Otra victoria en casa para un Real Madrid con dos caras
Los de Chus Mateo se llevaron el triunfo ante un ALBA Berlín que mantuvo el pulso durante la primera mitad.
"Me gustaría encontrar la regularidad que nos ha faltado en los dos últimos partidos, donde estuvimos bien y mal por momentos. Tenemos muchos altibajos durante los partidos". Esto fue lo que dijo Chus Mateo en la previa del partido ante el ALBA Berlín. Y más que un deseo acabó convirtiéndose en un déjà vu. Porque el Real Madrid empezó el partido perdido por momentos, dando alas al penúltimo de la Euroliga con una permisividad defensiva que sigue siendo un lunar para los blancos y sólo salvando la situación gracias a destellos de calidad... pero individual, hasta que en el descanso logró rehacerse y volver a jugar con más colectividad y convicción. Y ahí estuvo la clave para que finalmente se llevase la victoria (98-84).
La primera parte fue un tira y afloja marcado por las rotaciones. Porque antes de que se cumplieran los primeros diez minutos de juego, Chus Mateo ya había usado a 11 de los 12 jugadores que tenía en la convocatoria. La búsqueda de la fórmula que consiguiera coser o, mejor dicho, hilvanar -porque difícilmente había algo que realmente tuviera forma hasta entonces- el equipo blanco no llegaba. Y esto, unido a un Gabriele Procida casi imparable y un Samar que apareció en ataque, hizo que el 23-22 con el que se cerró el primer cuarto se tornase en un parcial de 3-15 para los de Israel González que obligó a Chus Mateo a parar el duelo.
Los blancos respondieron con otro parcial de 9-0. Y con un Abalde inspirado -e inspirador- en ataque que junto a unos buenos minutos de Ibaka, a Hezonja y a Campazzo (no estuvo fino en la línea del tiro libre, pero repartió 7 asistencias), hizo que el Real Madrid reaccionase y el duelo terminase yéndose al descanso con 55 iguales en el marcador gracias a una canasta de esas de genio de Gaby Deck.
La intensidad tras el paso de vestuarios fue muy distinta, por suerte para el Real Madrid. Tanto que Israel González tuvo que pedir el tiempo muerto cuando vio que el marcador se ponía 70-59. Todo ello gracias a un arreón blanco protagonizado, principalmente, por Rathan-Mayes (dos triples, una canasta, un robo y un rebote en menos de 4 minutos). Y la verdad es que eso sirvió para romper el partido, pese a que todavía quedaran más de 16 minutos.
Lo que restó de tercer cuarto fue un Real Madrid más sólido, controlando el ritmo y el juego ante un ALBA que buscó mantenerse en el partido, aunque las sensaciones eran bien distintas, pero que fue castigado por las pérdidas y la falta de acierto (79-68 fue el resultado a falta de los últimos diez minutos). Y en el último, el guion apenas cambió, algo que aprovechó Chus Mateo para dar algo más de descanso a Tavares y, sobre todo, a Campazzo, dejar en pista a Ibaka que firmó un buen partido y dar minutos a Andrés Feliz para que vuelva a coger ese rodaje que se nota que le falta tras la lesión; así como a un Dzanan Musa, que se gustó y mucho en pista (de los 13 puntos que anotó, 10 fueron en este cuarto), tras haber estado casi un mes (desde el 29 de octubre) fuera de ella por lesión; e incluso Hugo González, que hasta sumó de cara a aro.
Los blancos se llevan la victoria ante el cuadro alemán, pero vuelven a mostrar esa dualidad al más puro estilo de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, algo de lo que no consigue deshacerse y ante lo que tiene que tener cuidado. La semana que viene es el Clásico de la Euroliga y esos altibajos le pueden salir bastante caros en el Palau, en otro partido a domicilio donde todavía los blancos no saben qué es ganar en la competición continental esta temporada.