50 metros. Y ese era el espacio donde podíamos jugar. Entonces yo jugaba a pelota y cuando no jugaba con la pelota pequeña, jugaba con la pelota grande.
Pero usted es de un pueblo navarro, de las montañas…
Sí, de Goizueta. Allí viví hasta los 8 años, pero mi vida siempre estuvo volcada a San Sebastián.
¿Usted era de la Real Sociedad?
De pequeño no era de ningún equipo… Luego ya en Añorga pues sí, porque todos éramos de la Real. Pero tampoco te creas, era más de jugar que otra cosa. Tampoco tenía un ídolo. En aquella época el fútbol no era como ahora, es decir, no recuerdo tener un ídolo. Ya cuando tenía 13, 14 años, la Real tenía muchísimos jugadores que estaban en la selección, como Arconada, Zamora, López Ufarte, Satrústegui. Yo jugaba en la playa de la Concha los sábados y muchas veces los jugadores de la Real pasaban por ahí cuando tenían partido por la tarde. Incluso tengo una foto con Idígoras que me dio algún trofeo en la playa.
Y acabó jugando con ellos…
Sí, tuve esa suerte.
"Salía de casa a las siete y media de la mañana y volvía a las dos y media"
¿Qué le daba a un futbolista jugar en la playa?
Nada en concreto. Jugar en la playa te permite jugar en el mejor estadio natural del mundo, en la Concha. Todo el mundo paga para ir a la Concha y nosotros teníamos la suerte de estar jugando cada fin de semana ahí. Lo de la arena en sí, pues bueno, te adaptas. Tampoco te pones a pensar qué tiene de bueno o malo jugar ahí. Lo que sí tiene bueno es que yo salía de casa a las siete y media de la mañana un domingo y volvía a las dos y media. Entonces, pues era pasar la mañana del domingo con tu partido, con el partido de otros equipos de tu barrio. Conocías a todos los jugadores, por decir algo, de la mayoría de equipos que ahí estaban. Esperabas los fines de semana como un loco porque era diversión, disfrutar de todo.
¿Ya jugaba de delantero?
De extremo derecho. Cuando me ficha la Real con 15 años o 16 jugaba de extremo derecho, pero me rompí la rodilla en el 81 y ahí como perdí un poco de velocidad me metieron en al medio. Entonces empiezo ya a jugar de doble delantero y luego de mediapunta. Y ya cuando vine al Barça, pues acabé jugando de centrocampista.
¿De pequeño ibas a Atocha?
No, no. Yo la primera vez que piso Atocha con 15 años es para cambiarme y coger el bus para ir a entrenar a Lasarte, a las instalaciones de Zubieta, que están como a 30 kilómetros. Nos cambiábamos en Atocha, íbamos en el autobús, entrenábamos y volvíamos a Atocha. Porque allí no había vestuarios, entrenábamos en un campo que estaba en el centro del hipódromo. De hecho, ahí está todavía. Ahora ya evidentemente no entrenan ahí. Es decir, donde corrían los caballos estaba por fuera, y dentro entrenábamos nosotros. Si estabas lesionado y no podías entrenar, tenías que ir igual. Pero jugar en Atocha no juego hasta mi debut con la Real.
"Atocha refleja muy bien el fútbol del pasado"
¿Cómo era jugar en Atocha?
¡Era fantástico! Primero, porque era diferente. Bueno, en aquella época había algunos campos que eran un poco así, por ejemplo el del Valladolid, que también era pequeñito. Había campos un poco de ese estilo. En Atocha, cuando estaba a tope entraban, por decir algo, 14.000, y además, con mil y pico fuera de la legalidad. Y ahí, con el campo lleno, con aquellas tardes de San Sebastián lloviendo, en un campo que era más barro que hierba, al final es una estampa diferente. Refleja muy bien el fútbol del pasado, pero que es un pasado muy reciente.
Otro fútbol aquel, ¿no?
Diferente, claro, diferente.
¿Usted llega antes que su hermano Santi a la Real?
Santi llega después. Llegó en el 85. Yo ya llevaba cinco años. Él tuvo un periplo. Él estaba jugando en Tercera División, en el Michelín. Luego se fue al Hércules de Alicante, de la Segunda División. Coincidió con Mario Kempes, que volvió de Italia, creo recordar. Y el año siguiente es cuando él va a la Real, con Toshack. Pero yo ya había estado con Ormaetxea y con Toshack antes de que él viniera.
Y ganó las dos históricas Ligas. ¿Qué recuerdo le viene ahora, hace más de 200 años?
