LIGA FEMENINA ENDESA

Anna Cruz recupera a "Crunchelito" y su sonrisa en casa: "Ganar no puede pasar por encima de todo, no todo vale"

La veterana jugadora pasa revista a su carrera mientras de su primera temporada en un Joventut que está siendo la gran sorpresa de la temporada.

Anna Cruz durante el partido ante el Araski./FEB
Anna Cruz durante el partido ante el Araski. FEB
Guillermo García

Guillermo García

Su nombre sigue siendo ley en el baloncesto español. Sólo hay que echar un vistazo a su palmarés para darse cuenta de ello. Anna Cruz (Badalona, 1987) ha coleccionado medallas, triunfos, copas y anécdotas como para llenar un libro al que esta temporada ha añadido la página más emotiva, la que tenía en el debe y que le ha hecho volver a sonreír: jugar en casa.

*ASÍ ESTÁ LA CLASIFICACIÓN DE LA LIGA FEMENINA ENDESA

Es la referencia en el vestuario de un Joventut de Badalona que, hoy, mira extrañado una clasificación en la que sólo tiene por delante a tres clásicos de la máxima categoría del baloncesto femenino en España: Uni Girona, Valencia BC y Perfumerías Avenida. El resto, los otros 12 equipos están por detrás de un recién ascendido que no pierde de vista su verdadero objetivo: la permanencia. Una meta para la que Cruz y su veteranía se antojan fundamentales.

Vaya inicio de temporada con el Joventut, ¿no?

Bueno, es un poco inesperado, ¿no? También la clasificación es engañosa, porque estamos ahí arriba, pero estamos como empatadas con cuatro equipos más. Pero bueno, yo creo que el equipo está muy ilusionado con ganas de hacerlo bien y sobre todo de conseguir ese objetivo que el club tiene marcado, que es la permanencia. Poco a poco la liga nos irá poniendo en nuestro lugar, pero de momento estamos disfrutando de este buen inicio.

¿Qué supone para Badalona y para un histórico como el Joventut ver al equipo femenino en Liga Femenina Endesa compitiendo con las mejores?

Yo creo que es como un orgullo y algo por lo que llevaban luchando pues muchos años, tener un equipo en primera división. Yo creo que no quieren dejar pasar la oportunidad y quieren ser un club que se asiente en liga femenina, que no sea cosa sólo de un año. El club tiene muy fijado el objetivo de la permanencia, porque quieren de alguna manera apostar también por el femenino. La Penya se ha caracterizado siempre por ser un club histórico en ACB, pues por qué no también ser un club histórico en Liga Femenina.

¿Y a nivel personal cómo está Anna Cruz?

Con muchas ganas porque este es un fichaje de los más emotivos de mi carrera. Al final soy de Badalona de toda la vida, he crecido allí, mis padres viven a una calle del pabellón...me siento como muy en casa. Y deportivamente estoy con ganas de aportar, de sumar, de estar muy implicada en este proyecto que esperemos que sea de larga duración.

Has empezado la temporada con grandes actuaciones como la que firmaste ante Araski en la última jornada con 8 puntos en los últimos tres minutos de partido. ¿Te sientes la líder de este equipo?

Yo no me siento nunca así. Yo intento aportar en cualquier faceta que vea que puede hacerlo. En el partido de Araski coincidió que vi oportunidades en ataque y las aproveché, pero otro día a lo mejor me va a tocar salir y defender o salir y asistir. No sé, yo intento siempre aportar lo que veo que el equipo tiene a lo mejor alguna carencia ese momento, ¿no? Esa es la mentalidad que tengo. Tampoco me considero una líder. Deberías preguntar a mis compañeras de equipo.

¿Qué te piden el club y el cuerpo técnico cuando te llaman para acometer tu fichaje?

