LIGA ACB

"El peor día del mundo" para el baloncesto español: se cumplen 35 años de la muerte de Fernando Martín

El jugador del Real Madrid falleció en un accidente de tráfico en la M-30, mientras se dirigía a un partido.

Fernando Martín en un reportaje en sus primeros años en el Real Madrid./Europa Press
Fernando Martín en un reportaje en sus primeros años en el Real Madrid. Europa Press
Guillermo García

Guillermo García

Como cada 3 de diciembre Madrid despierta entre gotas de lluvia. Algunos años más intensos, otros con pequeñas lágrimas de rocío como señal de luto por una fecha maldita para los amantes del baloncesto. Una fecha marcada en rojo desde 1989 para los aficionados al deporte de la canasta en general y para los hinchas del Real Madrid en particular.

Aquel día, mediada la tarde, la vida dio un volantazo y de un plumazo, en un accidente en la madrileña M-30, se llevaba a Fernando Martín Espina, el primer jugador español en cruzar el Atlántico y probar suerte en la NBA. Un icono del deporte de la época y un pionero que se fue demasiado pronto por culpa de su amor por la velocidad.

Esa tarde el Real Madrid recibía al CAI Zaragoza en el antiguo Palacio de los Deportes de la calle Goya. Un pabellón que aún hoy recuerda lo que pasó. Fernando no podía jugar ese partido con el equipo. Aquejado por una tendinitis, Martín no entraba en la convocatoria del entonces técnico blanco George Karl. Sin embargo, el ala-pívot no quería dejar de estar al lado de sus compañeros. Cogió su coche, un Lancia Thema 8.32, y salió de casa para recoger a su compañero Quique Villalobos.

Amante de la velocidad, Martín perdió el control de su vehículo cuando cogió la incorporación a la M-30 desde la carretera de Barcelona. Tras saltar la mediana, invadió el carril de sentido contrario e impactó contra otro vehículo. El conductor del otro coche, un Opel Kadett, Ricardo Delgado, estaba gravemente herido. Sobrevivió al accidente aunque quedaría postrado en una silla de ruedas durante algún tiempo. Fernando fue traslado al Hospital Ramón y Cajal, pero falleció por el camino.

Fernando Martín defendido por Michael Jordan y Pat Ewing en la final de Los Ángeles 84. Efe
Fernando Martín defendido por Michael Jordan y Pat Ewing en la final de Los Ángeles 84. Efe

La noticia corrió como la pólvora. Raúl Cancio, fotógrafo de El País, fue de los primeros en llegar y en fotografiar un accidente del que todavía no conocía la identidad de las víctimas. Era cuestión de tiempo que lo ocurrido llegase al Palacio, donde todavía le esperaban sus compañeros y el cuerpo técnico del Real Madrid.

"Nos fuimos enterando poco a poco. No sabíamos quién era al principio porque decían las noticias que había habido un jugador del Madrid, que había tenido un accidente", recordaba José Luis Llorente en una entrevista en Relevo el pasado 28 de enero. "Fue terrible y, sobre todo, los días siguientes. Esto fue el domingo y el martes jugamos un partido de competición europea en el Palacio. Fue un partido muy emotivo. De hecho, George Karl lo recuerda como uno de los grandes sucesos de su vida. Cuando entró en el Salón de la Fama de Springfield que le acompañamos Quique Villalobos y yo, él lo remarcó. Fue durísimo y tuvo un efecto colateral que ojalá no hubiera tenido que producirse, porque nos unió muchísimo a todos".

"Fue durísimo y tuvo un efecto colateral que ojalá no hubiera tenido que producirse, porque nos unió muchísimo a todos"

José Luis Llorente

El mundo del deporte se teñía de negro, mientras que los aficionados no daban crédito a lo que estaba sucediendo. Tenía que ser mentira. Pero, por desgracia, era verdad. El hombre que abrió las puertas de la mejor liga del mundo al baloncesto español y que ayudó a encumbrar el deporte de la canasta en nuestro país se había ido.

