El 'champions', los duelos de triples y cánticos y la fiesta: así fue el otro Real Madrid - Partizan
Los de Chus Mateo ganaron a un Partizan que recuperó a su afición tras perderla a última hora en el Palau. La grada inició el 'juego' y potenció el baloncesto.

El baloncesto es un deporte de cinco contra cinco en el que la grada también juega. No, no voy a descubrir ninguna cosa con esa frase. Lo sé, pero el claro ejemplo de ello estuvo en el partido de Euroliga disputado en el WiZink Center este jueves. Por un lado, a la derecha de los banquillos, la afición del Real Madrid y unos cuantos seguidores serbios -a cierta distancia de las peñas madridistas, eso sí- que habían adquirido su entrada separados de sus compatriotas. A la izquierda, en la zona de gallinero del fondo opuesto del Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, tres centenares de aficionados del Partizan. Y entre ellos, un partido que se estaba jugando y que iba más allá de lo que pasaba en pista.
Con Tavares tirando del equipo, no solo con solidez en la pintura, sino también de cara a aro, con Llull afinado tanto cerca como lejos del aro, con Musa buscando hacer de las suyas y con Deck haciendo eso que siempre hace y que solo él sabe… Los de Chus Mateo fueron por detrás en el marcador ante el acierto de Nunnally, Leday y Andjusic. Los de Obradovic se estaban gustando y eso en la grada también se trasladaba. Quizá uno de los motivos de esa motivación extra con la que había salido el Partizan era lo ocurrido el pasado martes en Barcelona, cuando a solo unas horas del partido 250 aficionados se quedaron sin una entrada que sí que habían comprado.
Lo que ocurrió en la ciudad condal fue tan sencillo como que más de dos centenares de seguidores serbios habían adquirido su ticket en zonas no habilitadas para la afición visitante y el Barça se dio cuenta. ¿Y qué pasó? Que el club blaugrana anuló esas ventas, devolvió el dinero y sacó un comunicado relatando lo ocurrido. Tras ello, el Partizan emitió otro, criticando una situación que no se solventó y que dejó fuera a 250 de los suyos. Y claro, si uno viene de esa situación, de la que, además, su equipo se llevó la derrota, pues el siguiente partido, aunque otra vez sea lejos de casa, tiene un extra de motivación para uno… y para su equipo. Así se vio.
Ocho y cuarto de la tarde, avenida de Felipe II. Un grupo de aficionados serbios canta "Partizan, champions". Se nota que tienen ganas de baloncesto. Más, después de haberse quedado sin él hace dos días. Empieza a calentarse el ambiente. Entonces, al entrar en el WiZink se ve una pancarta de una peña que el conjunto serbio tiene en Fuenlabrada… Y empieza la fiesta.
Sale Obradovic, sí, el entrenador rival, a pista, y los cánticos de los serbios no pueden taparse por muy alta que se ponga la música. Si, para colmo, los aficionados del Partizan se arrancan para acordarse del Barça, eterno rival del Real Madrid, la comunión está servida y hasta los madridistas se suman. El balón aún no está en el aire, pero el partido ya se está jugando. Y eso los jugadores lo saben desde el salto inicial.
Quizá por ello, si uno vio el partido -si no lo hiciste, póntelo-, no fue de extrañar los 40 puntos que hizo el Partizan durante los primeros diez minutos. Los números hablaban por sí solos: ocho de 12 (66%) en tiros desde la línea de tres, 100% de acierto desde el tiro libre y cuatro de seis (66%) en tiros de dos. Y, ojo, que el Real Madrid no estuvo nada mal tampoco con sus 32 puntos, pero los de Obradovic estaban un poquito mejor dentro y fuera de la cancha.
Sin embargo, si de algo sabe el club blanco es de remontadas. Y empujados por la grada y por una gran acción defensiva -qué bien está haciendo las cosas Ndiaye y cómo supo hacer reaccionar a sus compañeros-, que minimizó las posibilidades de tiro cómodo del Partizan, llegó la remontada. Segundo cuarto, menos cánticos por el ala izquierda del Palacio y un 22-11 de parcial para irse el partido al descanso con un triple de Andjusic sobre la bocina, eso sí, y el 54-52 en el marcador.
Tras el descanso, el guion cambió poco. Eso sí, el duelo a triples vivido entre ambos equipos es de los que hacen a uno engancharse al baloncesto y disfrutarlo. Y el baile de Tavares, único en lo suyo, la verdad es que también. Por eso no es extraño que la afición merengue corease su nombre en más de una ocasión e incluso le acabase cantando.
Se acaban los calificativos para el caboverdiano. 86-74 al final de un tercer cuarto que bien pareció de un partido NBA, en el que, además de la batalla de tú a tú desde el 6,75, también las aficiones se respondieron unas a otras. Y en el último cuarto, el Madrid siguió siendo ese Madrid que tanto había echado de menos su grada. Por eso, no faltaron las palmas, los cánticos y, en definitiva, la fiesta.
Eso sí, con pase VIP (y protagonismo) para la afición de un Partizan, que no se llevó la victoria, pero sí la corona -y eso que eran los merengues quienes cantaban "somos los reyes de Europa"- y el aplauso de los madridistas. Cántico al unísono de todo el WiZink -serbios incluidos- contra el Barça para cerrar el 105-97 final. Y cánticos en serbio, pese a la derrota, con el WiZink ya desalojado de madridistas para cerrar el otro partido vivido este jueves. El de la grada.
Por eso, en rueda de prensa, Obradovic no dudó tampoco en hablar de su afición. Lo del Partizan está siendo otro rollo. El Palau no pudo comprobarlo. El WiZink, sí.