Bueno, sobre todo que yo esté cómoda y que disfrute. Al final, yo creo que tanto el club como yo fuimos bastante claros en las reuniones que tuvimos. No te voy a engañar, la decisión de retirarme cada vez está más cerca, obviamente, porque ya tengo una edad y yo lo que quiero es disfrutar jugando. Así de simple. No pido tampoco mucho más y es lo que pretendo este año. Porque como no sé si va a ser el último, es lo que realmente quiero. Que el baloncesto sea algo que me sume a la vida, que me aporte, que pueda disfrutar y ser feliz. No sé si este será el último año, pero si lo es, quiero que sea un año por lo menos divertido y en el que yo sienta que he sumado y que he contribuido a que este proyecto siga hacia adelante.

Ahora que hablas de una posible retirada tras una gran carrera, ¿qué ve Anna Cruz cuando echa la vista atrás?

Una carrera completa. He vivido muchas cosas y el baloncesto me ha llevado a sitios que jamás pensé que yo podría llegar hasta allí. Una niña que empieza a jugar en el colegio en Badalona llega a la WNBA. A mí me lo dicen ahora y no me lo creo. Me ha permitido conocer muchas culturas, me ha permitido viajar, me ha permitido disfrutar de muchísimas experiencias y yo creo que lo he vivido al máximo. He aprovechado las oportunidades que han ido apareciendo en el camino sin yo ni siquiera buscarlas, ¿no?

Al final creo que he llegado a sitios, no por suerte, porque al final también considero que he trabajado bastante, pero sí que hay un punto de que le tienes que gustar a alguien o alguien tiene que ver algo especial en ti para que te se te den cierto tipo de oportunidades. Y yo he tenido la suerte para abrir la puerta de la WNBA o de los equipos punteros donde he estado. Han visto algo en mí que han hecho que al final, sin yo proponérmelo como un objetivo claro, haya podido llegar donde he llegado.

¿Quién es esa primera persona que se fija en las cualidades de Anna Cruz?

Yo siempre recalco mucho a los entrenadores y entrenadoras que tuve en etapas de formación porque ya desde ese momento recuerdo una entrenadora que tenía en el colegio, con 6-7 años, que les dijo a mis padres que no me quitaran del baloncesto, que tenía algo especial que vendrían a buscarme de muchos sitios y que continuase con el baloncesto porque en aquella época también me llamaban de atletismo y tenía la opción de cambiar.

¿Y más adelante?

Así más en serio, yo creo que la persona que me ha definido más a la hora de dar un salto hacia adelante fue Bill Lambeer que apostó por mí y me abrió las puertas de las New York Liberty. Yo pensaba que iba simplemente al 'training camp', dos semanas ahí a entrenar y que me volvería para casa, porque las opciones en aquella época de que una base europea estuviera en un equipo de la WNBA eran muy reducidas. Él fue el que realmente apostó por mi y no sólo para que estuviera entre las 12, sino que fui la base titular en todos los partidos. Es el que más se la jugó en ese sentido de romper estereotipos.

"Bill Laimbeer fue el que realmente apostó por mi y no sólo para que estuviera entre las 12, sino que fui la base titular en todos los partidos. Es el que más se la jugó en ese sentido de romper estereotipos"

Para los que ya somos viejos esta respuesta sorprende porque asociamos la imagen de Laimbeer dando palos con los Detroit Pistons.

No tiene nada que ver. De hecho hasta que no me fui allí al training camp, me pilla lejos, no sabía quién era. Tuve que investigar y entonces ya vi vídeos de YouTube y dije, 'madre mía, cómo repartía'. Pero luego, muy bien. La verdad es que tengo un buen recuerdo de él.

Otra persona fundamental con la que ganas el anillo de la WNBA es Maya Moore, una de las mejores de la historia que sólo unos años después se retiró por una historia de amor realmente curiosa [se casó con un recluso que había sido condenado a cadena perpetua por error y ella ayudó a probar su inocencia]. ¿Cómo era?

