LA VUELTA

Los bandazos de Fabio Roscioli en Xorret de Catí: "Perder me dio más notoriedad que ganar"

La Vuelta afronta este sábado por octava vez en su historia la ascensión a la mítica pared de Castalla, escenario de varias pájaras inolvidables.

El ciclista italiano Fabio Roscioli (Jazztel-Costa Almería) durante su espectacular escapada en la quinta etapa de la Vuelta ciclista a España en la ascensión al puerto de Xorret de Catí./EFE
El ciclista italiano Fabio Roscioli (Jazztel-Costa Almería) durante su espectacular escapada en la quinta etapa de la Vuelta ciclista a España en la ascensión al puerto de Xorret de Catí. EFE
Fran Reyes

Fran Reyes

Oliva. - La quinta etapa de la Vuelta a España del año 2000 fue bastante dura, y Roscioli era un tipo duro. Gregario histórico de Claudio Chiappucci, apuraba su vida deportiva militando en el modesto Jazztel – Costa de Almería de Miguel Moreno. "Soplaba un viento bestial", recuerda el italiano, "y yo quería meterme en la fuga". El primer intento, con cuatro ciclistas, no cuajó; el segundo, con siete, tampoco. "Y para el tercero me esperé a un repecho, y solté un ataque que no pudo seguir nadie". Se encontró solo en cabeza de carrera. En el horizonte, a lo lejos, esperaba Xorret de Catí: una pared estrenada dos años antes, con victoria de 'Chava' Jiménez. Cuatro kilómetros, al 11% de pendiente media, con rampas del 22%. Uno de los primeros muros de siempre en La Vuelta, la prueba de tres semanas que adoptó estos muros hasta convertirlos en una seña de identidad.

"Tengo los recuerdos de aquel día muy marcados en mi memoria". Fabio Roscioli (1965, Grottamare) ya sabía lo que era ganar una etapa en la gran ronda española: lo había hecho en Barcelona, un año antes, en una jornada marrada por la lluvia. Incluso lucía en su palmarés una escapada victoriosa en el Tour de Francia, en Marsella. A 60 kilómetros de meta cuenta con 10 minutos de ventaja sobre un pelotón dubitativo. Al viento se une la lluvia, y la confusión reina: el 'paquete' se corta, se desgaja en abanicos, se espanta con las caídas.

A 20 del final, la situación es tremendamente favorable a Roscioli. Son 8 minutos de ventaja cuando Iñaki Cano, periodista en moto de TVE, se acerca al coche de Miguel Moreno y le pregunta por las opciones de su corredor. "Don Miguel, todo este lío beneficia a su hombre. ¿Llega o no llega?" Y el histórico técnico toledano sorprende con una respuesta inesperada: "No. No llega. Así de claro". No hay más que hablar. "La situación es complicada. Él lleva mucha fatiga y en el final, aunque lleve un piñón de 27 dientes para que suba cómodo, estoy convencido de que no llega".

El corredor italiano Fabio Roscioli (Jazztel) protagonizó la escapada del día, que mantuvo durante más de cien kilómetros. EFE
El corredor italiano Fabio Roscioli (Jazztel) protagonizó la escapada del día, que mantuvo durante más de cien kilómetros. EFE

"Nada, nada", reacciona Roscioli cuando le recordamos ese comentario de su director. "Él a veces era muy supersticioso. Seguro que lo dijo cruzando los dedos, para no gafarme. En todo caso, se equivocaba. Yo hubiera llegado seguro. Piensa que, pese a la caída y el pinchazo, sólo me superaron a 200 metros de la cima…"

Porque ese "lío" acabó implicando a Roscioli. A 15 kilómetros de meta, menos de 10 para encarar la subida a Xorret de Catí, el italiano sufre una caída en una rotonda bajo una intensa granizada. "Me levanté rápido, pero resultó que la rueda arrastró por el pavimento y se pinchó". Efectivamente, unos minutos después hubo de detenerse para cambiar de rueda. "Me asistió el coche neutro, porque el coche de mi equipo se había parado a atender a un compañero, Ginés Salmerón, que se acababa de caer y romperse la cadera".

