Goran Huskic, un 'Jokic de pobres' para frenar al Real Madrid en Coruña: "Me ha sorprendido Thompkins, es una leyenda del baloncesto y muy humilde"

Cuando a mediados de julio salió el calendario de la Liga Endesa 2024-2025, la ciudad de A Coruña marcó el domingo 29 de septiembre en rojo en su calendario. Después de tanto tiempo luchando y de haber logrado el ascenso en el mes de mayo, por fin sabían cuando iba a llegar el debut de su equipo, el Leyma Coruña, en la Liga Endesa. Y, además, ante uno de los rivales con más lustre: el actual campeón de liga, el Real Madrid. Por eso, que, a 72 horas de la gran cita, el Colliseum coruñés colgase el cartel de 'no hay entradas' no resultó extraño. Porque si algo había demostrado la ciudad gallega ya incluso el año anterior era el apoyo incansable hacia los suyos.

Quien precisamente fue testigo de toda esa evolución que hizo que la ciudad se volcase con su equipo de baloncesto es el pívot serbio Goran Huskic (Belgrado, Serbia, 1992), uno de los guerreros del ascenso que este domingo (18:30 horas) será uno de los 12 jugadores que haga historia para el club gallego. "Esperamos ganar y darlo todo", cuenta en una llamada de teléfono con Relevo, en la que repasa su carrera, cuenta cómo tuvo que hacer frente a la Guerra de los Balcanes, el paso por un camino poco común hasta llegar a ser profesional -debutó en ACB de la mano de Sito Alonso en San Sebastián y también pasó por Burgos y Bilbao- y explica cómo llega el Leyma Coruña a lo que ya es una cita histórica: el debut del equipo en la mejor liga de Europa.

Por experiencia sé que va a ser duro y vamos a sufrir mucho, todos tenemos que dar pasos adelante para ganar partidos y conseguir el objetivo que es mantener la categoría. Es un proceso que necesita mucho físico y también a nivel mental, pero nosotros estamos listos y queremos más que nadie conseguirlo.

Llevo muchos años con él y eso siempre ayuda al jugador porque ya estás preparado para los sistemas, sabes su filosofía, qué le gusta o qué prefiere y eso siempre es un plus con el entrenador.

Es parecido, pero el cambio que noto es que hemos jugado muchos más partidos. En la última semana tuvimos siete partidos en siete días, jugamos un martes, viernes, domingo… Eso sí que ha sido duro físicamente, pero es bonito para nosotros porque ya hemos sentido cómo es sufrir, pelear y exigirnos físicamente que es lo que nos espera en la liga, así que ha sido una buena preparación.

Lo positivo de mantener muchos jugadores del año pasado es que los nuevos se van a introducir e implicar antes en lo que dice el coach. Esto va a dar más velocidad en el proceso que cuando tienes más jugadores nuevos. Pero, claro, nadie sabe el futuro, puede salir bien o mal, pero es nuestra filosofía. Otra filosofía es traer muchos nuevos jugadores, como ha hecho Lleida… Pero ya veremos qué apuesta sale mejor o más cara. En deporte no se puede saber lo que va a pasar.

Me gustan todos, me parecen maravillosos y muy buenos compañeros, pero de los que más me ha sorprendido por su humildad, por cómo trabaja, su positividad y todo es Trey Thompkins. Es una leyenda del baloncesto, estuvo siete años en el Real Madrid y es un tío muy humilde y muy buen compañero.

Creo que es mejor al principio los equipos grandes porque todavía quizá no están al tope de conocimiento y de forma. Pero esos partidos son más fáciles de jugar a nivel de presión porque realmente no existe ante equipos tan grandes. El pabellón va a estar lleno y vamos a salir a darlo todo. Va a ser superchulo para nosotros y para la afición.

La temporada pasada fuimos de menos a más y la gente empezó a venir cada vez más. Lo que va a pasar este fin de semana es coronar todo ese proceso, porque va a ser cuando venga más gente que nunca y tenemos muchas ganas de verlo en vivo. Y la gente sí nos para, me ha pasado varias veces (ríe), lo que pasa es que no suelo salir mucho.

Cuando era niño, yo nací en 1992, en ese momento era la guerra civil en Yugoslavia. La verdad es que de aquello no recuerdo nada, pero en 1999 había otra guerra, con la provincia de Kosovo, albaneses… Y ahí sí que tengo recuerdos, aunque yo no era consciente realmente de lo que estaba pasando. Yo estaba a tope en esa época porque no íbamos a la escuela, nos fuimos a pueblos pequeños de la familia y yo pasé allí todo el año con mi abuela y mis familiares jugando todo el día. No tengo recuerdos feos aunque mis padres sí que lo pasaron muy mal.

Sinceramente, no tenía a nadie en particular. Me fijaba en el equipo nacional de Yugoslavia y luego Serbia que siempre tenían buenos resultados, eran muy competitivos y tenían leyendas con muchas canastas ganadoras… Yo me fijaba en ellos en general.

Tenía siete años y mi tío, el hermano de mi padre, era jugador de baloncesto. Entonces yo iba a verlo de niño y me enamoré de ese deporte. Él me empezó a entrenar cuando era pequeño y poco a poco… aquí estamos.

Por eso digo poco a poco… (risas) Sí que ha sido duro. Era un poco raro, no es lo más habitual y sobre todo llegar a la ACB que es la mejor liga del mundo tras la NBA. Llegué por un camino raro, porque lo normal es que los jugadores que llegan lo hacen siendo grandes proyectos en sus países, habiendo jugado en equipos nacionales… Y yo no. Pero soy un poco cabezón y no me rendí para al final llegar a este nivel. Todo fue con 20 años, que estaba en la tercera división serbia y fui a EE. UU. un año, después de aquello estuve entrenando todo el verano en España en un campus con los que eran mis agentes, Igor Crespo y Richi, y ellos me llevaron a San Sebastián. Allí les gustó lo que vieron y me firmaron. Ahí empecé a ver lo que era realmente el nivel ACB con Sito Alonso. Y ahí empecé a aprender.

Es un entrenador con mucha experiencia en ACB, lleva años en diferentes proyectos con éxitos. Es un entrenador bueno, duro, exige mucho, pero ahí se ven los resultados.

Sí, sí, seguro… Me cuesta. Sinceramente quiero aprender y cambiar eso, porque una vez pasa pues es pasado y no puedes cambiar nada, entonces lo mejor es hacer un cambio de chip cuanto antes y entonces me cuesta.

(Risas) Eso viene de años y años en España, en Burgos me llamaban amigos de allí y me decían "como Jokic", entonces yo les decía: "sí, sí, Jokic de pobres". Y de ahí cogieron eso, lo empezaron a repetir y se quedó.