Maya era un 10 como compañero. Veterana, sin ser todavía veterana, que todo el mundo quiere tener en su equipo. Eso es Maya. Muy profesional, muy educada siempre. Como persona y como compañera de equipo, un 10. Como amante del baloncesto pensé, '¡Jo, cuánto talento! Se retira una persona que todavía tiene mucho por dar y mucho talento'. Pero la verdad es que yo creo que para ella las causas por las que se retiraba eran más que justificadas. Y ahora viendo toda la historia se puede llegar a entender.

Junto con Marta Xargay y ahora Astou sois las últimas grandes exponentes del baloncesto español en la WNBA. ¿Por qué ahora cuesta ver a la nueva generación en Estados Unidos?

Es una liga muy exigente. Al final ir a la WNBA supone empalmar temporadas. Tú estás con tu equipo ocho meses y luego te vas ahí a jugar la WNBA, que es exigente físicamente y, por lo menos en mi época, económicamente tampoco te compensaba tanto porque no habían avanzado tanto en todo el tema de los salarios un poco más equitativos.

Yo en mi caso lo hice un poco más por vivir la experiencia y no me arrepiento, porque al final lo que vives es todo a lo grande. El hecho también que coincida con selecciones es una traba más que te hace a lo mejor tener que decidir una cosa u otra si no te permiten.

En mi caso, la verdad es que, por ejemplo, en mi primer año con Minnesota me dijeron que no les importaba, que me esperaban. Yo jugué el Europeo con la Selección y me incorporé un mes más tarde. Es un poco que las dos partes entiendan o puedan llegar a entender y te den permiso para incorporarte un poco más tarde al equipo. Pero bueno, eso es decisión de cada una y cada una prioriza unas cosas u otras.

En mitad de esa segunda temporada en Minnesota llega quizá el momento más icónico de Anna Cruz, que es esa canasta contra Turquía en los Juegos Olímpicos de Río. ¿Ya puedes contar por qué te llamaban 'Crunchelito'?

[Risas] Bueno, no sé muy bien ahora mismo.Recuerdo que era como de un vídeo que vimos de una carrera de niños o algo así, que un niño hacía trampas al correr o no sé qué y ganaba finalmente. Ahí se quedó así la cosa. No sé ni cómo se llamaba el niño, pero acababa en -ito. Entonces, como me llamaban Crunch, pues Crunchelito. Algo así quiero recordar.

Y de aquella canasta, ¿qué recuerdas?

Turquía siempre nos costaba mucho, nos teníamos ya muy estudiadas y habíamos jugado mil veces las unas contra las otras. Recuerdo un partido muy pastoso por nuestra parte en ataque y un final que, no sé muy bien cómo, pues metí esa canasta histórica. No había mucho tiempo para más y en esos momentos casi no te da tiempo ni de pensar.

Recuerdo lo de después como algo espectacular. Yo ya me había quedado fuera en unos Juegos y esos fueron los únicos que viví, los de Río, e iba con la mentalidad de vivirlo todo a tope. En los partidos también era como ese ansia frenética de decir 'esto no sé si lo voy a volver a vivir en la vida, así que déjate aquí la piel'. Y eso es lo que hice.

¿Fue el mejor momento de la selección, esa plata olímpica?

Yo creo que sí. Por cómo fue, por haber hecho historia también y porque nunca se había llegado hasta allí. No sé, por cómo lo vivimos todas y por cómo estaba el grupo también. Yo creo que fue uno de los mejores momentos de los que yo he vivido en la Selección, aunque ha habido muchísimas cosas, pero ese yo creo que por lo menos del grupo que estábamos aquel año, deberíamos tener todas muy buen recuerdo.

¿Y qué recuerdos tienes en general de tu etapa de la selección?