Que en Gijón, en el 81, jugué 28 minutos y que ¿tú te acuerdas de la celebración de Wembley que le dan el codazo a Juan Carlos? Pues en Gijón, celebrando el gol de Zamora, yo estaba en la misma posición que él, lo único que no me dieron el codazo. Pero, ¿tú ves esa foto? Pues si tú ves alguna foto o vídeo de la celebración, con el 16, salgo yo. La misma posición de Juan Carlos, sí, sí. Yo jugué en esa liga 27 partidos, algunos de inicio y otros no, entre los 18 y los 19 años.

¿A quién reemplazó en aquel agónico partido?
¡Hostia! Pues no lo recuerdo, me imagino que Idígoras. Era un equipazo aquel. Tenía mucha calidad y sobre todo muchísima personalidad porque estaba Arconada, estaba Olaizola en un centro del campo con mucha intensidad, con Perico Alonso, Diego Zamora y delante Satrústegi, Idígoras y López Ufarte. Era el niño bonito, el preferido de toda la afición, porque era buenísimo, claro. También estaban Celayeta, Kortabarria y Gaztelu, que eran ya un poco más mayores y luego Gorriz y Gajate... Todos internacionales. Quiero decirte que a nivel de empaque, jugadores de muchísima personalidad.
Aquel equipo tenía fama de amarrategui.
No, yo no lo recuerdo así. Sinceramente, no era así. Ormaetxea no era un entrenador así. Tenía cosas espectaculares, yo creo que él tenía un equipo tipo, definido, y era muy clásico en el trabajo y en la relación, era muy paternal. Era muy de San Sebastián. Nosotros éramos todos vascos y él, con ese espíritu, también. En aquella época era el entrenador que pasaba por todas las habitaciones a la víspera del partido a saludarte, se sentaba en la cama te hablaba, te preguntaba, te decía lo que creía que te tenía que decir. Y trabajaba con lo que tenía, ¿sabes? Pero no era un entrenador que buscaba jugar defensivamente, no. La Real en aquella época, quitando a Zamora y a López Ufarte, el resto de los jugadores eran mucho más de intensidad, mucho más de fuerza. Y a partir de ahí creo que se hizo el equipo. Pero él dejaba que el equipo fluyera.
Dicen que el regreso de Gijón fue la hostia…
Sí, espectacular. Volamos a Vitoria y allí cogimos el bus. Paramos hasta en mi barrio, en Añorga, donde vivía mi madre y fue bonito, me gusta recordarlo. Bajamos del bus y estaba mi madre, a la que pude abrazar, y nos felicitó a todos. Fue bonito. No lo olvido.
"Bajábamos en el pueblo de alguien del equipo y tomábamos algo en el bar del pueblo"
Me contó una vez que bajan del autocar y pateaban por los pueblos…
Claro, cada media hora o así, bajábamos en el pueblo de alguien del equipo y tomábamos algo en el bar del pueblo. Fue espectacular, no llegábamos nunca a San Sebastián…
¿Aquella Liga la celebró toda Euskadi?
Piensa que ganamos dos ligas. Y luego el Athletic ganó otras dos. Fue una época muy buena para el deporte vasco en general, para Euskadi. En Guipúzcoa celebramos las de la Real y los del Athletic celebraron las suyas. Sinceramente, en el fondo hay una competencia sana, pero competencia al fin y al cabo, por la cantera y por muchísimas cosas que son bastante más complejas de lo que igual a veces ve la gente.
¿Cómo se recuerda como futbolista?
Me recuerdo como alguien que siempre ha intentado aprender para mejorar en todos los sentidos. Fui un jugador con unas cualidades que no se pueden destacar especialmente. Mi carrera fue una evolución personal y profesional.
"Si hubiera VAR en aquella época acabábamos cinco por equipo"
¿Les daban muchas patadas a los delanteros en aquella época?
¿Qué si nos daban patas? Antes todo valía. Es que además no se veía por la tele. Aquello era fútbol de supervivencia. Si hubiera VAR en aquella época acabábamos cinco por equipo.
¿Le sorprendió que le llamara el Barça?
La verdad es que no recuerdo bien cómo fue aquello, pero también recuerdo que había hecho buenas temporadas en la Real y ya iba a la Selección. La última temporada en la Real fuimos subcampeones de Liga y de Copa, perdimos la final contra el Barça de Luis Aragonés con gol de Alexanko. Aquel año marqué 17 goles en Liga y 8 goles en Copa... Y el año antes ganamos la Copa en Zaragoza. Aquel año fue el europeo y después firmé por el Barça. O sea que no lo debía hacer mal...

¿Cómo recuerda aquellos inicios del Dream Team, aquel Barça?
