CICLISMO

Cuando Mark Cavendish mandó a paseo al cura de Puente del Río en un control antidopaje

Recién retirado, el legendario velocista británico estuvo a punto de ganarse su particular billete al infierno después de la Clásica de Almería que se adjudicó en 2015.

Mark Cavendish se anota la Clásica de Almería 2015. /SOUDAL-QUICK STEP / SPRINT CYCLING
Mark Cavendish se anota la Clásica de Almería 2015. SOUDAL-QUICK STEP / SPRINT CYCLING
Fran Reyes

Fran Reyes

Si las mudanzas nos obligan a rebuscar en los baúles y cajones de nuestros hogares y corazones, las retiradas son el momento propicio para escarbar en la memoria buscando anécdotas de los deportistas. Suelen ser historietas que se quedan sin contar por irrelevantes, o por fáciles de sacar de contexto: es el tiempo, siempre sabio, quien permite relativizarlas y narrarlas. La que presentamos a continuación es un gran ejemplo de todo esto.

Retirado este mes de noviembre después de 18 temporadas en la primera división del ciclismo, Mark Cavendish (1985, Isla de Man) está considerado unánimemente como uno de los mejores sprinters de siempre. Algunos, incluso, aseguran que es el número uno de la historia en virtud de sus 35 victorias de etapas en el Tour de Francia, su Milán-San Remo de 2009 y su Campeonato del Mundo de 2011.

La mejor carrera de España para velocistas se disputa cada mes de febrero, al sureste de España: es la Clásica de Almería, que cada invierno ofrece al pelotón un recorrido amable con meta tradicional en la capital de la provincia o en la turística Roquetas de Mar. Mark Cavendish la disputó tres veces en toda su vida deportiva: anónimo en 2021, se vio sorprendido por el 'pistard' Theo Bos en 2010 (2º) y consiguió alzar los brazos en 2015, letal, lanzado impecablemente por su adlátere Mark Renshaw, con Juanjo Lobato tratando sin éxito de hacerle sombra.

El triunfo de Cavendish entraba dentro de lo previsto. A diferencia de lo ocurrido en la temporada anterior, en aquel 2015 había arrancado entonado; de hecho, venía de ganar dos etapas y la general del llanísimo Dubai Tour. Pese a haber estado enfermo la noche antes, su Etixx-Quick Step trabajó con denuedo en su favor con Carlos Verona, David de la Cruz, Julian Alaphilippe o Zdenek Stybar sacrificando sus piernas para controlar los más de 180 kilómetros de que constaba la prueba. Llegada la recta final, todo fue coser y cantar.

Lo que se salió del mapa ocurrió después de la carrera. La línea de meta estaba situada frente al Auditorio Maestro Padilla de la capital almeriense, cerca del costero y populoso barrio del Zapillo. El público se contaba por centenares, o incluso millares. Esto, tan agradecido en un deporte como el ciclismo que llega a las puertas de las casas de sus aficionados, supone una pequeña incomodidad para sus protagonistas; particularmente, si entre el podio y el control antidopaje hay una distancia de 200 metros, como ocurría aquel día.

Mark Cavendish, escoltado por Juanjo Lobato y Mark Renshaw en el podio de la Clásica de Almería 2015.  ETIXX-QUICK STEP / SPRINT CYCLING
Mark Cavendish, escoltado por Juanjo Lobato y Mark Renshaw en el podio de la Clásica de Almería 2015. ETIXX-QUICK STEP / SPRINT CYCLING

Cuando salieron de recibir sus trofeos, Cavendish y Renshaw no vieron el coche que la organización había dispuesto para llevarles lo más rápido posible al control, cuya entrada estaba al otro lado del Auditorio. Les rodeaba una marea de aficionados y su única compañía era el 'chaperon' (una suerte de escolta, habitualmente voluntario, garante del protocolo antidopaje) responsable de guiarles: Manolo, un sacerdote aficionado al ciclismo natural de Puente del Río, pedanía del municipio almeriense de Adra.

El Padre Manolo no sabía una palabra de inglés, y ni 'Cav' ni Renshaw se manejaban con el español. El agobio, la desorientación y la impaciencia provocaron que al temperamental 'Cav' se le llevaran los demonios hasta el punto de mandar a paseo al cura y a todo el que se le acercaba, dispuesto a marcharse del autobús de su equipo. Por suerte, alguien le recordó que no podía saltarse el control, so pena de una fuerte sanción. Fue así, a regañadientes y mal encarado, que finalmente accedió a caminar hasta el Auditorio. Una vez dentro, su humor cambió totalmente y respiró tranquilo.

"Son cosas que pasan", recuerda divertido José Manuel Muñoz, organizador de la Clásica de Almería. "Manolo no le dio ninguna importancia, y nosotros tampoco. El hombre ha estado ayudándonos muchísimos años por pura afición a la bicicleta, y aquello fue una vivencia más. Respecto a Cavendish, no hubo reproches ni represalias. Al fin y al cabo, él es consciente de que la atención del público es una consecuencia de la fama". Viviendo ya el reposo de los justos con 165 victorias en el palmarés, probablemente 'Cav' no se entere jamás de que estuvo a punto de ganarse un billete al infierno en la Clásica de Almería con aquel desplante al Padre Manolo.