BALONCESTO

Nacho Rodríguez, el 'boquerón' que no pudo ser profeta en su tierra: "Un sector en Málaga no quería que triunfara y sacaron mi contrato con el Barça en los medios"

El que fuera base internacional español repasa en Relevo sus años en la cancha, sus inicios en Málaga, su traspaso al Barça y sus temporadas en Menorca, Alicante y Valladolid.

Nacho Rodríguez con el Barcelona, en un partido contra el Real Madrid./ABC
Nacho Rodríguez con el Barcelona, en un partido contra el Real Madrid. ABC
Guillermo García

Guillermo García

Para Nacho Rodríguez (Málaga, 1970) la vida siempre ha orbitado alrededor de un balón naranja y un aro a 3,05 del suelo. Por influencia de su hermano Juanma y por su habilidad innata para los deportes, aunque en un primer momento el baloncesto sólo era una parte más dentro de sus pasatiempos. Fue el tiempo, la habilidad y una voluntad de trabajo a prueba de fuego lo que le convirtió en profesional durante 20 temporadas.

Una carrera que hoy repasamos con él en esta primera parte de la entrevista y que le llevó del patio un colegio -como muchos otros- hasta ser líder en Málaga y campeón de todo con el Barcelona. Un fichaje que muchos no entendieron y que le valieron no pocas críticas por parte de la misma afición que antes coreaba un nombre histórico del baloncesto español. Un jugador que también fue referente en la Selección y que una vez retirado fue incapaz de dejar el baloncesto y volvió a él desde los despachos. Dos etapas que quedan pendientes para el segundo capítulo de una charla de más de una hora que dio para mucho.

Son varios frentes y prismas los que hay que abrir a la hora de hablar de Nacho Rodríguez en el baloncesto español, pero por empezar como mandan los cánones, ¿cómo son tus orígenes en este deporte?

Yo empiezo en un colegio en Málaga, el colegio San Estanislao de Kostka, SEK, que es el más conocido, y empiezo a jugar en el colegio. Era el típico niño que jugaba a todos los deportes porque me encantaba. Jugaba al fútbol, al balonmano, al baloncesto, y ahí empiezo. Hasta los 14, 15 años yo jugaba a otros deportes. A partir de ahí, viendo a mi hermano Juanma, que jugaba en el primer equipo del colegio y que después fichó por Maristas, fue cuando me decidí por el baloncesto. Pero en el colegio se me daban muy bien los otros deportes. A los 15 años me fichó el colegio Maristas para jugar, ya un poquito más serio, luchando por campeonatos de Málaga, Andalucía, campeonatos de España, etcétera.

El nombre de tu hermano Juanma ha tenido un gran peso en toda tu carrera, ¿no?

Muchísimo. Yo en el colegio, como te decía, jugaba a todo, pero los fines de semana iba a ver a mi hermano, que ya estaba jugando en Segunda división. Y después incluso llegó a jugar en Primera B, digamos lo que es ahora mismo Primera FEB. Yo iba a ver esos partidos y era el típico niño que en los descansos o después del partido se ponía tira la canasta y ahí yo creo que fue clave para engancharme al baloncesto y fue gracias a mi hermano. Si él hubiera jugado al fútbol a lo mejor me hubiera enganchado más al fútbol, pero de ver tanto a mi hermano y que, evidentemente, se me daba un poquito bien fue clave para decidirme por el baloncesto.

Pero la figura de Juanma como hermano mayor no sólo es importante en el baloncesto, también como apoyo porque tú pierdes a otros dos hermanos siendo joven.

Yo tenía un hermano, Javi, que murió cuando yo tenía 6 años: lo atropelló un coche y no lo recuerdo bien. Pero sí que es verdad que cuando murió mi hermano Álvaro yo tenía 24 año y ya estaba en Unicaja. Ya estaba destacando y mi hermano Álvaro era periodista deportivo, escribía en Diario 16 de Málaga, también trabajaba en la Ser y era bastante reconocido en el mundo del deporte en Málaga.