Bueno. Porque, pese a que he vivido alguna mala experiencia, el balance sigue siendo positivo. Al final creo que he sido una jugadora constante, que se ha mantenido muchos años en la Selección, sin ser una superestrella, pero al final llegar y mantenerse muchos años y ser de las importantes, es difícil. Yo, personalmente, estoy muy contenta de mi bagaje y de la época que estuve en la selección española, independientemente de todo lo que haya sucedido después deportivamente. Yo creo que ha sido una etapa muy bonita.

¿El cierre de esa etapa te dejó un regusto amargo?

En aquel momento sí, luego cuando le pones ya distancia y pasa el tiempo valoras lo deportivo más que otras cosas. En el momento fue muy duro, yo al final me voy de la Selección a pocos meses de jugar unos Juegos, que después finalmente no se jugarían por el COVID y se jugarían el año siguiente, pero yo rechazo ir a la selección justo antes de Tokio.

Es una decisión muy dura, pero es una decisión meditada y anteponiendo mi salud mental por delante del baloncesto, que en ese momento a mí ir a la Selección me estaba haciendo mucho daño. Quería zanjar y cerrar una puerta que a mí, en ese momento, no me estaba haciendo ningún bien.

Al final todo el proceso se alargó mucho más de lo que yo hubiese querido. Tuve que defenderme yo de cosas impensables. Se alargó muchísimo más y el deterioro que yo llevaba mental de todo aquel proceso… yo veía que no era feliz en la pista, ¿sabes? Hasta que no acabó todo aquel proceso que mentalmente me tenía un poco como fuera de lo que era el baloncesto, no descentrada, pero con una preocupación que la tenía ahí.

¿Y recuerdas el momento en el que dices, 'clic, vuelvo a ser feliz en una cancha de baloncesto'?

Te diría que hasta que no pasó todo lo del juicio y vi que todo había salido bien no era yo 100% Notar que algo tan injusto no dependía solamente de mí, que dependía de lo que otras personas decidieran era como... Si hubiese salido mal al final, porque al final todo se saldó bien y ganamos el juicio, era como dejar de creer en la humanidad de alguna manera.

Hasta que no me quite ese peso de encima, yo creo que no fui yo 100%, ni en la pista ni fuera de ella. Era algo que me estaba mermando muchísimo. Después de que ya todo se solucionara empecé a ser yo misma dentro y fuera.

Hablas de los Juegos de Tokio en los que no estás pero eres protagonista junto con Marta y Simone Biles al exponer la importancia de la salud mental. ¿Por qué crees que había antes ese tabú y cómo os ayudó eso emocionalmente para recuperar vuestra vida en el basket?

Yo creo que antes como hablar de esto de salud mental era como mostrarte débil y como que estamos acostumbradas a aguantar, aguantar y aguantar, ¿sabes? A tolerar cosas que simplemente por estar en un equipo o entre las 12, pues lo dejas pasar, porque tú al final lo que quieres es estar ahí, competir y ganar. Al final yo tomé la decisión, no te voy a engañar estando ya muy al límite y muy mal. Ojalá ahora no llegar hasta ese tipo de situaciones.

Por supuesto.

El cómo estaba yo con esos ataques de ansiedad, el no tener ganas de ir a entrenar… Bueno ni ganas de entrenar ni ganas de nada. Ojalá no hubiese llegado yo a ese nivel de tolerancia, de dejar pasar encima de Anna Cruz la persona, la Anna Cruz la jugadora. Al final dije, 'oye, que para mí jugar al baloncesto no tiene que suponer todo esto'. Todo era muchísimo más simple. Yo expuse mi situación, el problema que en aquel momento tenía y como vi que no podía tener ningún tipo de solución decidí que la solución para mí y el éxito para mí, en ese momento, era abandonar la Selección. Porque no veía ninguna otra salida que me ayudara en ese momento.

Está bien que hoy en día se hable muchísimo más y que todo el mundo sea más consciente de que ganar no puede pasar por encima de todo y que no todo vale, sino que hay que saber también gestionar a las personas, escucharlas y tratarlas como se merecen.

