EHF CHAMPIONS LEAGUE | MAGDEBURGO 30 - 29 KIELCE

El Magdeburgo tumba al 'Spanish' Kielce y conquista Europa en una final agónica

El conjunto alemán conquista en la prórroga su cuarto título continental y le da la vuelta a un partido dominado por los de Talant Dujshebaev.

Gisli Thorgeir Kristjansson durante una acción de la final ante el Kielce./EFE
Gisli Thorgeir Kristjansson durante una acción de la final ante el Kielce. EFE
Daniel Arribas

Daniel Arribas

En Colonia, cuna del perfume y de la Alemania moderna, las aguas del Rin separan la catedral gótica de la ciudad, edificio más alto del mundo hasta finales del siglo XIX, del Lanxess Arena, pabellón en el que, ante la mirada y el griterío de casi 20.000 espectadores, amplia mayoría germana, el Magdeburgo alemán ha conquistado este domingo su cuarta Liga de Campeones de balonmano.

En una primera mitad en la que el Kielce fue superior, de menos a más, con un arranque tímido, incluso nervioso —4 a 1 para los alemanes de inicio—, los de Talant Dujshebaev comenzaron a carburar y tomaron la primera ventaja del partido al cumplir el primer cuarto de hora de la final.

Decididos, y aupados por el excelso partido bajo palos, una vez más, de Andreas Wolff, muro infranqueable durante toda la Final Four, los amarillosno soltaron las riendas del partidohasta diez minutos del final, cuando, después de un parón de varios minutos para que los médicos atendieran a un aficionado en la grada, Wolff no pudo detener las embestidas orquestadas por Gísli Thorgeir Kristjánsson y Matthias Musche igualó la contienda a 22.

El ruido era ensordecedor. El pabellón, repleto de alemanes, ardía para apoyar al único representante de la Bundesliga en la final. El fervor generalizado desató al Magdeburgo, que logró lo que minutos antes parecía imposible con un contrataque finalizado por O'Sullivan, capitán del equipo teutón. Pim-pam-pum. Marcador volteado y menos de cinco minutos para el final (25-24).

No se achicó el Kielce, que igualó el partido y, en otro contrataque, esta vez conducido y finalizado por Dani Dujshebaev, el tercero de una estirpe sin parangón en el balonmano europeo, retomó la ventaja en la final. El Magdeburgo, acostumbrado a vivir en el filo, como ya demostró en la semifinal ante el Barça, respondió y el partido llegó a los últimos segundos con empate en el marcador (26-26).

Ahí, Talant Dujshebaev, calma sempiterna, pidió tiempo muerto y dibujó una jugada que se topó hasta en dos ocasiones con Nikola Portner, portero de los alemanes que tomó protagonismo según el encuentro agonizaba. Miradas vacías, lenguas fuera y manos a las rodillas. Prórroga.

Fue ahí cuando el Kielce, acongojado por la posibilidad de perder su segunda final consecutiva, notó cómo se le entumecieron los músculos y, ante los miles de alemanes que ocupaban las butacas del Lanxess Arena, dejó escapar una final agónica, cinematográfica incluso, con tiro franco para los polacos con el tiempo ya cumplido y solo un gol de diferencia.

La muralla verdinegra detuvo el lanzamiento y, así, los alemanes, que ya habían logrado el billete a la final tras superar al Barça en los penaltis, conquistaron su cuarto entorchado europeo —cuatro finales, cuatro títulos; 100% de efectividad— y, entre lágrimas de emoción y mucha cerveza, ponen el broche de oro a una Liga de Campeones para el recuerdo.

En el otro lado, los de Talant Dujshebaev, verdugos del  París Saint-Germain en la semifinal del sábado, cierran el curso con otra final continental perdida, como el año anterior; mal sabor de boca pese a haber logrado con anterioridad, y como de costumbre, el título de liga —vigésimo de su historia, 12º consecutivo—. Otra vez será.