Fue una muerte repentina, de meningitis, de un día para otro. Y fue muy duro. Yo recuerdo la última frase de mi hermano. Yo fui a verlo en su cuarto, que jugaba un partido contra el CAI de Zaragoza en el año 94 y fui a verle porque tenía mucha fiebre, y la última palabra que yo escuché de mi hermano es "suerte". Después del partido me fui a comer, como siempre nos íbamos varios del equipo, y me llamó mi prima, que normalmente no me llamaba, y me dijo: "Vente, que Álvaro está muy mal". Como era deportista y se cuidaba aguantó tres días en la UVI, pero falleció. Fue un palo muy gordo para toda la familia. Mi familia es muy católica, mis padres sobre todo, y no apoyamos los unos en los otros.

"Yo fui a verlo [a su hermano Álvaro] antes de jugar un partido contra el CAI de Zaragoza en el año 94 y la última palabra que yo escuché de mi hermano es 'suerte'".

NACHO RODRÍGUEZ

Yo recuerdo el primer partido después de aquello, que era contra Estudiantes en Madrid y evidentemente no pude jugarlo, y después en casa sí que lo jugué y para mi hermano, que ya se dedicaba a labores técnicas, y para mí fue una vía de escape. Incluso para toda la familia, porque ya nos empezaba a ir un poquito bien el baloncesto. Fue un palo muy duro para toda la familia y sobre todo para mis padres. Porque no es normal que pierdas a un hijo a una temprana edad, pero imagínate lo que supone para unos padres perder a dos hijos a una temprana edad. Y para mí también fue muy duro porque tenía una relación muy directa con él. Estoy convencido de que desde arriba nos está ayudando tanto a mi hermano como a mí.

El baloncesto aparece como nexo de unión y punto común en muchas fases de la vida de tu familia. ¿Lo vivían así tus padres? ¿Te acompañaban a los partidos?

Mi madre sí. Mi madre siempre ha sido con mi hermana, siempre han sido nuestros apoyos y siempre han ido a lo que podía. Mi padre nunca. Se ponía nervioso y en Málaga yo recuerdo que el único partido al que acudió fue en los años 90, que se hizo un partido entre el Málaga de fútbol y el Unicaja, de estos que se hacían antiguamente en Navidad para recaudar dinero. Ese fue el único partido al que fue mi padre.

De hecho, recuerdo también mi época en el Barcelona como jugador, mi padre solía ver los partidos grabados. Si ganábamos, mi padre después por la noche lo veía tranquilo porque sabía que habíamos ganado. Se ponía nervioso y no le gustaba ni ir al campo ni verlos en directo.

Y eso que tú eras de los buenos. ¿Cuándo empiezas a ser consciente de que se te daba bien y que tu futuro podía estar en la cancha?

Si te soy sincero, en ningún momento. Yo he sido siempre muy inseguro. Quizá porque no era un jugador muy talentoso, entonces todo era muchísimo trabajo, muchísimo esfuerzo, mucha garra, mucha energía, mucha actividad en la pista y eso te genera un poquito de inseguridad, porque no tenías el talento de otros jugadores. Tenías que trabajar mucho y yo fui quemando etapas, pero sin perseguirlas o sin decir 'ahora voy a llegar a la Selección' o 'ahora voy a jugar en la ACB'. Fueron acontecimientos que fueron pasando pero yo prácticamente no me daba cuenta.

Desde siempre he entrenado muy duro, me gustaba mucho entrenar y me iba antes y después para mejorar el tiro, para hacer trabajo individual y nunca he sido un jugador que dijese, 'mira ahora voy a ir a la Selección'. De hecho, cada vez que iba para mí era como meter un gol en fútbol. Era una cosa espectacular y estuve ocho años. Siempre decía, bueno pues ya seguramente el verano que viene no vaya. Los jugadores con muchísimo talento saben que se van a ganar la vida, pero los jugadores como yo siempre hemos sido un poquito inseguros en ese sentido.