"Está bien que hoy en día se hable muchísimo más y que todo el mundo sea más consciente de que ganar no puede pasar por encima de todo"

¿Os sentís un ejemplo por haber dado luz a la situación que había y por haber dado luz a esa importancia para cuidarnos psicológicamente?

No. Yo simplemente no puedo con las injusticias. Entonces me parecía muy injusto todo el tema y sentía la necesidad. Era como 'jolín, esto está pasando, nadie lo sabe y muchas veces sigue pasando a día de hoy' Tapamos un montón de cosas que no están bien y creo que es tirarnos piedras sobre nuestro tejado. Porque si algo no está bien y no se dice y no se sabe es como '¿cómo se va a solucionar?' Si para afuera lo que hacemos es vender una imagen para que todo el mundo crea que esto es fabuloso, la realidad no es esa.

Es como yo me sentía, con la necesidad de explicarlo porque creía que era lo correcto, no porque quisiera ser un ejemplo de nada, porque al final no es oro todo lo que reluce. Creo que le estamos haciendo un flaco favor también a las futuras generaciones si no decimos la verdad y la realidad de las cosas y en ese momento esa era mi realidad y quise exponerla. Lo que pasa es que tampoco sabía las consecuencias que iba a tener. Al final yo estoy exponiendo cómo me he sentido y lo que yo he vivido y ni siquiera puedo hablar libremente. Es como muy heavy. Entonces es como que te da miedo volver a hacerlo, cuando realmente tú no has hecho nada mal, simplemente pues has expuesto tu realidad, cómo tú te sentiste y lo que te provocó esa situación.

Entiendo que esa parte de tu carrera ha quedado ya en el olvido y ahora cada vez que botas el balón vuelves a sonreír.

Sí. Me quité un peso de encima y desde aquel momento intenté tomarme el baloncesto de otra manera. También de aquella experiencia aprendí un montón. Y no sola, sino bien acompañada y rodeada. Creo que ahora soy capaz de verlo de otra manera e intento relativizar un poco más.

Anna Cruz ante Estudiantes. FEB
Anna Cruz ante Estudiantes. FEB

Tú que lo has vivido de primera mano, como jugadora importante en equipos de España, de Euroliga, de la WNBA, ¿por qué todavía, o qué le falta al baloncesto femenino para dar esos pasos necesarios para ser totalmente profesionales?

Estamos dando pequeños pasos hacia delante. Ahora se ha firmado el convenio, pero es que lo que se ha firmado son cosas tan básicas que cualquier otro trabajo cumpliría, cosas por las que tú, cuando vas a un trabajo y firmas un contrato no te tendrías ni que preocupar. Se piden cosas muy básicas en este convenio, pero si se piden es porque hay clubes que realmente no lo están haciendo. Creo que estamos todavía a años luz. Sí que hay equipos pues que que lo están haciendo o clubes como Valencia, que está siguiendo un poco la manera de actuar. Pero sí que es verdad que hay muchos equipos de la Liga Femenina que desgraciadamente no tienen esas capacidades. Poco a poco deseamos todas que esto mejore y que tengamos una situación laboral digna de jugadoras profesionales.

¿Cuántos tiros ganadores le quedan a 'Crunchelito?

No lo sé. Ojalá que esta temporada no dependan demasiado de que 'Crunchelito' meta algún tiro ganador y vayamos un poco más relajadas en ese sentido.

Me decías antes que la retirada está cerca y lo puedes hacer de forma romántica, cerrando el círculo en la ciudad donde naciste.

Sí, sí. La verdad es que es bastante emotivo. No sé si este será el último año, yo suelo tomar las decisiones como a final de temporada y me doy un tiempo siempre para ver realmente cómo me siento. Pero bueno, no hay que engañar a nadie. Al final son 38 años y cada vez estamos más cerca, así que como no sé si será el último, voy a intentar disfrutar cada día.