NBA

Lonzo Ball se permite sonreír 1.006 días después en una cancha de baloncesto gracias a la "familia"

Volvió a jugar por primera vez tras 33 meses de baja. Y el público lo celebró como se merece.

Lonzo Ball vuelve a jugar al baloncesto casi dos años después./Reuters
Lonzo Ball vuelve a jugar al baloncesto casi dos años después. Reuters
Alejandro Gaitán

Alejandro Gaitán

Rendirse no siempre es una opción. No cuando el sueño de una vida está sobre la mesa, no si eres Lonzo Ball. Porque anoche, tras 1.006 días sin jugar un partido, el mayor de los Ball volvió a vestirse de corto en el triunfo de los Chicago Bulls ante Minnesota en un amistoso de pretemporada. Uno que ganaron por un triple de Jevon Carter, pero que se recordará por la vuelta de Lonzo. Un Ball que acabó con 10 puntos, anotando dos triples de cuatro intentos y un 2/2 desde dentro de la línea de tres, con un rebote, una asistencia, un robo y un tapón en los 15 minutos que estuvo en pista. 15 minutos que valen para recordar que rendirse no sirve como alternativa.

Porque lo que empezó como una lesión de cuatro o seis semanas ha acabado siendo una triple cirugía en la rodilla izquierda y 33 meses de baja. Por momentos, ni los doctores sabían qué problema tenía el base, que llegó a pasar por el bisturí por no poder "ni correr ni saltar" el verano de 2022. Tres artroscopias y un doble trasplante de cartílago en su currículum con una recuperación que ha sido por momentos un misterio, con informaciones cruzadas y opuestas entre periodistas y el propio Billy Donovan, todavía entrenador de los Bulls. En enero de 2023, Donovan habló del progreso de Lonzo en su proceso; un mes más tarde, la franquicia anunciaba que no volvería hasta, como mínimo, la próxima temporada. Por eso su regreso era necesario.

"No es el mismo cuerpo con el que empecé mi carrera" avisaba antes del partido, "pero todavía puedo ser productivo en la pista". Y eso quiso mostrar. El United Center al unísono se levantó a aplaudir a su base cuando entró a pista por primera vez, a falta de 6:08 para acabar el primer periodo y por Josh Giddey. Una ovación que creció todavía más cuando en el segundo ataque, abierto desde la esquina, Lonzo Ball anotaba su primera canasta en un triple asistido por Nikola Vucevic. Y así, con un tiro, quedaban atrás 1006 días sin baloncesto. Desde el 14 de enero de 2022 que el base, elegido con el pick #2 del draft de 2017, no pisaba una cancha. Y la NBA, como la vida, ha cambiado mucho desde entonces.

Chris Paul jugaba en Phoenix, Kyrie Irving lo hacía en Brooklyn con Kevin Durant y James Harden, y caían eliminados ante los Bucks de Jrue Holiday. Ahora es Lillard el base de Milwaukee. Derrick White y Kristaps Porziņģis todavía no habían hecho las maletas a Boston y los Knicks, uno de los favoritos al anillo, no tenía a ninguno de sus cinco titulares: Brunson, Hart, Bridges, Anunoby y Karl-Anthony Towns. Aunque el mayor cambio ha sido en Chicago.

Porque aquel 14 de enero, cuando Ball cayó lesionado por primera vez, los Bulls eran el mejor equipo del Este (27-13). El primer año del proyecto con DeRozan y Ball, unidos a Vucevic y Zach LaVine, arrancaba la temporada como la referencia. Menos de tres meses más tarde, habían caído al sexto puesto (46-36) con un balance de 19-23 para cerrar el año antes de ser eliminados en primera ronda por los Milwaukee Bucks. Hoy, ni DeRozan ni Alex Caruso siguen en Chicago y el equipo aspira a colarse en el play-in, muy lejos de la cabeza. Incluso con el base, que por ahora será suplente por detrás de Josh Giddey, la gran llegada de este verano, y Coby White, la única buena noticia en los Bulls el pasado año.

Billy Donovan, todavía entrenador de los Chicago Bulls, apuntó que desde la franquicia confían que Ball pueda jugar el viernes en el último partido de la pretemporada. "Queremos que entre en el ritmo normal de la NBA" decía el entrenador, aunque la prioridad será monitorizar el dolor del jugador tras dos años y diez meses sin jugar. El propio Lonzo confirmó que la intención es jugar, y que se sintió bien durante todo el partido o que incluso por momentos se olvidó de la rodilla. "Definitivamente, es mejor jugar que verlo por televisión" decía entre risas el base, que aseguró que nunca olvidará este momento. Fue como volver a debutar. Se llevó como recuerdo el balón del partido, el amor del público y la certeza de que hizo bien al no rendirse. Y que 1006 días son nada.