Tú empiezas a jugar en Maristas en una época en la que Málaga tenía dos equipos de primer nivel con vosotros y el Caja de Ronda. ¿Cómo se vivía en una ciudad pequeña un derbi así?

Esos derbis eran muy sanos y hoy en día es difícil que se puedan volver ver, ¿no? Era un partido entre un colegio, que éramos nosotros, Maristas, con gente no muy conocida, muy currante y trabajadora. Y después estaba el club, que era el que tenía el dinero. Digamos que eran el club pobre y el club rico [risas]. Pero eran derbis muy sanos, con muchísimo ambiente. Además, después todos los jugadores coincidimos en diferentes selecciones malagueñas y andaluzas. Había una rivalidad muy buena, pero sobre todo muy sana y con mucho respeto. A mí los dos me querían fichar, pero elegí Maristas por mi hermano, que ya jugaba ahí. Conocía el equipo y me incliné por ellos porque mi hermano ya estaba jugando en el primer equipo de Maristas.

Luego se fusionan y aparece ese club ya único en Málaga que es Unicaja. ¿Cómo vives tú el juntar los dos equipos y ese salto de calidad que supone para Málaga?

Desde el punto de vista del jugador no te das cuenta un poco de la trascendencia que después sí tuvo, porque después te enteras de que verdaderamente había mucha gente que no estaba de acuerdo. Sobre todo gente del Caja de Ronda que no estaba de acuerdo en la fusión. Para mí era una gran responsabilidad porque yo fui el único que entró de Maristas como jugador. Entraron Javier Imbroda, Pedro Ramírez o mi hermano, que entró en la directiva, pero como jugador yo era el único.

Yo no tenía mucho talento, yo tenía que demostrar que podía jugar en una fusión de dos equipos con jugadores del Caja de Ronda muy reconocidos, que ya habían jugado en la en la máxima categoría y que tenían mucho talento. No tenía miedo, porque yo sabía que a trabajo no me iba a ganar nadie. También tenía esa responsabilidad porque Javier y Pedro me conocían y, evidentemente, cuanto más te conocen más te exigen. Afortunadamente salió todo bien y mucha gente que estaba en contra e incluso ahora, que mucha gente habla de esa época, se dio por buena la unión para tener un gran club como es el que se tiene actualmente. Fue la semillita de todo lo que vino posteriormente.

Nacho Rodríguez en un partido ante el TDK Manresa. ABC
Nacho Rodríguez en un partido ante el TDK Manresa. ABC

Una semilla que germinó muy pronto y que pronto llegó casi a ganar la ACB. ¿Cómo fue esa explosión de Unicaja y aquella final con el Barça?

Estábamos en una rueda de jugar bien, todos muy unidos a nivel de jugadores como de staff, de conocimiento de roles, de no tener miedo a competir contra los mejores. Y bueno, te metes ahí arriba, ganas los cuartos de final contra Estudiantes, llegas al aeropuerto y te recibe mucha gente. Luego ganas la semifinal al TDK Manresa, 3-0, y sin pensarlo y con mucho trabajo detrás, te metes en una final. Fue espectacular el ambiente que se vivió en el Ciudad Jardín y en toda Málaga. Yo siempre digo que no fue un acontecimiento deportivo, sino que fue un acontecimiento social de la ciudad.

Cuando nos clasificamos para la final desde el aeropuerto tardamos como una hora y media en volver a nuestra casa. Yo recuerdo que vivía con mis padres y me tuve que ir a casa de un amigo vivía en Torremolinos para pasar dos o tres días, porque todo el mundo me conocía y me fui para descansar. Nos dimos cuenta verdaderamente de lo que hicimos cuando pasó una semana o 10 días y vimos un poco todo el alcance a nivel de Málaga que había tenido llegar a esa final.

Aquel triple de Mike Ansley que pudo cambiar aún más la historia.

