La alineación indebida que eclipsó el debut de Redondo en el Real Madrid y el Compostela no reclamó: "No era cuestión de enemistarse"
Hoy, hace 30 años, el Bernabéu saboreaba el estreno del argentino cuando, con la entrada de Dubovsky, el Madrid jugó durante un minuto con cuatro extranjeros y solo podían hacerlo tres.
Treinta años. Tres décadas. Una semana muy marcada en la historia del Real Madrid, la que transcurrió entre el 23 y el 29 de octubre de 1994. En la primera fecha, domingo, Fernando Redondo debutaba con la camiseta del Real Madrid en el Santiago Bernabéu. En la segunda, sábado, Raúl se estrenaba con el primer equipo en La Romareda de Zaragoza. Dos acontecimientos que el madridismo archiva en su memoria y tuvieron su trascendencia en el momento que sucedieron y en el futuro del club.
Era la primera temporada de Jorge Valdano como entrenador del Real Madrid y él fue el protagonista indirecto de ambas historias. En el caso de Fernando Redondo porque el técnico puso como condición innegociable para hacerse cargo del banquillo del Bernabéu que su compatriota le acompañara en el trasvase desde Tenerife. Y en el segundo, porque fue Jorge, y solamente Jorge, quien se sacó de la chistera la baza de Raúl y le metió de titular con 17 añitos.
Por si las dos situaciones expuestas pudieran parecer a alguien meramente circunstanciales, en el día del estreno de Redondo en el Bernabéu, Valdano, sin querer, se erigió en el máximo intérprete de la tarde al alinear un cuarto extranjero cuando solo podía tener a tres en el campo. Un error de cálculo provocado por la tensión del momento y que eclipsó totalmente el debut del '5' argentino. El Bernabéu se había llenado como pocas veces en aquellos tiempos para verle por primera vez vestido de blanco, melena al viento, y se vació casi de golpe con la afición mascullando por si la alineación indebida podría acarrear que su equipo perdiera un partido que había empatado sobre el terreno de juego.
En aquellos tiempos, temporada 94-95, en la Liga española solo podían coincidir tres extranjeros sobre el terreno de juego. En ese partido contra el Compostela, jornada ocho del campeonato, el técnico había dado la titularidad a Laudrup, Zamorano y precisamente, a Fernando Redondo, que debutaba en partido oficial. El argentino se había lesionado en la pretemporada en un partido contra el Athletic en San Mamés (21 de agosto). Se jugaba el Trofeo Euskadi, un triangular que los blancos disputaron tres años consecutivos con el club bilbaíno y la Real como contendientes. Aquel era el primer año. En una entrada dura de Mendiguren, Redondo sufrió un esguince en la rodilla izquierda, en la que ya había sido operado en dos ocasiones.
Milla, el gran damnificado
Dos meses de baja. La presentación oficial, por lo tanto, y además en el Bernabéu, se celebraba ese 23 de octubre. Larga ovación cuando se escuchó el nombre de Redondo por la megafonía del estadio. Había hambre del argentino. Valdano le reunió para la ocasión de su once de gala: Buyo; Quique Sánchez Flores, Sanchís, Hierro, Luis Enrique; Míchel, Redondo, Laudrup; Martín Vázquez; Amavisca y Zamorano. Solo faltaba Butragueño. El Compostela se enfrentaba por primera vez al Real Madrid. Acababa de ascender a Primera y era primerizo en el Bernabéu. Amavisca adelantó al Real Madrid nada más comenzar el partido... y Ohen, un delantero nigeriano que se había formado en la Ciudad Deportiva blanca hasta llegar al filial, empató al comienzo de la segunda parte.
El gran perjudicado por la recuperación de Redondo fue Luis Milla, que había ocupado la plaza de mediocentro en los siete primeros partidos de Liga con un gran rendimiento. De hecho, Valdano, después del partido, comentó que la decisión de quitar a Milla del once titular había sido una de las más traumáticas de su carrera como entrenador porque el de Teruel se había ganado el puesto bien ganado. El damnificado, 30 años después, en conversación con Relevo recuerda el momento con filosofía.
"Pues claro que recuerdo lo sucedido. El equipo lo estaba haciendo bien y yo creo que también. Claro que pensaba que cuando Redondo se recuperara podría entrar en mi posición. También pensaba que podíamos jugar juntos. Aunque fuéramos mediocentros los dos, éramos muy diferentes. Él más físico, más ganador de duelos; yo más táctico, más de apoyos... De hecho, Valdano en un par de amistosos que jugamos por un parón de selecciones, nos probó a los dos juntos y no lo hicimos mal. Nos complementábamos bien. Yo me sentí cómodo con Fernando al lado, pero creo que él, no. Prefería estar solo en esa zona y no tener nadie al lado. No prosperó la idea y comenzó a jugar él. Luego se volvió a lesionar al principio de año y volví a jugar yo. La realidad es que el equipo jugaba bien y ganaba con uno y con el otro... Comprendo a Valdano, tenía que tomar una decisión. No tengo nada contra él. De hecho me llevó al Valencia cuando fue su entrenador".