El primer año para mí fue difícil. Primero porque en el primer partido en pretemporada me partí el pómulo y estuve de baja. Y el año siguiente fue malo porque tuve unos problemas de tobillo. Y antes de la final de Berna, contra el CSKA, me operaron de tobillo y no acabé la Liga. Es la temporada que menos partidos he jugado con el Barça. Menos la última, que no la cuento, ya estaba vejestorio.
"Venía de un equipo que éramos todos vascos, fue un cambio radical de vida"
¿También sufrió la incomprensión de la afición con su juego?
Bueno, eso es deportivamente, pero a nivel personal no fue fácil la adaptación. Venía de un equipo que éramos todos vascos y el cambio aquí fue grande, un cambio radical de vida. No había salido de San Sebastián y cambias de ciudad. Ahora parece normal, pero entonces costaba.
¿Y deportivamente?
Pues lo mismo. Con Johan empezamos a trabajar mucho más lo que es la parte táctica, posicional. Con Johan cada jugador tenía unas obligaciones muy concretas y dejamos aparcado eso de correr tanto. El concepto de Johan no era correr, porque correr mucho no quiere decir correr bien, entonces no fue fácil entender a Johan, vamos. Por eso, porque al final creó una manera de jugar muy rígida de posiciones y fuimos aprendiendo y sobreviviendo a lo que nos exigía. Los primeros dos años no fue fácil. También fuimos irregulares en nuestro juego. Jugamos muy bien, pero a veces muy mal. Pero eso que decías de la afición... Yo jugaba en una posición donde me tocaba jugar mucho de espaldas, dejando el balón atrás, y el público esto no lo entendía, y no fue fácil, los primeros la gente no lo entendía.

Usted era un llegador espectacular. Hristo decía que con Amor y Luis Enrique, lo mejor que ha visto. ¿Le damos la razón?
Creo que somos un poco diferentes Txiki, Guillermo y yo. La verdad yo creo que ellos dos sí que son jugadores que llegaban muy bien de segunda línea, pero desde las diagonales, desde un poco la banda, por decir algo. Tenían una habilidad especial para romper el juego. Esta era su calidad esencial. Y de hecho, por ejemplo, contra el Atlético Madrid de Luis y de Antic, que prácticamente jugaban en medio campo, hubo partidos que ganábamos hasta con seis goles. Él cambió un poco el fútbol en ese sentido, normalmente aquí siempre se jugaba por las bandas, centro y segundos balones. Y con Johan empezó el concepto del básquet. El juego interior y el juego exterior. Entonces en el juego interior me ubicó a mí. Al haber sido doble punta, luego mediapunta y jugar en medio campo tenía esa... Algo tenía que tener porque sino no hubiera jugado.
Su capacidad de remate, su instinto al encontrar la pelota en el área ¿Tiene que ver con el juego del frontón?
Puede ser, con la contrabanda del frontón, lo he pensado muchas veces. La verdad es que casi el 70% de los goles que he marcado han sido de cabeza. Lo que sí creo es que podía tener una visión de balón espacio-tiempo que tal vez con la pelota se puede parecer cuando pega la pelota en el frontón. Tú tienes que saber si pega en dos paredes, tienes que saber dónde puede ir la pelota o con la velocidad que va y tal vez puede ser algo parecido y tenía esa intuición de dónde va a ir la pelota. Hay un concepto que para mí es muy importante, para esto que estamos hablando del remate de último momento, que es crear el espacio para llegar y no estar en el espacio. No estar, sino llegar. Y esto es también algo que me inculcó mucho Johan. Porque Johan nos lo enseñó todo. Bueno, todo no, pero casi todo.
¿Usted compartió habitación con Romario y con Stoichkov?
Sí, Johan a Txiki y a mí siempre nos ponía con los guiris. Mi primer año estuve con Aloisio.
¿Y qué? ¿Lo mismo, no?
Hristo era más inquieto, con Romario a veces era como si estuvieras solo. Era más normal de lo que te imaginas. Más normal que anormal. Muy tranquilo.
Pero a ver ¿su mejor gol es el de Kaiserslautern o no?
Bueno, yo he tenido la suerte de marcar goles bonitos y en momentos complicados, también con la Real en momentos finales de partido. Haber estado en la primera Copa de Europa y marcar un gol que se recuerda es un privilegio. Hay gente que igual ha trabajado y se ha esforzado mucho más que yo en el Barça y no ha tenido la oportunidad de vivir esos momentos. He tenido esa compensación de que la gente se acuerde con muchísimo cariño.
Usted vio llegar a Pep... ¿Cómo era?
¿Pep? ¡Normal! Un chico joven, muy nervioso, muy dinámico, con una calidad muy concreta para jugar en esa posición. Un crío que fue evolucionando como jugador y como persona.