Yo siempre lo he dicho, para mí estaba muy bien tirado porque estaba haciendo un partidazo. Javier [Imbroda] era un adelantado en aquella época y es difícil ver hoy a un 4 subir el balón y jugar uno contra uno, pero Javier lo vio y para mí estaba perfectamente tirado.

¿Cuánto, aunque sea pequeño, porcentaje de los éxitos de hoy de Unicaja, tiene ese Unicaja, ese germen?

Desgraciadamente en la historia de Unicaja, que creo que está haciendo un grandísimo trabajo ahora mismo, parece que solo cuentan los títulos. Parece que la historia de Unicaja empieza cuando se ganó la primera Copa Korac con Maljkovic, que hizo un gran trabajo de profesionalizar el club. Después vino la Copa del Rey, la Liga, pero poco se tiene en cuenta en la historia de Unicaja, aquel éxito de aquel grupo de jugadores. Además éramos la gran mayoría malagueños, gente muy humilde, muy trabajadora, sin grandes nombres, con tres extranjeros y creo que en la historia no se ha reconocido bien el hecho de ese subcampeonato y lo que significó.

Yo después trabajé en la Junta de Andalucía y me di cuenta, porque cuando eres jugador no lo haces, que el Palacio José María Martín Carpena se construye en el año 98-99, uniendo dinero las tres administraciones, el Ayuntamiento, la Junta de Andalucía y Diputación, pero te aseguro que si no se hubiera conseguido ese éxito, las tres administraciones no hubiera pensado que Málaga necesitaba un Palacio de los Deportes y Unicaja no habría invertido más dinero. Creo que en la historia de Unicaja no se ha reconocido lo que hicimos en el año 94-95 y parece que empieza en el siglo XXI, a partir del 2000.

¿Crees que esa falta de reconocimiento, por ejemplo, puede verse reflejada en que no se hayan retirado camisetas como la tuya o como la del propio Mike, que marcó una época en la ciudad? ¿Eso te duele?

Yo ahí no entro. Mucha gente me pregunta y no voy a entrar. Cuando falleció Javier Imbroda creo que faltó un gran reconocimiento del club. Se lo hicieron el Ayuntamiento de Málaga, se lo hizo por supuesto la Junta de Andalucía que trabajaba ahí, Carranque, que es donde empezamos a jugar, pero creo que falta un grandísimo reconocimiento. Podía haber sido Unicaja pionero, que siempre hablamos de retirar la camiseta de los jugadores pero por qué no retirar la camiseta de un entrenador para que la gente reconozca en el techo del pabellón la figura de un entrenador que fue clave por esa ambición, por esa filosofía, por esa identidad del equipo que teníamos. De mi caso yo nunca he hablado, eso corresponde a otras personas, pero sí que insisto que la figura de Javier no ha sido lo suficientemente bien reconocida por parte del club.

"Creo que en la historia de Unicaja no se ha reconocido lo que hicimos en el año 94-95 y parece que empieza en el siglo XXI, a partir del 2000"

Llega el año 98 y te toca hacer las maletas. ¿Cómo será ese fichaje por el Barça y cómo vives tú el salir de Málaga después de 28 años?

Ya me habían querido fichar anteriormente y llegamos a un acuerdo verbal que finalmente no se produjo. Yo tenía contrato en vigor y no me dejaron, pero en el 98 ya fiché por el Barça. Yo siempre lo digo, a mí se me tildó y se me acusó, incluso hay gente que todavía lo piensa, de pesetero y que me iba por dinero. Lo que pasa es que hay un sector de Málaga que en aquella época, incluso ahora, no le interesaba que Nacho Rodríguez fichara por el Barça y sacaron en los medios mi contrato. No querían que un chico que además venía de Maristas, y todavía esa rivalidad estaba muy latente, triunfara.

Yo estuve reunido con los responsables del banco, no del club imagínate, si no con los responsables del banco, que básicamente pusieron un cheque blanco, pero no era esa la cuestión. En aquel momento en concreto Unicaja no estaba a la altura. Nos metíamos décimos, novenos, octavos, pero ni mucho menos luchar por los títulos.