Redondo se tomó su presentación muy en serio. Probó bien en cada acción de aquel partido. No rehuía el choque. Al revés, iba a todos los balones divididos. Había temor en los médicos del club con esa pierna izquierda tan dañada anteriormente. Todos los ojos estaban pendientes de él, pero la victoria se retrasaba y el entrenador, sin más miramientos, pensó en meter un delantero, Dubovsky por Luis Enrique, entonces lateral izquierdo, sin sopesar que el jugador que entraba era eslovaco y, por lo tanto, ocupaba plaza de extranjero. El cambio fue en el minuto 80 y los cuatro foráneos coincidieron juntos un minuto largo. La voz de alerta, al parecer, llegó al banquillo desde el palco presidencial, donde Lorenzo Sanz, entonces vicepresidente, se dio cuenta de la situación y llamó a Zoco, delegado del equipo. Enterado Valdano del error, para demostrar que no había existido mala fe en su decisión, retiró a Dubovsky y el Real Madrid jugó con un jugador menos durante los últimos 10 minutos.
Lesión del árbitro y pita uno de Segunda B
No fue el único incidente extraño del partido. En la primera parte se tuvo que retirar lesionado el árbitro del partido, Contador Crespo, y fue sustituido por el cuarto colegiado, González Díaz, de Segunda B. A él y sus jueces de línea también se les escapó el gazapo de la alineación indebida. Finalizado el encuentro, Valdano pidió públicamente un doble perdón. Por su lapsus reglamentario y por haber perdido el primer punto en casa ante un equipo recién ascendido. El árbitro suplente reflejó en el acta la alineación indebida. "En el minuto 40 del segundo tiempo saltó al campo el jugador número 16, Petr Dubovsky, por lo que durante un minuto y diez segundos el Real Madrid Club de Fútbol jugó con cuatro extranjeros. Pasado ese tiempo el jugador 16 se retiró voluntariamente del terreno de juego antes de que finalizase el partido". Sorprendió que, en el momento, el presidente Ramón Mendoza culpase directa y públicamente de la situación a su delegado, y exjugador histórico del club, Ignacio Zoco.
El invitado de piedra de todo lo acontecido en el Bernabéu fue el Compostela que, como club, tomó la decisión de no denunciar al Real Madrid por alineación indebida por considerar que no había tenido mala fe y, además, porque empató el partido. Técnicos y jugadores fueron recibidos esa misma tarde como héroes en el aeropuerto de Santiago. Un millar de aficionados recibieron a la expedición a pie de pista y después se desplazaron a la Plaza Roja de la capital para continuar festejando el empate, que se celebró casi tanto como el reciente ascenso a Primera. El entrenador del equipo, Fernando Castro Santos, reconoció entonces que cuando salió el calendario, en el mes de julio, había tachado el partido contra el Real Madrid por considerarlo fuera de sus posibilidades. "Lo taché con trazo negro, nunca pude pensar que allí podíamos empatar", señaló tras el encuentro.
Preguntada ahora, 30 años después, por lo sucedido, Fernando se sincera. "No recordaba que aquel había sido el estreno de Redondo, lo que sí recuerdo es que el Madrid sacó su once titular, menos Butragueño, que entró en la segunda parte. Lo que me queda de aquel partido es el asunto de la alineación indebida y que no reclamamos porque el empate ya nos venía bien y no era cuestión de enemistarse con nadie, ni de repetir el partido".
De un mes inhabilitado a una multa económica
El Comité de Competición, en un principio, decidió sancionar al entrenador blanco con un mes de inhabilitación y 663.700 pesetas en aplicación del artículo 94 y contemplar negligencia en el error cometido. Además, sancionó al club con 100.000 pesetas por el mismo motivo. La sanción se aplicó en su grado mínimo, según el Comité porque "se procedió a rectificar inmediatamente el error producido y porque el el propio equipo infractor se quedó en inferioridad numérica". La sanción no permitía al técnico ni siquiera dirigir al equipo en los entrenamientos con lo que el Real Madrid tenía que sustituirle por otro entrenador.
El club recurrió inmediatamente al Comité de Apelación y éste, en 24 horas, revocó la sanción y rebajó a 100.000 pesetas la multa económica al técnico y también mantuvo la del club en la misma cuantía. Lorenzo Pérez, su presidente, calificó de desmedida la decisión de sus compañeros de Competición: "Hubo arrepentimiento espontáneo y el hecho fue de escasa trascendencia". La realidad fue que el mundo del fútbol en general, había calificado con dureza la primera sanción. Hasta el ministro de Trabajo de la época la consideró injustificable y, sin embargo, bendijo la rectificación. También la plantilla del Barcelona hizo un comunicado criticando la decisión de Competición, en la que se encontraron, además, también defectos de forma en su elaboración.
En definitiva, el partido que tenía que pasar a las hemerotecas como el primero de Fernando Redondo como jugador del Real Madrid... pasó inadvertido por todo lo explicado en estas líneas. Eso sí, el argentino, a pesar de las lesiones, tuvo tiempo en los seis años siguientes en dejar su huella en el club blanco. Fueron 228 partidos y cinco goles con un legado de dos Champions (1998 y 2000), dos Ligas (1995 y 97), una Intercontinental, una Supercopa de España... y el sublime taconazo de Old Trafford que acabó en gol de Raúl. Sin duda, su obra maestra.