¿Imagino que iba a ser el entrenador que ha sido?
No, no pensaba que Pep sería el entrenador que ha sido. Ni yo ni nadie en el Dream Team.
Usted ha entrenado en muchos sitios, hasta en Venezuela o en Perú. En Bulgaria, en Polonia...
No, no, en Venezuela he sido consejero. Ayudé a un club que tenía un presidente que era un culé enfermo. En Perú fui entrenador a través de una persona. Y Bulgaria y en Polonia... Bueno, yo creo que al final uno va haciendo su camino, ¿no? Nunca tuve una estrategia de vida tan profunda y, en cambio, me siento muy privilegiado por todo eso.

Y trabajó en el Valencia y en el Barça.
Sí, en Valencia ganamos la Copa con Koeman, y en el Barça trabajé con Serra Ferrer y con Van Gaal. Van Gaal era un hombre muy ordenado en todo, en su estructura profesional, en el día a día, en la programación… Nada que ver con Johan. Johan era inspiración y Van Gaal programación. Y cuando tú quieres ser entrenador, pues Van Gaal te da mucho orden. Y a mí me dio mucho orden. Por lo tanto, le estaré siempre agradecido. Yo estoy muy agradecido a lo que me ha dado la vida, a la Real y al Barça. He tenido mucha suerte. Me siento privilegiado porque he ido pasando por diferentes etapas y gracias a Dios cada día en el camino que te vas encontrando más gente buena que mala. De verdad que con la perspectiva del tiempo me siento privilegiado porque he tenido la oportunidad de vivir cosas únicas, de vivir cosas que solo he vivido yo, junto a mi familia, vivencias que no tienen precio. No puedes pagar las experiencias, si tú quieres pagar las experiencias que yo he tenido, no las puedes pagar con dinero. Un chico que estaba en la Concha, que nació en un pueblo pequeño, se le murió su padre con 13 años, que ha tenido la suerte de vivir lo que he vivido…
Hombre, se lo habrá currado, pero a veces tienes suerte y tienes premio.
No, no lo llamo buena suerte. Es decir, hay muchas personas que en muchos momentos pueden tener suerte. Pero para la buena suerte tienes que dar un plus diferente. Con tu actitud, con tu compromiso, con tus convicciones, con tu manera de ser. Entonces yo a eso le llamo buena suerte. Tú puedes intentar trabajar para la buena suerte. O lamentarlo, ¿no?
Por cierto, ¿qué hubiera sido de Dream Team sin el Restaurante Gorría?
Hubiera sido un equipo sin parte de su chispa emocional. El Gorría tuvo un punto emocional muy importante El fútbol, al final, lo forman personas y cuando las personas tienen una conexión aparte de lo que es la deportiva, como tuvo el Gorria, pues es más fácil que todo fluya bien. Porque ahí después de los partidos uno decía, 'ey me voy a Gorría a cenar' y nos íbamos 20: seis del equipo, dos primos, los cuñados, tres novias, dos amigos del pueblo... y fluían las relaciones personales.
Perdone, ¿este equipo de Flick qué le parece?
Después de estos años tan difíciles tiene frescura, transmite cosas positivas en muchos momentos. Primero habrá que ver la evolución de los propios jugadores y segundo cómo van complementando con jugadores de experiencia, madurez y de personalidad en el campo. Para ganar títulos creo que tiene que haber una evolución. La misma que tuvo Johan, el primer año ganamos la Recopa, el segundo año ganamos la Copa, el tercer año ganamos la Liga y el cuarto la Liga y la Copa Europa. Ahí hubo una evolución y también una evolución de algunos jugadores. También tiene que haber una evolución de fichajes que complementen bien, hace falta mucha personalidad para ganar títulos y más que en un club como el Barça. Pero a día de hoy se ven cosas que son bonitas y que son ilusionantes.
Tiene un hijo futbolista y una hija periodista: ¿A quién le dijo que se quitara la idea de la cabeza?
A ninguno, he intentado educar a mis hijos para que piensen. Por lo tanto, siempre he respetado qué han querido hacer. Y de hecho han hecho lo que han querido. Jon se fue a estudiar a Estados Unidos una carrera porque también quería jugar a fútbol y aquí le era posible compaginar. Estudió ciencias de la comunicación y tiene un máster en dirección deportiva. Y Lorea quería dedicarse al periodismo y entre unos y otros le aconsejaron hacer ciencias políticas. Sacó su carrera convalidando periodismo, mientras trabajaba los dos han hecho un poco lo que han querido.
¿Con quién se iría de viaje mañana?
Con Flor, a ver a Jon y a los nietos a los Estados Unidos.