Yo quería probarme y Aíto me quería fichar. Quería aprender de él y probarme si podía competir con los mejores, y por eso decidí irme para luchar por títulos. Yo firmé en 2+1 y estuve seis años en Barcelona, donde en seis temporadas gané cuatro ligas, dos copas, una Korac y una Euroliga… Creo que los hechos y los títulos demuestran que en su momento tomé una buena decisión.

En el caso de que Unicaja, después de los tres o cuatro años, hubiera sido un equipo competitivo, como pasa ahora o como pasó con la época de Berni y Carlos, evidentemente, pues yo no me hubiera ido, no hubiera tomado esa decisión, pero en aquel momento no vi futuro deportivo.

¿Cómo fue tu vuelta a Málaga con el Barcelona y cómo lo vivió una familia malagueña como los Rodríguez?

El primer partido fue en el Ciudad Jardín, que era peor que el Carpena. Ganamos y recuerdo que Aíto me felicitó porque había una gran presión hacia mí y creo que jugué un buen partido. Yo terminé llorando en el vestuario cuando me quedé solo, porque me pareció muy injusto el trato que había tenido. Un sector en Málaga en todos esos años se había preocupado y ocupado de ir contra mí y mucha gente entendió el discurso del dinero cuando realmente no era así.

Mi familia lo vivió muy mal y de hecho yo les prohibí que fuesen a los próximos partidos que yo jugara con el Barcelona. De hecho fueron pocos, aunque al final siempre iban mi madre y mi hermana, pero yo intentaba que no fueran porque lo pasaban mal, me insultaban, me decían de todo. Creo que esos años cuando jugué con el Barça se fue bastante injusto, porque yo lo que hice fue por mí, por intentar jugar con los mejores y esperar ganar títulos. Y creo que el tiempo y los títulos me dieron la razón.

Nacho Rodríguez ya con el Barcelona en un partido ante Unicaja. ABC
Nacho Rodríguez ya con el Barcelona en un partido ante Unicaja. ABC

¿Cómo fue ese reto de pasar a jugar con los mejores, de ser referencia en Unicaja a serlo en Barcelona pero saliendo desde el banquillo?

En las series de tiro en los entrenamientos, en los primeros días, que me di cuenta del nivel de talento que había ahí. Si hacíamos series de 10 tiros ellos metían 9 o 10 y yo 7 u 8. Ahí te das cuenta de lo buenos jugadores que eran y que tenía que trabajar casi el doble en todos los aspectos. Además, mi juego cambió. Yo en Málaga hacía un poquito de todo, anotaba, metía puntos, tiraba y en Barcelona mi rol era diferente, más de segunda unidad, de cambiar el ritmo defensivo, de imprimir carácter, de ser una persona en el vestuario que liderara y evidentemente si estaba solo tirar a canasta. Cambió mi rol, pero creo que es importante adaptarse a las circunstancias.

Recuerdo que la primera concentración en Barcelona, cuando llegué de la Selección, estuvimos 10 días en Andorra y volví a Barcelona solo, no conocía a nadie. En ese momento te pones a pensar, '¿qué hago yo aquí pudiendo estar en Málaga perfectamente con mi familia y con todos mis amigos?'. Pero bueno, fue un reto y a la larga salió bien.

De esa etapa se recuerdan dos imágenes. La primera, la más polémica, fue la liga que el Madrid gana en el Palau, con la tensión que hubo entre Djordjevic y tú. ¿Fue tanto como pareció?

Se sacó un poco, no voy a decir de contexto porque realmente pasó eso, pero no fue buscado ni nada de eso. Nos ganaron y fue una eliminatoria muy caliente, porque parecía que íbamos a ganar nosotros, después vamos a Madrid y parece que van a ganar ellos, volvemos al Palau y nos ganaron con un ambiente del público propio de lo que es un Barça-Madrid.

