Crawford reina en el primer éxito internacional de la 'promotora' llamada Arabia Saudí
Arabia Saudí organizó su primer show fue de su país en Los Ángeles. Fue un éxito. Terence Crawford logró proclamarse campeón mundial en su cuarta división en el duelo estelar.
Arabia Saudí se estrenó a lo grande fuera de su territorio. El país utiliza el deporte para limpiar su imagen de cara al exterior y busca que sirva de reclamo para visitantes. El boxeo es un eje muy importante en ese proyecto. Riad ha acogido en el último año grandes eventos y repetirán a partir de octubre. El noble arte gusta a los dirigentes saudís, por ello han decidido ir un paso más allá y este sábado llegaron a Los Ángeles. En el BMO Stadium agotaron las entradas (se estima que más de 20.000 espectadores) y reunieron a muchas personalidades. Mike Tyson, Julio César Chávez, Roberto Durán, Vasyl Lomachenko, Shakur Stevenson… nadie de la industria, y de fuera de ella, se lo quiso perder.
La prueba saudí fue un éxito, algo que se podía intuir por la cartelera que decidieron cerrar. Arabia Saudí quiere a los mejores contra los mejores y el dinero no es un problema. Con muchos billetes logran, además, trabajar con todos los promotores. Nadie se niega a ello. Con esos alicientes, el éxito es más sencillo. Aún así, no es fácil ir a un país nuevo y llenar de primeras. El premio final era muy excitante, lo que facilitó el efecto llamada. Terence Crawford, que se presentaba invicto en 40 combates, perseguía ser campeón mundial en su cuarta división. Ha sido indiscutido en dos pesos diferentes (superligero y welter). En el horizonte se ponía la tercera, pero el superwelter pintaba complicado.
Crawford es uno de los boxeadores con mayor talento que hay en la actualidad. Con 36 años (37, en septiembre) sabe que debe apretar para conseguir peleas de dinero. Su problema es que en Estados Unidos no vende demasiado. Le faltaba músculo económico y lo ha encontrado con Arabia Saudí. Ha caído de pie con los dirigentes del país y le han nombrado embajador de la temporada deportiva de Riad durante un año. Además, Turki Al-Sheikh, jefe de la autoridad deportiva saudí y que fue inducido este sábado al Salón de la Fama de Nevada, quiere enfrentarlo a Canelo Álvarez (parece complejo por peso) o Vergil Ortiz (si gana el Mundial la próxima semana) en el futuro. Había grandes planes sobre la mesa, pero le quedaba lo más complicado: vencer.
La faja WBA del superwelter estaría en juego junto con la WBO Interina (el campeón absoluto, Sebastián Fundora, está lesionado). El rey WBA, Israil Madrimov, puede que no tuviese nombre, pero invicto en once combates y viniendo de la escuela uzbeka, era alguien a quien respetar. El asiático estaba en su peso natural y eso se notó de inicio. Era más grande, pero no demasiado. Crawford tomó de primeras el exterior del ring y empezó a moverse. No quería sorpresas ni golpes en frío en los primeros instantes. Tomó distancia y no se vio apurado pese a la presión del campeón. Madrimov sorprendió con acciones rápidas, pero no contundentes.
Los dos primeros asaltos fueron para el uzbeko. En el tercero y cuarto, después de tomar la distancia, Crawford empezó a ser más preciso. Encontró su lugar y, aunque fallaba, apuntaba mejor. Madrimov estaba con un ratio superior al 30% de acierto, tenía peligro y en alguna acción, con cámara lenta, se apreciaban complejos momento que tuvo que pasar el multicampeón. Los dos siguientes rounds se repartieron. Al ecuador del combate se pudo llegar con una tarjeta pareja o con uno de los dos por delante con la mínima expresión. Parecía una pelea amateur. Había mucha técnica y ninguno quería apretar. Pegar y seguir. La tarea de los jueces era muy compleja.
La segunda mitad del pleito no cambió en su guión. Crawford estaba cómodo por el exterior del ring y Madrimov se conformaba con ir conectando y pegando. Ambos pensaban que les estaba sirviendo. El uzbeko seguía con un alto porcentaje de acierto y el estadounidense comenzaba a enlazar hasta tres manos. Estaba claro que el combate tenía mucha tensión, pero poca vistosidad para los fans más inexpertos. En el décimo asalto se empezó a evidenciar el castigo que se estaban acumulando ambos púgiles. Crawford encajó prácticamente mas que en sus últimos pleitos y a Madrimov se le inflamó un ojo. Nada era grave, pero todo podía influir.
Los asaltos de campeonato debían decidir quién se llevaba la victoria, todo estaba siendo complejo con dos púgiles que sacaban poco trabajo. Decantarse por alguno de ellos era tremendamente difícil. El penúltimo round fue para Crawford y en el último asalto, pensando que todo podría esta ajustado, Crawford boxeó acelerando un poco. Sacó trabajo y conectó buenos puñetazos, pero también los encajó. Podría haber apretado antes, pero prefirió ser cauto. Un buen boxeador no es el que nació para intercambiar golpes sin tregua, es el que hace el combate que mejor se amolda a su oponente. Crawford lo hizo a la perfección y Madrimov, también. Cuando sonó la última campana ambos festejaron. La victoria, finalmente, fue para el de Nebraska por decisión unánime (116-112, 115-113 y 115-113). Inteligencia fue la cualidad que mas mostró en el ring. Supo hacer frente a su desventaja física sabiendo regularse y apretando cuando debía. Triunfo sufrido vale por dos.
José Valenzuela sorprendió a Pitbull Cruz
En el combate coestelar de la noche, José Valenzuela se proclamó nuevo campeón mundial WBA del peso ligero tras vencer por decisión dividida (116-112, 116-112 y 113-115) a Isaac 'Pitbull' Cruz. La pelea fue una guerra absoluta desde el segundo uno, lo que provocó que fuese una batalla cerrada. El público acabó descontento y abucheando la decisión. Pitbull, también y pidió una revancha inmediata. En el resto de duelos de la noche, David Morrell se proclamó campeón mundial WBA Regular (interinato) del semipesado frente al serbio Radivoje Kalajdzic. El cubano maravillaba en el supermedio, pero aburrió en su estreno en una división superior. Además, como acostumbra Arabia Saudí hubo pesos pesados en la cartelera. Bakole sorprendió al noquear a Jared Anderson y Andy Ruiz hizo nulo, en una mala actuación, frente a Jarrell Miller. El que fuese campeón mundial hace cinco años se quejó de una lesión en su mano, aunque con el paso del tiempo se va comprobando que fue fruto de una noche.