Mari Romero, a por un Mundial dos años después de apostar por ella tras ser despedida por un combate
La murciana disputa este jueves, en Alemania, el Mundial WBC del supermosca ante la mexicana Asley Gonzalez.
"El Consejo Mundial de Boxeo (WBC, en inglés) sabe que en Turquía (abril 2023) no perdí. Me robaron. Por eso creo que me han dado esta oportunidad", apunta Mari Romero (10-6, 2 KO) antes de disputar, este jueves, el Mundial WBC del supermosca. El pleito se disputa en Hamburgo (Alemania) en una fecha muy especial, ya que el WBC organiza esta semana su convención anual.
Sea por justicia o por otro motivo, el Mundial de Romero es el premio a la perseverancia. La murciana, de 39 años, era campeona de Europa en 2022. Debía defender su cinturón en Inglaterra, pero la velada en la que iba a pelear se suspendió por el positivo de Conor Benn. La promotora, Matchroom, reubicó el evento varias semanas después y Mari se encontró ante un problema. Trabajaba de vigilante de seguridad. Necesita varios días para la pelea, pero la empresa lo negó. Ella apostó por su carrera y cuando iba a despegar su avión para Londres le llegó un mensaje del SEPE con su despido.
"Trabajo, si no es de una cosa, será de otra, pero esa oportunidad no podía rechazarla. No me arrepiento. El boxeo femenino da para lo que da, pero me ha permitido vivir como la mayoría de familias en España. Si te quieres ir de vacaciones a algún sitio… no te da. No es nada diferente al resto. Mi marido (y entrenador) siempre me animó, me dijo que si había que dar más clases se darían, no había problema. Aposté por mí y lo hice también por mis hijos", recuerda ahora Romero.
Después de una vida dedicada a los deportes de combate, la murciana quiso cerrar su etapa competitiva en el boxeo y el objetivo es ser campeona mundial. En Londres perdió el Europeo del supergallo y bajó al peso gallo. El combate que recuerda en Turquía fue injusto, mereció otro resultado… pero no se desanimó. Trabajó y también probó la vía olímpica. Participó con la Selección en varios torneos internacionales y en medio de esa vorágine, en febrero de este año, le llegó su gran oportunidad.
Le ofrecieron disputar un Mundial, pero fue todo demasiado precipitado. El pleito fue un sábado. A ella la avisaron el jueves por la tarde y el viernes tomó el avión que la llevó a Noruega. Cortó seis kilos en apenas unas horas y dio la talla, pero perdió. "En ese momento alternaba el campo profesional con el amateur. Thorslund le golpeó en el ojo y Romero, en lugar de poner rodilla al suelo, esperó a que el árbitro contase (como en amateur) y le pararon la pelea. "Fue un error. Una pena, porque no fueron las condiciones idóneas", afirma la murciana.
En marzo hizo una pelea de rodaje en su casa, Puerto Lumbreras, y apareció el sueño americano. Se fue a Washington y aunque batalló ante Rianna Dixon, perdió a los puntos. Con 39 años cumplidos en agosto, otras hubiesen sopesado la retirada, pero Mari nunca se rindió: "Quería una oportunidad con tiempo para poderme preparar. Para ir a Alemania me han dado un mes. Es poco, pero suficiente porque no he parado de entrenar. Con esta oportunidad también quiero aprovechar para mandar un mensaje a las mujeres. La edad no importa. Que no os digan que sois mayores para determinadas cosas. Vosotras podéis".
Con todo ese camino, movido por la fe, Romero se presenta este jueves ante la mexicana Asley González (16-2, 7 KO). La azteca peleará por primera vez fuera de su país, pero llega como campeona y ha ganado a rivales de entidad. Aún así, no boxea desde marzo del año pasado. Un parón muy pronunciado, todo lo contrario que Romero, quien puede tener ahí una ventaja. Mari, además, baja de nuevo de peso y se estrenará en el supermosca, algo que puede ser clave. "El peso no será un problema. Siempre doy el gallo holgada. Con este cambio seguro que puedo, físicamente, aprovecharme más de mi potencia", avisa Mari Romero. Lleva años persiguiendo una oportunidad como esta. La de Puerto Lumbreras tiene claro que en Hamburgo recogerá lo sembrado.