Terminó el partido y yo me fui para el túnel de vestuario y veo a Sasha salir y me salió instintivamente por cómo estaba el público, no fue una cosa premeditada. Le digo: "Dónde vas. No celebres aquí, que va a parecer que tal…". Y ya está. Con Sasha he tenido una muy buena relación. De hecho le agradezco unas declaraciones que hizo sobre sobre esto diciendo que yo era muy buen compañero, un ganador con mucho carácter y que no le daba mayor importancia, como tampoco se lo había dado yo.

Me asombré porque yo estaba estudiando INEF y tenía un examen al día siguiente y pensé, 'si ganamos y nos vamos a celebrarlo, no me presento'. Evidentemente me fui a casa y me fui al examen y recuerdo que me enviaron mis compañeros de INEF la portada de Mundo Deportivo. No sabía qué había pasado porque tampoco había que darle mayor importancia. De hecho siempre que hay un Barça-Madrid, en la tele siempre salen estas imágenes, cuando para mí es mucho más grave por ejemplo pegarte a puñetazos que lo que yo tenía con Sasha, con el que tenía muy buena relación. Fue un lujo haber compartido con el vestuario y aprender de jugadores como él, o después con Saras, Navarro o Bodiroga, las estrellas que he tenido a mi lado.

La segunda imagen es la conquista de la Euroliga junto a esos compañeros que nombras.

Pues lo que recuerdo es que entrenábamos muchísimo. Venía de un sistema diferente con Aíto a hacerlo con Pesic, que eran la noche y el día. Desde pretemporada entrenábamos muchísimo. Nos íbamos a la carretera a correr los lunes, hacíamos mucho físico después de terminar el entrenamiento, vueltas al campo, kamikazes… Entrenábamos muchísimo con Pesic y durante ese año te das cuenta que al final el entrenar duro tiene su recompensa. Es verdad que conseguimos el máximo título que es la Euroliga, pero es que ese año conseguimos también el triplete.

Con la Euroliga, lo que todo el mundo nos decía era la presión de jugar en casa, pero ninguno de nosotros había perdido siete finales como se hablaba en la prensa, que el club, ya había perdido siete y esta era otra más. Ninguno habíamos vivido esa sensación y transformamos lo que es una presión al equipo, que puede ser negativa negativa en positiva. El hecho de jugar ante 15.000 personas en el Palau Sant Jordi fue clave. Y además tener a jugadores, sobre todo Dejan, con una grandísima experiencia y que se tomaba los partidos como una final, te daba una garantía.

"Lo de Djordjevic se sacó un poco, no voy a decir de contexto porque realmente pasó eso, pero no fue buscado ni nada de eso"

Siempre que se habla de ese Barça, se habla de Bodiroga, de Jasikevicius, de Fucka, de Navarro, pero hay un personaje clave que muchas veces pasa desapercibido que es Roberto Dueñas.

Totalmente. Yo con Bob tengo una especial relación, éramos vecinos en Barcelona. De hecho nos turnábamos en el coche, un día íbamos uno a otro, conocí a mi familia, íbamos mucho a comer, a cenar. Hoy en día, quizás hoy en 2025 que se juega muy rápido, pues no se hubiera adaptado, pero en aquel momento, que había mucho baloncesto control y posesiones largas, creo que marcó un antes y después la presencia de Roberto. Un 2,21 que no solo era lo que intimidaba, lo alto que era, sino lo inteligente, lo listo que era a la hora de jugar. Y después recalcar lo buenísimo compañero que era. Todo el mundo lo ve muy callado, pero era una de las referencias en el vestuario. Se ganó el respeto de todos nosotros.

Una vez acaba la etapa en el Barça haces las maletas otra vez y te vas primero a Alicante. ¿Cómo recuerdas esos años?