Con todo, Roscioli conserva 6'20" de ventaja al pie de Xorret de Catí. Tiempo de sobra para imponerse a los gallos del pelotón, que demarran desde abajo en una pelea abierta por la general y, en el caso de Eladio Jiménez (1976, Ciudad Rodrigo), por el maillot de la Montaña. "Cuando arranqué, nunca pensé que fuera a coger a Roscioli", evoca el salmantino, chófer de uno de los médicos de la presente Vuelta. "Tenía una burrada de tiempo de ventaja. Sin embargo, él tuvo sus circunstancias y yo también, porque ese día me salí. Fue inolvidable".

Cuando el italiano se pone a subir, no puede con el muro. En un principio propina chepazos: ese movimiento desacompasado del ciclista que trata de pedalear con todo su cuerpo, buscando fuerzas en la flaqueza. "Era una subida durísima; yo no sabía cuánto". De repente, empieza a dibujar 'eses' abarcando de un lado a otro de la carretera, buscando aminorar la pendiente que afrontaba en cada zapatazo que daba a los pedales. "Me puse a dar bandazos, como cuando era pequeño, porque era la única manera de no caerme al suelo". Los aficionados se ofrecen a empujarle, y él los rechaza con aspavientos. "No quería que me tocaran, porque me estaba jugando la etapa. Y, cuando me pasó Eladio, se me vino el mundo encima".

Eladio Jiménez, la otra cara de la moneda, recuerda ese momento de rebasar a Roscioli a sólo 200 metros de la cima previa a un breve descenso como "inolvidable". Al italiano le hundió en la miseria. Cruzó la meta sin pedalear, rabioso, desentendido de la competición, y se sentó en el suelo cabreado, con su bici tumbada. "Me viene Pier Bergonzi, periodista de La Gazzetta dello Sport, y me trata de entrevistar. Yo no quería ni contestarle. Mirando mi bici, se pone a contar con el bolígrafo los dientes del piñón… y me pregunta, ¿cómo has podido subir este puerto con 23 dientes atrás? Hasta entonces no me di cuenta de qué había pasado". Cuando pinchó, el coche neutro cambió su piñón de 27 por uno más pequeño, de 23: cuatro dientes que, cuesta arriba, marcan una diferencia brutal a la hora de pedalear. Más todavía en esas pendientes. Por eso los chepazos; por eso los bandazos; por eso la derrota.

Con el tiempo, la amargura por ese triunfo que se escapó se ha tornado en alegre melancolía. "Me dio más notoriedad perder de la que me hubiera dado ganar", recuerda Roscioli. "La gente se acuerda más de aquel Xorret de Catí que de mi victoria en Barcelona. El Tour es otra cosa, claro… Pero, aun así, la gente me pregunta más por Xorret que por Marsella. Gané 19 carreras como profesional, y los aficionados se acuerdan más de cómo perdí en Xorret de Catí. De hecho, cuando subieron el puerto en 2010 todavía había una pintada que ponía en el suelo 'Roscioli'".

Hoy día, 'Rosco' está ya jubilado. Vive en Orkoien, a las afueras de Pamplona, donde encontró el amor y fundó un gimnasio en el cual estuvo dando clases de 'spinning' hasta el año pasado. "Ahora soy el presidente y director de un pequeño club ciclista, Power Race, en el que trabajo con niños y organizo tres carreras cada año". Este sábado 2 de septiembre de 2023, coincidiendo de manera totalmente azarosa con el octavo paso de La Vuelta por Xorret de Catí, celebrará un critérium nocturno. "Y todos los niños que vengan se llevarán su trofeo", dice orgulloso.

El ciclista español Eladio Jiménez (Banesto) venció la quinta etapa de la Vuelta Ciclista a España disputada entre las localidades de Albacete y Xorret del Cati. EFE
El ciclista español Eladio Jiménez (Banesto) venció la quinta etapa de la Vuelta Ciclista a España disputada entre las localidades de Albacete y Xorret del Cati. EFE

Eladio Jiménez sí que estará presente sobre el terreno, para revivir aquella "etapa épica", su "victoria favorita" en una década de carrera profesional, en una cima que conquistó por segunda vez en 2004. ¿Algún consejo para los ciclistas de ese pelotón que la teme? "Con los desarrollos que llevan hoy, con piñones de 30 o 32… Nada. Sólo que tengan cuidado con las rampas. Por lo demás, ¡ya se apañarán ellos!"