OPINIÓN

Un mes casi perfecto del Real Madrid... por seis segundos

Chus Mateo, entrenador del Real Madrid, durante el partido contra el Fenerbahce. /EFE
Chus Mateo, entrenador del Real Madrid, durante el partido contra el Fenerbahce. EFE

Campazzo cazado es la imagen de la última jugada de la prórroga, algo que impactó tanto en el partido que había dominado el Real Madrid que supuso una explosión de sentimientos turcos. No solo la tan manida pasión anabelesca, sino también incredulidad en la cara de su propio entrenador Itoudis que dio paso a un casi llanto, júbilo desmedido, bailes grupales y no podemos reflejar lo que sintieron los que ya habían salido del Ulker Sports Arena, que al ver al Fenerbahçe sin pulsaciones tantas veces, optaron por encarar el inaguantable tráfico estambulí unos minutos antes de tan particular final.

El Real Madrid jugó más de 30 minutos el mismo partido de todo el otoño. Campazzo cada vez más en forma, los cincos acompañando a los bases para rematar de primeras o segundas, diferencias tempranas, control del ritmo del partido. Defender con tamaño e inteligencia y correr. No consiguió Chus Mateo esta vez que su equipo rompiera desde el triple, con espacios o sistemas que otras veces sí funcionan. Y los Musa, Hezonja, Rudy y Llull no fueron receptores ni pasadores de esos pases extra que anticipan buenos porcentajes.

Dimos Itoudis, que venía de cuatro derrotas consecutivas, de una expulsión, de la recuperación de los lesionados, planteó mil cosas diferentes. Campazzo, defendido por Hayes-Davies (25 centímetros de diferencia); un Calathes de titular anotador con un formato grande en el quinteto titular de Papagiannis. Luego ante el rebotar, que no rebotear, contra el armazón madridista, optó por formatos pequeños para llegar al final del tercer cuarto sin parecer saber qué más plantear. Vimos alguna defensa alternativa, vimos al equipo de Chus Mateo 13 puntos arriba, pero sin cerrar nunca el partido.

Yam Madar se fue al banco, llevaba 15 puntos, había batido su récord anotador contra el equipo que le sacó de la F4, algo se quedó fijado en su mente. Su entrenador no estaba contento con su defensa, no jugaría más en el partido reglamentario, ni en los primeros cuatro minutos y 54 segundos del suplementario.

Pasaba el tercer cuarto y Mateo no efectuó las rotaciones casi lógicas, los problemas de faltas de Tavares tampoco le llevaron de inmediato al banco. Los turcos se quejaban del arbitraje; el Madrid, también. Campazzo seguía siendo el motor, con una turbina llamada Deck. No veían banco, solo verticalidad. Con el equipo local ya metido en la creencia de que podían competir, se le echó el tiempo encima al Madrid y los tiempos de descanso se hicieron raros, algunos con más de 13-14 minutos en cancha. Otros, saliendo a un final que venía caliente pero ellos fríos.

Opta Fener por cambiar en bloqueos y olvidarse de Sanli y de Big Papa. Ya sin Tavares, Poirier parecía que con el alleyoop que Campazzo copiaba al Chacho, ya estaba. Pero el pívot francés no es tan resolutivo como Edy para triangular en los cambios. Aún así todo el rato el equipo blanco estaba totalmente convencido de su victoria, jugar en el filo es parte de su condición y diversión para los veteranos que lucen mejor su circunstancia ahí.

La última jugada de los 40 minutos es una idea repetida desde que Gaby Deck está en Madrid, sorprender por velocidad y en carrera con él. Y que los pequeños rivales no puedan ayudar y dejar a los suyos. Jonathan Motley, fundamental en la remontada en defensa, colocó su cuerpo dando la izquierda al "Tortuga" que no penetró fluido, desde mi posición observo falta, le gana el espacio el ala-pívot del Madrid, rectifica tarde el americano, Deck no cae en el contacto, aguanta ya sin equilibrio y mal tiro. Los árbitros no quieren decidir el partido cuando en el momento del tiro no hay falta, pero la hubo antes. Desde el plano master de la televisión, sin repetición, no parece falta. Por la posición de la cámara y de los cuerpos.

La prórroga es jugada con sangre fría, el Madrid no se descompone, Llull muchos minutos, Rudy también con la confianza de poder parar a Guduric. Pero en el banquillo otomano Yam Madar no se había conformado y cuando avanza el tiempo suplementario se acerca gritando al 2º entrenador, Stefanos Dedas y le dice que quiere volver a la cancha, algo muy poco habitual, se lo repite. Y este le responde que vaya a la otra ventanilla, a la de Itoudis, que más allá de enfadarse accede a la petición del israelí. Sorprendente.

Real Madrid saca de fondo con seis segundos y sin tiempos muertos. Campazzo no devuelve a Deck que corta, le arrinconan Calathes y Hayes Davis, lo que no había funcionado en todo el partido (33 puntos de Facundo), poner tamaño encima del pequeño base argentino, operó a la perfección en la trampa final. No vio qué pasaba más allá, Madar abandona a Llull, se va con Deck, Guduric se anticipa también para robar el balón y lo pasa al autoresucitado que se va a una bandeja nada sencilla con un Llull que no quería hacer falta pero que le impide la sencillez y tiene que anotar a mano no hábil y bastante elevado el toque en el tablero. Héroe contra la imbatibilidad, la cara de su entrenador era de no creer lo que acababa de ocurrir.

Fenerbahçe celebró como si fuera un partido de playoffs porque todo lo que pasó en los últimos 15 minutos se vivió en el pabellón como si fuera abril y no un noviembre casi perfecto para el Real Madrid. Solamente le sobraron seis segundos al mes blanco.