En Barcelona, fíjate cómo son las cosas, recuerdo una llamante de Laporta porque todo el mundo me veía como entrenador y me ofrecieron quedarme como responsable de la cantera del Barcelona durante tres años. Y me lo pensé porque mi novia, que es mi actual mujer, trabajaba en Barcelona y estaba muy a gusto en la ciudad. Pero finalmente decidí que mi último año no había jugado mucho con Pesic y decidí seguir jugando y la opción de Alicante era muy buena porque era un equipo con gente que yo conocía como Lucio Angulo, Iñaki de Miguel y Oriol Junyent de la Selección.

Fue una grandísima experiencia personal y profesional sobre todo el primer año. El segundo año no fue tan bien, pero el primer año nos conseguimos meter en la Copa del Rey y en Europa y llenábamos el Centro de Tecnificación de Alicante. Jugábamos un grandísimo baloncesto con gente muy experta, que sabía en todo momento lo que tenía que hacer. Gente como Larry Lewis o Quincy Lewis, que se adaptaron muy bien.

Después de dos años decides que todavía queda cuerda y te vas a la tranquilidad de una isla como Menorca.

Ahí ya yo sabía que no era un jugador muy físico y notabas que las piernas no iban lo rápido que siempre iban, saltaba cada vez menos, así que tanto en Menorca como después en Valladolid fue un tema de entrenadores. En Menorca Curro Segura, que me conocía, me llamó, me explicó el proyecto del equipo y me convenció para liderar en el vestuario y ser una persona importante en un equipo que acababa de subir a la ACB. Fue también una grandísima experiencia porque durante el invierno se vivía muchísimo ambiente de baloncesto. De hecho yo recuerdo que cuando conseguimos la salvación fue para mí como un título con el Barça, porque veía que toda la isla estaba detrás del equipo y de haber bajado hubiera supuesto una desilusión para mucha gente que solo pensaba en ir el fin de semana a ver al equipo.

Nacho Rodríguez en su última etapa en Valladolid. El Norte de Castilla
Nacho Rodríguez en su última etapa en Valladolid. El Norte de Castilla

Y te concedes un último baile en Valladolid donde vuelves a coincidir con Javier Imbroda, aunque la cosa no termina muy bien.

Fueron dos temporadas en una, porque recuerdo el último partido de la primera vuelta que de haber ganado Girona nos habríamos clasificado para la Copa del Rey. Perdimos y ahí el equipo se vino abajo.

Igual que en casi todos los equipos en los que he estado había muy buen ambiente fuera y dentro de la pista, en Valladolid no logramos ser un equipo fuera del campo. Había muchos extranjeros, había dos o tres grupos de españoles y no conseguimos química. Y con Javier, que me había pedido ser un poquito el referente, chocamos en algunas conversaciones y después terminó mal porque él hizo unas declaraciones y yo le contesté, en vez de haberlo hablado en verano en Málaga. Lo dejamos pasar y estuvimos durante bastante tiempo sin hablarnos. Yo siempre he dicho que Javier ha sido un segundo padre para mí, pero bueno, creo que ahí los dos tiramos un poquito de orgullo y no lo hablamos hasta muchos años después.

Ahora que has sacado esa palabra, ¿cuánto de orgullo hay en un deportista de élite?

Tienes que tener orgullo. Si no tienes, en el mundo del deportista profesional, orgullo, si no tienes confianza, te pueden salir las cosas un día, dos días, pero tienes que tener carácter, tienes que, de vez en cuando dar un puñetazo, encima de la mesa. Si no, ves a muchísimos jugadores de baloncesto o de fútbol que parece que les da igual todo. Eso a mí siempre me ha dolido mucho, y de hecho, yo era una persona con mucho carácter en el vestuario. Cuando iban mal las cosas, pues hablaba y muchas veces, siempre del máximo respeto no te voy a decir que me enfrentara, pero muchas veces hablábamos cosas con las que los entrenadores o el staff se echaban la mano a la cabeza pero que eran positivas y en busca de que el grupo reaccionara. Yo cuando veo a jugadores que no tienen ese orgullo ese carácter, no me gusta.