CICLISMO

Grace Brown, oro y arcoíris antes de abandonar el ciclismo para recuperar su vida en Australia

La campeona olímpica de contrarreloj se proclamó número uno mundial de la especialidad en Zúrich, pero no piensa dar marcha atrás en su decisión de retirarse este invierno.

Grace Brown celebra su triunfo en la contrarreloj en Zúrich./EFE
Grace Brown celebra su triunfo en la contrarreloj en Zúrich. EFE
Fran Reyes

Fran Reyes

En las mejores fiestas, es mucho más difícil irse que llegar: saber elegir el momento para inclinarse una última vez frente la platea y salir de escena. Grace Brown (1992, Camperdown) decidió a mitad de esta temporada que quería dejar el ciclismo, que le obliga a residir en Europa, para regresar a casa, a su Australia natal, con su familia, sus amigos y su marido. En su gira de retirada ha conquistado dos de esas victorias que otorgan sentido a una carrera deportiva, ambas contra el reloj: el oro olímpico en París y el maillot arcoíris en Zúrich, obtenido este domingo por delante de Demi Vollering y la campeona saliente Chloé Dygert, quienes fueron plata y bronce mientras la alemana Antonia Niedermaier revalidaba el título Sub-23.

El Campeonato del Mundo CRI Elite y sub23 femenino de Zúrich 2024 se disputó sobre un trazado de 29,7 kilómetros, agónico en sus dos mitades. La primera, porque había bastante desnivel que superar sobre la 'cabra', obligando a un esfuerzo que vacía los pulmones e inflama los abdominales en cada pedalada. La segunda, porque era terriblemente plana, recta y ancha: apenas había curvas en las que tomar un respiro y descansar la espalda. Se premiaban la capacidad de sufrimiento y la gestión del esfuerzo para no estallar antes de tiempo. Era una crono, en definitiva, para especialistas.

Los dos primeros tercios de la parrilla de salida dejaron una digna actuación de las españolas Mireia Benito (28ª absoluta de 70 participantes) y Paula Blasi (11ª sub23), cada una correcta en su nivel. En cabeza de la clasificación estaba Brodie Chapman, australiana de espíritu 'hippie', residente en Girona, generosa como ciclista para beneficio de sus coequipiers de Lidl-Trek y generosa como persona para alegría e ilusión de los niños de las escuelas ciclistas a las que regala su material remanente al final de cada temporada.

A Chapman la fueron mejorando sucesivamente una decena de corredoras. Al fin y al cabo, su papel no era campeonar sino ser la liebre y referencia de su compatriota Grace Brown. Cuando anunció su retirada este invierno del ciclismo profesional, allá por el mes de junio, acababa de ganar la Lieja-Bastoña-Lieja; unas semanas más tarde, se colgó el oro olímpico de contrarreloj en París. El éxito no le hizo replantearse su decisión de concluir su carrera para volver a casa: "Simplemente, echo mucho de menos mi vida en Australia". En su historia se contienen todas las tribulaciones del deportista foráneo: la búsqueda del alto rendimiento, el sueño de la gloria, la lucha contra la melancolía.

Demi Vollering, en cambio, no parece entender de melancolía. Es la mejor ciclista del mundo y compite como tal: con hambre, con talento y con una determinación incuestionable. La neerlandesa colgó los patines hace sólo seis años para centrarse en la bici; en las últimas cuatro temporadas ha acumulado un palmarés envidiable con 39 victorias de primera división, incluyendo la mayoría de clásicas y las generales de La Vuelta Femenina y Le Tour Femmes. Le faltan dos grandes triunfos: el Giro Donne y el maillot arcoíris, que nunca ha conquistado ni en ruta ni en contrarreloj. Este domingo tampoco fue su día.

En el primer parcial, cuesta arriba y cuestión de fuerza, Brown aventajó en 6" a Vollering. En el segundo, cuesta abajo y cuestión de agresividad para atacar las curvas, la neerlandesa recuperó 14" a la australiana para ponerse 8" por delante. En el tercero, los nueve kilómetros planos conclusivos, Brown propinó un KO de vatios a Vollering al infligirle casi 25" para anotarse un triunfo holgado: su primer y último título de campeona del mundo, conseguido después de dos platas consecutivas y sobre una bicicleta dorada que acreditaba su gloria olímpica. "Me siento afortunada de poder irme así", zanjó sin dejar opción alguna al paso atrás. Éste es su 'last dance': el mejor posible.