"Soldados caídos" tras un partido de "sufrimiento" y un "fracaso que firmaría" repetir Unicaja
Relevo vivió con la afición malagueña el duelo de cuartos de Copa ante el Lenovo Tenerife en el que los de Ibon Navarro no "interpretó bien" los momentos decisivos.
Málaga.- "Sufrimiento y pasión". Si hubiera que definir lo que significa la Copa ACB, visto lo visto estos días en el Martín Carpena de Málaga, sin duda, bastaría con esas dos palabras. Porque la Copa no se ve, la Copa se siente. Aunque a tu equipo no le vaya como te hubiera gustado. A Unicaja se le atragantó eso de ser anfitrión del torneo del KO. Y esta vez el plan de Ibon, que a la vista está que lo hubo, no fue suficiente ante Lenovo Tenerife. Aun así "todos hubiéramos firmado las situaciones de este año y el año pasado. Firmo tener fracasos como este", aseguraba el técnico de Unicaja. Y lo cierto es que la afición lo corrobora... Aunque la hoja de ruta que ellos tenían era un poco distinta.
El equipo de Ibon Navarro falló en lo que, precisamente, ya había dejado fuera al UCAM Murcia, Dreamland Gran Canaria y Baxi Manresa: los detalles. Aunque también una desdibujada segunda mitad en la que pecaron de precipitación y decisiones erróneas. "Los últimos tiros del tercer cuarto han sido tiros que no son nuestros. Ha sido un partido que se decide por detalles, por jugadores y ellos han estado mejor. Yo sigo estando igual de orgulloso de ellos. Es un torneo que hay que estar bien, da igual lo que hayas hecho los cinco meses anteriores", explicó Navarro. Y es que lo cierto es que fue un duelo en el que reinó la igualdad, pese a que en un momento llegasen a ponerse con una renta superior a los diez puntos... Y pese a que los aficionados mantuvieran que igualdad no había, ni con un 26 iguales en el marcador con el que se cerró el primer cuarto.
"26 iguales no es igualado. Yo no sé cuántos son los de Lenovo Tenerife, pero aquí hay 8.000 malagueños animando. Es sentimiento. Eso no es igualado", confesaba Raúl a Relevo. Un aficionado del cuadro cajista con el que, junto a sus amigos, este medio vivió -o sufrió- el partido. Y es que desde incluso antes que se lanzase el balón al aire -acción que, por cierto, terminó con esa falta de Diop al darle un manotazo en la cara a Yankuba Sima- los nervios en el fondo donde se ubicó el grueso de la afición de Unicaja fueron los protagonistas.
"Tenemos que ganar. Si no, estaría feo. En semis se puede perder y sí, vale, es la ilusión de la final y eso, pero ¿cuartos? No, estaría feo", reconocía un Raúl que junto a su grupo de amigos fueron el ejemplo de que la teoría de las 5 fases del duelo de la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross -uno de los modelos psicológicos más célebres en todo el mundo- son ciertas. Primero, la negación: "Estamos tranquilos porque la hoja de ruta de un fan del Unicaja pasa por empezar perdiendo el último cuarto y mal para acabar ganando", confiaba Sergio, uno de los amigos de Raúl. "Remontable", admitía otro.
Después, llegó la ira... Y las protestas. "¡Eso no es antideportiva!", gritaron en una de las acciones de la recta final que los colegiados del encuentro sancionaron como tal. Más tarde, la negociación: "Bueno, de los cuatro equipos que van a estar en semis, entonces ¿quién quieres que gane?", se preguntaban. "¿Se puede decir que pierdan todos?", respondía Raúl. "Sí", le decían. "Pues que pierdan todos los que hay", sentenció.
Luego llegó la depresión. Caras largas, tristeza y sobre todo dolor porque el sueño de seguir avanzando en la que era su Copa se esfumaba. "Me muero", repetía por momentos nuestro protagonista. Mientras que, por último, llegó la aceptación. "Ya está, no ha sido igualado. Soldado caído... A dormir", admitió Raúl tras esos 40 minutos de emoción, abrazos, tensión, besos, alegría y rabia que compartió junto a sus amigos y que cerró con lo que más caracteriza a la afición malagueña: con el Carpena en pie, entonando a capella el himno del club.
Porque aunque las cosas no fuera como se esperaba, como dijo el propio Ibon Navarro, "firmo tener fracasos como este". Porque Unicaja hace meses que volvió a recuperar la ilusión que hacía tiempo había perdido y, pese a la derrota, esta sigue muy presente. Y partidos como el de este viernes, así como las mil camisetas del conjunto cajista que uno se encuentra por las calles de Málaga estos días lo demuestran.