EUROLIGA | FENERBAHÇE 88 - BARÇA 74

La profecía de la grada que vaticinó la noche más feliz de Saras Jasikevicius

El técnico del Fenerbahçe preparó un partido a conciencia ante su exequipo, un Barça al que deja tocado ya que, pese a los cambios, sigue conociéndolo a la perfección.

La profecía de la grada que vaticinó la noche más feliz de Saras Jasikevicius
Noelia Gómez Mira

Noelia Gómez Mira

Hay partidos que uno marca en rojo en el calendario. Aunque no lo diga o trate de disimularlo. Y el de este miércoles ante el Barça estaba en el punto de mira de Saras Jasikevicius mucho más allá de lo que pudiera suponer a nivel deportivo. Bastaba con recordar cómo hace un par de semanas tildó de "mal trato" al club culé, ya no sólo hacia él, sino también hacia su familia. Por eso, la victoria ante los de Roger Grimau fue mucho más que un simple triunfo (88-74).

A Saras Jasikevicius se le puso cara de verdugo desde el principio. Y desde luego que la afición fue la primera que vaticinó que fue la conquista del entrenador la noche de este miércoles. La cual llegó gracias a que la lectura que hizo del partido fue prácticamente perfecta para llevar a cabo su venganza. "Fenerbahçe ha demostrado cómo jugar durante tres cuartos", aseguró el técnico tras ganar. Pero la realidad es que su pizarra demostró durante los cuatro que por más que Darío Brizuela tratase de desajustarla estaba medida al dedillo. "Lo importante es haber ganado, jugar buen baloncesto y controlar el partido", dijo el técnico. Y demostrar a su exequipo qué tipo de entrenador es, más aún.

Porque desde que llegó a Fenerbahçe ha cambiado por completo la dinámica del equipo. Ha ganado al Real Madrid, al Baskonia, arrasado al Valencia Basket y destruido al Barça. Ha hecho que los jugadores realmente crean en sí mismos, recuperando a un Nick Calathes que parecía venido a menos en meses anteriores y que se ha coronado como el jugador que más balones roba de la historia de la Euroliga (436, frente a los 434 con los que Dimitris Diamantidis ostentaba el récord). Y ha logrado que la afición realmente confíe en que pueden ganar la Euroliga. Y no, esto no es un simple decir. Porque el tifo que se vio en la grada antes de que arrancase la cita ante el que fue su equipo ya lo dejaba claro: un gran dibujo en el que Saras era campeón de la competición continental... con el Fenerbahçe. Y aunque para comprobar esto todavía queda, como sí que se coronó fue como campeón (y verdugo) de la noche.

Y desde luego que jugando con la facilidad que lo hicieron sus jugadores (llegaron a estar 25 arriba), encontrando espacios para generarse tiros y aprovechando los errores o, mejor dicho, haciendo al Barça cometerlos -basta con ver la estadística de Nigel Hayes-Davis, que hizo cinco robos-, demostraron que si quieren, pueden lograr lo que se propongan. Como también incluso soñar con tratar de adelantar al Barça al que le levantaron el average y dejaron tocado de cara a mantener la segunda posición en los cuatro partidos que quedan para poner fin a la temporada regular.

Por eso, que Roger Grimau prefiriese no pensar en las dificultades para conseguir ventajas para salir del bloqueo directo o indirecto, de la falta de acierto y, en definitiva, de lo ocurrido en el Ulker Sports y se quisiera centrar en recuperar sensaciones para la cita del viernes ante Panathinaikos no es baladí. "El equipo ha estado bien en el tercer cuarto, encontrando situaciones que no habíamos tenido en la primera parte para meter. Hemos estado más acertados incrementando nuestro nivel de energía hasta meternos en partido. Después de eso, nos han castigado mucho con tres o cuatro ataques y han quedado fuera de alcance", admitió el técnico culé que aseguró que lo importante es "intentar recuperarse bien".

Y es que el Barça, aunque depende de sí mismo para mantener la segunda posición, necesita ganar. ¿El motivo? Que con la derrota en Estambul el equipo culé se queda con una victoria de ventaja ante AS Mónaco y Fenerbahçe, pero con el average perdido ante ambos. Así que se convierte en una doble venganza del entrenador que levantó la última liga del Barça, pero que "aún ganando" fue obligado a salir de Barcelona. "La decepción es enorme sin ninguna duda. El trato malo sigue ahora mismo", aseguró el técnico lituano hace unas semanas al ser preguntado por su exclub. Pero su lectura del baloncesto demostró que la venganza llegaría sobre el parqué.