Las batallas de Luka Doncic
La lógica del deporte dice que, casi siempre, gana el mejor. Una lógica que se escapa en el deporte colectivo, que se difumina en el baloncesto y que llega a situaciones paradójicas en el baloncesto FIBA, donde podemos vivir un suceso digno de análisis este verano.
Partimos de una premisa sencilla y subjetiva: Luka Doncic es el mejor jugador del planeta en el baloncesto FIBA, hasta niveles absurdos, con aspectos y sensaciones nunca vistas hasta ahora. Me da igual si pesa 10 kilos más o menos, si se le ve más delgado o más musculado. Su colección de recursos y su inteligencia se exponen al máximo y se convierte en una delicia para el espectador y el aficionado, que ve un talento único, con compromiso y que disfruta descifrando defensas y encontrando espacios imposibles.
Hasta ahí, todos estaremos de acuerdo. Es un gustazo ver a Doncic jugar con Eslovenia y su facilidad para hacer números es increíble, casi inaudita. Sin forzar, llegan solos, como las sombras que genera su selección. El equipo que rodea a Doncic es más justo que lo que vimos en el pasado Eurobasket, que la selección de los Juegos, y mucho más discreto que la Eslovenia que ganó el oro en 2017. Y aquí llegan las primeras paradojas de este verano de selecciones.
El que puede ser el mejor Doncic que veamos hasta la fecha en basket continental llega con un acompañamiento de menos nivel. Ni la reaparición de Tobey, cuya presencia final no estaba clara al principio de la convocatoria, puede hacer pensar que esta Eslovenia vaya a ser capaz de pelear el título mundial. Lo hemos visto en los primeros amistosos, donde Doncic ha rendido a un nivel descomunal y su equipo, que ha tenido que convivir con la desgracia de la lesión de Vlatko Cancar, ha sufrido para rascar alguna victoria.
Por eso, el desafío parece extremo hasta para Luka Doncic. Recuerden los partidos del pasado Eurobasket. Cada uno de ellos encerraba una cantidad enorme de batallas intrínsecas para Doncic. Muchas batallas en cada guerra y mucho desgaste acumulado en forma de golpes, impactos y exigencia y búsqueda de descentrarle por parte de unas defensas que saben que todo el peligro generado por Eslovenia sale de sus manos.
La expectación alrededor de Doncic es enorme, pero va a tener que lidiar con mucho más que buenas defensas. Gestionar la frustración, cuando llegue, y la autoexigencia, que siempre está, serán dos de los grandes retos para Doncic en los momentos clave del campeonato. Dos de los más grandes, como lo será no caer en el exceso de protestas arbitrales o la desesperación ante compañeros que fallan tiros liberados. Porque los números van a estar ahí y no sería extraño que fueran incluso más espectaculares que los del pasado Eurobasket, o que nos deje varios triples-dobles en el campeonato.
De momento hemos visto incluso nuevos recursos en su catálogo, fintas imposibles, triples lejanísimos y una sensación de dominio superior incluso a la de veranos anteriores, generando desde lejos y pisando la pintura. El menú es interminable y Doncic tiene capacidad de ponernos todo nada más sentarnos a la mesa, pese al susto de la rodilla en el segundo amistoso ante Grecia.
Este fin de semana serán las primeras batallas de Luka, amistosas, pero donde seguiremos atisbando hasta dónde puede llegar su equipo. Un jugador dominador, el mejor del planeta en estas semanas, que tiene ante sí uno de los mayores desafíos de su carrera. Él es un jugador único y nosotros, unos privilegiados de coincidir con su época y su plenitud.