CICLISMO

La carrera Sub-23 lo confirma: el circuito de Zúrich es durísimo… pero no (solo) para escaladores

El alemán Niklas Behrens, de 1,95 metros de altura y envergadura de rodador, se alza con el maillot arcoíris en la cita que mejor anticipa el desarrollo de las pruebas profesionales.

Igor Arrieta, durante la carrera Sub-23./RFEC / Sprint Cycling
Igor Arrieta, durante la carrera Sub-23. RFEC / Sprint Cycling
Fran Reyes

Fran Reyes

Avanza la semana de competición en los Campeonatos del Mundo de Zúrich. Sólo la tristeza por la pérdida de la suiza Muriel Ferrer, fallecida en plena competición en la prueba júnior femenina del jueves por la mañana, ensombrece lo brillante de las carreras. Si las contrarrelojes resultaron interesantes por su intríngulis, con sus distintos sectores dando alternativas a distintos corredores, las pruebas juveniles y sub23 han resultado tan entretenidas como esclarecedoras.

Se sabía que el circuito de Zúrich era exigente; de hecho, se hablaba del Mundial "más duro en años". Un simple vistazo a las clasificaciones avala esta asunción. Entre el primer clasificado y el décimo de la prueba juvenil masculina hubo nada menos que siete minutos de diferencia. Ninguno de los grupos que han llegado en los veinte primeros puestos de las tres carreras superaban las siete unidades, muestra clara de hasta qué punto el trazado es selectivo… y táctico.

En lo referente a su desarrollo, ambas carreras juveniles y la sub23 masculina (la femenina no existe; el título se dirime en la carrera Elite) se han roto muy lejos de meta. Ya después de la primera vuelta, sólo quedaban una veintena de ciclistas en cabeza. Efectivamente, la ascensión a Zürichbergstrasse (apenas 700 metros con pendientes superiores al doble dígito que se afrontan justo después del paso por meta) provoca una selección en la que emergen los escaladores, pero después viene la subida a Witikon (1,4 km al 7%) que, más sostenida, permite a los rodadores empatar. Y, a partir de ahí, el terreno es una sucesión de falsos llanos y descensos donde los grandes motores salen a relucir.

En la prueba juvenil masculina, los tres medallistas superaban el 1,80m de estatura, con envergadura de rodador para la plata y el bronce (el británico Sebastian Grindley y el neerlandés Senna Remijn) mientras el oro (el italiano Lorenzo Finn, futuro Red Bull-Bora) sí presenta planta ligera. En la sub23, el ganador Niklas Behrens (el medio neerlandés Wielerflits le sitúa en Visma | Lease a Bike) es directamente un bigardo alemán de 1,95m, con anchas espaldas por su pasado de nadador.

Le acompañaron en el cajón Martin Svrcek, una versión de su compatriota Peter Sagan que hace sus pinitos en Soudal-Quick Step, y el contrarrelojista Alec Segaert, que había gastado muchas balas en favor del también belga y también Lotto-dsnty, Jarno Widar, cuyo perfil escalador fue a menos en los kilómetros finales mientras su compañero rodador se imponía a los perseguidores del dúo cabecero formado por Behrens y Svrcek.

Otra clave interesante fue el trabajo de Suiza para Jan Christen a quien sus compañeros prepararon el terreno para atacar en el penúltimo paso por Zürichbergstrasse. Quedaban 50 kilómetros para meta y el 'talentino' de UAE Team Emirates logró abrir un hueco que rozó el minuto sobre un grupo de una decena de hombres donde estaba todo el podio final, amén de los españoles Iván Romeo e Igor Arrieta, 9º y 10º final. Sin embargo, la colaboración atrás fue buena; al menos, lo suficiente para que la ventaja de Christen no se desbocara. Y, en el terreno rodador tras la subida más empinada, su ventaja se desintegró hasta ser anulada a 10 del final.

La resolución de las carreras de base no predice directamente en las carreras profesionales, previstas para sábado (mujeres) y domingo (hombres). Menos todavía dado el nivel relativamente homogéneo de sus pelotones, que probablemente propicien grupos más nutridos que en categorías inferiores. No obstante, visto lo visto parece un punto más probable que Lotte Kopecky y Mathieu van der Poel revaliden título. Y surge una incógnita tan interesante como incierta: si Tadej Pogačar intenta un ataque lejano en solitario como el de su compañero Jan Christen, similar a los que ha hecho en otras carreras en los últimos dos años, ¿logrará llevarlo a buen puerto?