Dos días después de ese accidente y tras ser enterrado esa misma mañana, el Madrid tenía que enfrentarse al PAOK de Salónica en partido correspondiente a la Recopa. Un duelo que nadie quiere jugar, salvo Antonio Martín. Lo consideraba el mejor homenaje a su hermano. También el entrenador George Karl: "Les dije que Fernando pensaría que éramos unos cobardes si no jugábamos". Así, la plantilla se vistió de corto y se dirigió a un banquillo en el que había una camiseta con el 10 en una silla vacía y un ramo de flores en el suelo. El conjunto blanco remontó tras el descanso, después de una bronca del propio Antonio, y se impuso al conjunto griego por 21 puntos (92-71) entre los gritos de la grada: "Sí, sí, sí, Fernando está aquí".

Un astronauta en la luna

"Una fuerza de la naturaleza que pudo ser el mejor en cualquier deporte que hubiera elegido". Así le definía Paco Torres, director de la prestigiosa Gigantes del Basket, en un artículo publicado en 2019, con motivo del 30 aniversario de su muerte. Y es que Fernando apenas había tocado un balón de baloncesto cuando Estudiantes se fijó en él. Antes había sido campeón de Castilla de natación y había probado con el tenis de mesa, el atletismo y el balonmano. Aunque finalmente fue el baloncesto el que se llevó el gato al agua.

Tras sólo cinco meses en las filas del colegio San José del Parque, Fernando llegó a la cantera del Estu, donde no tardó en destacar y con sólo 19 años ya debuta en el primer equipo, que terminó siendo subcampeón de Liga. Fue el comienzo de una carrera fulgurante que le llevó al Real Madrid (el Joventut y el Barça también se habían interesado por él) donde lo ganaría todo.

Inconformista por naturaleza, en 1986 Fernando se cansa del baloncesto europeo, donde lo había ganado casi todo con la Selección y con el Real Madrid. Le quedó la Copa de Europa, pero esa misión la dejaría para más adelante. Ahora tocaba romper barreras y embarcarse en la aventura de la NBA. Elegido por los Nets en 1985, convence a la franquicia en los campus de entrenamiento, pero los trámites legales se alargan demasiado y pierde el primer tren. No volvería pasar.

Un año más tarde Fernando voló a Portland, firmó un contrato con los Trail Blazers y lo primero que pidió fue una tilde en el apellido de su camiseta. Se convertía en el segundo europeo en la NBA (el primero fue el búlgaro Georgi Glouchkov) y en el primer español. Era un astronauta pisando una luna demasiado árida para los foráneos, a los que todavía se miraba con escepticismo.

Sólo hay que echar un vistazo a sus andanzas en la mejor liga del mundo. Su debut se produjo el 3 de diciembre de 1986 y apenas jugó dos minutos contra los Seattle Supersonics. Fue un adelanto de lo que le esperaba en su primera y única temporada: 146 minutos en 24 partidos en los que anotó 22 puntos y capturó 28 rebotes.

Fernando ya había tenido suficiente. Había saltado la última frontera y había demostrado que podía jugar con aquellos extraterrestres. Ahora tocaba volver a casa. Lo hizo en un Real Madrid que encontró en Martín el antídoto necesario para contrarrestar el efecto Norris de un Barça que parecía dominar.

"No hay día en mi vida que alguien no me recuerde esos partidos. Todo el mundo de esa época vivió esos duelos. Marcaron una época. A mi me gustaban mucho, tío, porque a mi siempre me gustó jugar contra los mejores y cuanta más competencia mejor. Y en esos años era el Madrid y era Fernando, su equipo contra el nuestro. Siempre queríamos ganar, aunque no era fácil. Era muy duro, pero era muy divertido de jugar", recordaba el pívot estadounidense en una entrevista en este medio hace unas semanas, que también se emocionó al recordar aquel 3 de diciembre de 1989, apenas dos años después de comenzar sus épicas batallas: "Fue el peor día del mundo".

En el Estudiantes, en el Madrid, en los Blazers o en la selección, Fernando Martín se labró su propia leyenda. Y esa leyenda es la de un mito que, 35 años después, regresa a la memoria de todos los que aman el baloncesto. La figura de Fernando permanecerá siempre en el recuerdo. Fue un pionero que demostró al mundo que los sueños, a veces, se hacen realidad.