Griezmann, el bombero pirómano de Simeone
"Aaaayyy, Iniesta de mi vida", susurró Camacho cuando Andrés marcó aquel gol que supuso una estrella en la camiseta roja... "Aaaayyy, Griezman de mi corazón", grita la afición del Atlético cada vez que un partido se le escapa por el vertedero y su Antoine entra en juego para rescatarlo. Un pase del francés con la derecha supuso la victoria ante el Leipzig. Gol de Giménez. Otro pase del francés, éste con la izquierda, supuso el triunfo en Balaídos. Gol de Julián Alvarez. Ambos agónicos. Con el tiempo cumplido. Éste, y no otro, es el Atlético de Simeone. El equipo que después de invertir 200 millones en refuerzos a punto estuvo en Vigo de separarse más de la cuenta del liderato, -se hubiera quedado a ocho puntos del Barça y a cuatro del Madrid- y que, sin embargo, ahora puede aspirar a superar a su eterno rival en la clasificación si le gana el derbi del domingo.
Y tiene mérito que Griezmann tuviera la cabeza tan lúcida como para meter el pase que metió. Se había pasado el partido de un lado para otro, cambiando de posición. Comenzó de mediapunta, por detrás de Sorloth. En el minuto 53, cuando entró Alvarez por Koke, Simeone le mando a la derecha. En el segundo turno de cambios, en el 63, Antoine se convirtió en la referencia ofensiva, en el hombre más adelantado del equipo. Y con la entrada de Correa, que se colocó de punta, el francés regresó a la banda diestra, que fue desde donde se sacó de su pie sobresaliente el centro del gol. ¡No me digan que después de ese peregrinaje por todo el frente del ataque, no tiene valor poner ese balón donde tenía que ponerlo!
Nadie más que el propio Atlético había tenido la culpa de que, en la séptima jornada, cada partido de Liga se hubiera convertido ya casi en una final. Para el primer desafío y con el Real Madrid en el horizonte del domingo en el Metropolitano, Simeone continuó subido en la noria de las rotaciones. Se ha tomado en serio que, en un calendario tan cargado, la teoría del reparto de esfuerzos debe ponerse en práctica y llevada, incluso, a su máxima expresión. El Cholo volvió a montar un once diferente al del partido anterior, pero con Koke de titular. Siempre Koke. La gran sorpresa fue contemplar a Giuliano, delantero de toda la vida, como lateral izquierdo en una zaga de cinco elementos: los tres centrales y los dos carrileros.
Por esa posición de la banda zurda ya han pasado cuatro jugadores en los ocho partidos jugados en lo que va de temporada. Reinildo fue el primer inquilino del puesto; Riquelme y Lino, lo siguientes, se lo repartieron: tres y tres. Y en Vigo, el turno fue el señalado, el de Giuliano. Los 63 minutos que consumió en esa demarcación son suficientes para intuir que no es su puesto. Le costó cerrar su banda en defensa y cuando se proyectó en ataque, no era su culpa, casi nunca entró en el radar de sus compañeros que miraban más para la derecha donde Molina y Llorente, por cierto, tampoco se prodigaron en ataque como cabía esperar. En su primera titularidad Giuliano no estuvo ni bien ni mal. Simplemente intrascendente, como muchos, mayoría, de sus compañeros.
En su primer 'pierde-paga', acuciado por no haber ganado tampoco en Vallecas, el Atlético no remató a puerta en la primera mitad. Ni entre los tres palos, ni entre el banderín de córner y los postes. Tal cual. La urgencia por conseguir la casi obligada victoria no parecía afectar a los rojiblancos. Jugaban al paso y sin profundidad, como si las porterías estuvieran en los laterales y no en los fondos. Todo lo contrario se veía en un Celta que intentaba lo que, en teoría, tenía que probar el Atlético. Meritoria la apuesta futbolística de Giráldez. Sus futbolistas han comprado la idea desde el primer día y parecen disfrutar jugando al fútbol, aunque al final un remate aislado les descalabre la cabeza.
Simeone buscó la reacción de su equipo a golpe de cambios. Quitó hasta a Koke. Noticia. Pasó a jugar con un doble mediocentro: Llorente-Gallagher y mandó a Griezmann a la derecha y al recién entrado Alvarez a la izquierda (?). Solo con la entrada de los hombres de refresco, el Atlético pareció darse cuenta de que la primera final de la Liga se le escapaba de mala manera e iba a llegar al derbi a cuatro puntos de su eterno rival, sin posibilidad siquiera de superarle en la clasificación ni aun ganándole. Lo evitó en el último suspiro. Como en San Mamés en la cuarta jornada y como ante el Leipzig en el estreno de la Champions. Ya son tres 'salvadas' con el control casi cerrado. Demasiado pronto para jugar con fuego. Pero afortunadamente Simeone tiene en su plantilla un 'bombero' pirómano que le saca a los partidos chispas hasta en el último segundo. "Aaaaay, Antoine de mi corazón".