La cabezonería de Héctor Alderete tras romperse las dos rodillas: "En esos momentos sabes lo que es estar en el fango"
El canterano de Movistar Estudiantes vuelve a su club tras sufrir tres graves lesiones en los últimos cinco años.
Rendición. Sustantivo que en su primera acepción según la RAE significa acción y efecto de rendir o rendirse. Una palabra que a la que muchos se entregan ante las dificultades que se encuentran por el camino de la vida, pero que gente como Héctor Alderete no quieren saber lo que significa. Ni siquiera se molestan en buscarla en el diccionario, porque se niegan a entender su significado. Como mucho buscan su antónimo, que en este caso es la resistencia y la cabezonería que el canterano del Estudiantes ha demostrado durante los periodos más difíciles de su carrera.
Alderete conoce bien la cara más amarga del deporte de élite. La ha vivido no una ni dos, sino hasta en tres ocasiones. Tres graves lesiones de rodilla que le han hecho perderse tres temporadas casi completas en los últimos cinco años. Cualquiera habría tirado la toalla y habría buscado una nueva vida. Héctor no.
El alero madrileño superó una primera rotura del ligamento cruzado de su rodilla izquierda en 2019. Una lesión que se produjo en su primer entrenamiento con el primer equipo del club colegial. El sueño se hacía añicos, pero no así sus ganas. Cuando regresó con el filial un año después, recaída. En total, casi dos años sin jugar y, entre medias, una pandemia que no facilitó su rehabilitación. Volvió en 2021 sin rastro de miedos ni lesiones y tras dos temporadas en las que llegó ser convocado por Sergio Scariolo, la rodilla, esta vez la izquierda, volvía a quebrarse.
Había que empezar… otra vez. Lo hizo desvinculándose del Estu, su equipo de toda la vida. Pero no era un adiós, sino un hasta luego. Y tras cuatro partidos en EBA las puertas del Ramiro se han vuelto a abrir de par en par para este producto que el Magariños lleva fabricando desde que a los 4 años botó un balón en sus tablas por primera vez. Alderete es el símbolo de la cantera colegial y un referente para quienes no se dejan llevar por la adversidad, como la que lleva viviendo el Estu desde que descendió a Primera FEB.
"Ese espíritu para no rendirme viene de la educación de mis padres y de la que me ha dado este club. Seguir intentándolo, seguir luchando", reconoce el madrileño en conversación con Relevo justo antes de comenzar la temporada. Alderete es un ejemplo de resiliencia. Se ha sobrepuesto a los pensamientos más negativos que también han aparecido durante un proceso que ahora es luz, pero que también vivió su parte sombría.
"Yo he tenido suerte que una psicóloga me ayudó y me ayudó a tratarlo y sé que sin su ayuda, sobre todo en este contexto de la lesión, hubiese sido muy complicado"
"Te mentiría si te dijese que no he pensado en rendirme. Hay momentos muy duros. Justo cuando te acabas de operar, cuando te acabas de lesionar, son momentos muy delicados. Yo he tenido suerte que una psicóloga me ayudó y me ayudó a tratarlo y sé que sin su ayuda, sobre todo en este contexto de la lesión, hubiese sido muy complicado. Pero bueno, pues gracias un poco la ayuda de mucha gente, pues he conseguido que esos pensamientos durasen lo menos posible y que impactasen de la menor forma posible en mi cabeza".
Alderete se sobrepuso una vez más. Volvió a trabajar en solitario. Muchas horas de recuperación. Muchas horas de gimnasio. Muchas horas de soledad que le han llevado a no tener miedo. A pensar y disfrutar cada partido como si fuera el último. "Al final te lo tomas de una manera diferente a una persona que no ha tenido ninguna lesión nunca. Tú sabes lo que es estar literalmente en el fango. Sabes lo que es estar en el barro, donde estás tú contigo mismo y no sabes si de verdad vas a volver como estabas antes, si de verdad vas a dar el nivel otra vez. Esa sensación de estar solo y en una situación de incertidumbre, una vez que estás otra vez jugando, te da ese plus en el sentido de que disfrutas y juegas cada partido como si fuese el último. Cada entrenamiento incluso, porque al final una vez que estás lesionado un entrenamiento te vale como partido". Y siempre con un único pensamiento en la cabeza al que aferrarse en los malos momentos: "Seguir el sueño que tenía cuando era pequeño, que era jugar de forma profesional y hacerlo en Estudiantes. Me aferraba a eso, a seguir, a seguir y a seguir con el sueño de un niño".
"Esa sensación de estar solo y en una situación de incertidumbre, una vez que estás otra vez jugando, te da ese plus en el sentido de que disfrutas y juegas cada partido como si fuese el último"
Para alcanzarlo se ha apoyado no sólo en su familia y su entorno más cercano. También hay personas que desde fuera le han ayudado a entender las lesiones y a trabajar olvidándose de ellas. "Con Raúl López sobre todo tuve más contacto en la segunda recuperación y trabajé mucho con él. Me contó su experiencia, que creo que a los jugadores nos ayuda mucho ver a alguien que ha pasado por el mismo que tú, y a mí me ha ayudado muchísimo, escucharle, que me dé consejos y ver su vivencia. También luego está el trabajo con gente como Uros Dragicevic o Alberto Lorenzo, que me ayudaban a dejar de pensar un poco en el tema de rodilla y centrarme más en cosas que tenía que mejorar en baloncesto y me ayudaba a evadirme un poco de mi realidad".
Son tres lesiones graves. Tres momentos de duda que inevitablemente han vuelto en algún momento a su cabeza al acudir a una ayuda defensiva o cuando iba a entrar a canasta. "Al principio, sobre todo de la tercera recuperación, hubo algunos momentos en los que sí tenía algo más de, no diría miedo, pero como respeto a la hora de volver a jugar en algunas situaciones, algunos gestos como meterme dentro de mucha gente, con contactos que no sabes de dónde va a venir o cómo vas a apoyar. Eso me ha dado un poco de respeto, pero una vez que he ido cogiendo ritmo y he ido metiendo más entrenamientos, ya no lo pienso directamente, voy a por todas".
Ese espíritu es el que ahora Héctor intenta llevar a un vestuario, el del Estudiantes, del que tuvo que salir para volver a entrar con más fuerza. "Estas lesiones son muchas, tienen mucho momento de incertidumbre y no sabes cómo vas a volver. Mi objetivo era volver a jugar al baloncesto y poder seguir disfrutando. Y luego lo que viniese, vendría. Yo no tenía ningún objetivo de en qué equipo jugar, simplemente volver a mis tiempos, como si tenía que ser un año y medio, pero tenía el objetivo de volver y jugar al baloncesto".
Y lo hace como referencia en un Estudiantes que sólo tiene un objetivo: el ascenso. "Es el techo que nos hemos puesto y donde creemos que podemos llegar. Yo intento poner toda mi emoción, toda mi lucha e intento transmitir el hecho de no rendirse, que aunque vayas perdiendo y parezca que es imposible, seguir luchando. Yo intento poner ese trocito de mí por lo que lo he tenido que vivir fuera del baloncesto, pues lo intento poner a la hora de jugar también", concluye este estudiante de derecho ("Los estudios te ayudan a no estar todo el día pensando en baloncesto, saturando tu cabeza") que ha enunciado su alegato final para demostrar que sigue siendo jugador de baloncesto.